´żAmenaza el Islam a la democracia?´, Bikhu Parekh

¿Amenaza el Islam a la democracia?

Bhikhu Parekh tiene la cátedra Centenario en la London School of Economics, es miembro de la Casa de los Lores de Gran Bretaña por el Partido Laborista y Presidente de la Academia de Sociedades Eruditas en Ciencias Sociales. Esta columna surgió de un grupo de trabajo independiente nombrado por el Presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, y que tiene la encomienda de identificar las pespectivas espirituales y culturales a largo plazo de la Europa ampliada.

¿Es incompatible el Islam con la democracia multicultural? Mucha gente señala el hecho de que pocas sociedades musulmanas son democráticas y concluye que el Islam debe ser inherentemente no democrático. Subrayan la retórica musulmana impregnada de odio hacia Occidente y deducen que los musulmanes no pueden ser buenos ciudadanos de las democracias occidentales.

Gran Bretaña, con aproximadamente 1.6 millones de musulmanes en una población de 58.7 millones de habitantes, ofrece un excelente lugar para poner a prueba esas nociones. Tres cuartas partes de los musulmanes británicos provienen del subcontinente indio, principalmente de las zonas rurales de Pakistán y Bangladesh. Esto es importante porque algunas de sus dificultades para integrarse surgen no de la religión sino de que no están familiarizados con la vida moderna.

Hasta ahora, en la isla sólo ha habido cuatro motines musulmanes, en comparación con los ocho motines relacionados con asuntos raciales protagonizados por los afro-caribeños. Uno de ellos tuvo que ver con la novela Los Versos Satánicos de Salman Rushdie. Los demás se desencadenaron por insensibilidad policiaca y marchas de blancos racistas. Con la excepción calificada del primero, todos los motines fueron locales, relativamente menores y duraron apenas uno o dos días. Así, los musulmanes británicos no han representado un problema significativo de orden público.

Pero la presencia de los musulmanes en la sociedad británica ha planteado otros retos. Uno es el ``choque de prácticas'' que incluye demandas de carne Halal para los escolares musulmanes, vestido musulmán, tiempo para las oraciones, circuncisión femenina, poligamia y matrimonios arreglados. La circuncisión femenina y la poligamia están prohibidas, y los musulmanes lo aceptan.

Los musulmanes también respetan generalmente ``valores occidentales'' como la igualdad, la libertad de expresión, la tolerancia, la resolución pacífica de las diferencias, y el respeto a las decisiones de la mayoría. En efecto, la igualdad entre las razas es un valor y una práctica importante para los musulmanes. La igualdad de los sexos plantea las dificultades más graves, particularmente porque las muchachas musulmanas en Gran Bretaña la defienden cada vez más.

De manera similar, después de ciertos debates teológicos, los musulmanes británicos han aceptado que le deben lealtad sin reservas al país. Sin embargo, hay cierta ambigüedad sobre lo que deben hacer cuando lo que dice el Estado choca con lo que sostiene la umma (la comunidad mundial del Islam).

Por ejemplo, los musulmanes objetaron la guerra de 1991 en contra de Iraq, pero no organizaron protestas públicas. El gobierno instó al país a respetar la ``entendible simpatía por sus correligionarios'' de los musulmanes, y se evitaron las tensiones. Un número pequeño de jóvenes musulmanes lucharon más tarde al lado de los talibanes. Pero la mayoría de los musulmanes británicos los condenaron, e insistieron en la lealtad hacia Gran Bretaña. La mayoría de los musulmanes también dieron su aprobación cuando la policía cateó y confiscó armas en la mezquita de Finsbury Park en Londres, cuyo Imam había predicado durante mucho tiempo el odio hacia el Occidente y el apoyo a los terroristas.

Además, los musulmanes participan activamente en asuntos públicos, y su nivel de participación en las votaciones no es muy distinto del resto de la población. Hay 150 consejeros locales musulmanes y ocho alcaldes, cifra un poco menor a la del resto de las minorías étnicas, pero nada alarmente. Hay cuatro musulmanes en la Casa de los Lores y tres en la Casa de los Comunes, número mayor que algunas otras minorías étnicas.

En efecto, de manera formal e informal, el Islam se interpreta cada vez con mayor frecuencia de una forma que lo acerca a los valores centrales de la democracia británica. Está empezando a surgir una forma británica del Islam, de la misma forma que Francia, Alemania, Holanda y España están produciendo sus formas propias del Islam.

El Islam ``británico'' obviamente choca con algunos aspectos del Islam que llegó con los inmigrantes. Pero la religión no opera en un vació. Se ve influenciada por muchos otros factores. Cuando los musulmanes viven en sistemas democráticos, se adaptan. Una de las razones es la supervivencia política>

¿Es incompatible el Islam con la democracia multicultural? Mucha gente señala el hecho de que pocas sociedades musulmanas son democráticas y concluye que el Islam debe ser inherentemente no democrático. Subrayan la retórica musulmana impregnada de odio hacia Occidente y deducen que los musulmanes no pueden ser buenos ciudadanos de las democracias occidentales.

Gran Bretaña, con aproximadamente 1.6 millones de musulmanes en una población de 58.7 millones de habitantes, ofrece un excelente lugar para poner a prueba esas nociones. Tres cuartas partes de los musulmanes británicos provienen del subcontinente indio, principalmente de las zonas rurales de Pakistán y Bangladesh. Esto es importante porque algunas de sus dificultades para integrarse surgen no de la religión sino de que no están familiarizados con la vida moderna.

Hasta ahora, en la isla sólo ha habido cuatro motines musulmanes, en comparación con los ocho motines relacionados con asuntos raciales protagonizados por los afro-caribeños. Uno de ellos tuvo que ver con la novela Los Versos Satánicos de Salman Rushdie. Los demás se desencadenaron por insensibilidad policiaca y marchas de blancos racistas. Con la excepción calificada del primero, todos los motines fueron locales, relativamente menores y duraron apenas uno o dos días. Así, los musulmanes británicos no han representado un problema significativo de orden público.

Pero la presencia de los musulmanes en la sociedad británica ha planteado otros retos. Uno es el ``choque de prácticas'' que incluye demandas de carne Halal para los escolares musulmanes, vestido musulmán, tiempo para las oraciones, circuncisión femenina, poligamia y matrimonios arreglados. La circuncisión femenina y la poligamia están prohibidas, y los musulmanes lo aceptan.

Los musulmanes también respetan generalmente ``valores occidentales'' como la igualdad, la libertad de expresión, la tolerancia, la resolución pacífica de las diferencias, y el respeto a las decisiones de la mayoría. En efecto, la igualdad entre las razas es un valor y una práctica importante para los musulmanes. La igualdad de los sexos plantea las dificultades más graves, particularmente porque las muchachas musulmanas en Gran Bretaña la defienden cada vez más.

De manera similar, después de ciertos debates teológicos, los musulmanes británicos han aceptado que le deben lealtad sin reservas al país. Sin embargo, hay cierta ambigüedad sobre lo que deben hacer cuando lo que dice el Estado choca con lo que sostiene la umma (la comunidad mundial del Islam).

Por ejemplo, los musulmanes objetaron la guerra de 1991 en contra de Iraq, pero no organizaron protestas públicas. El gobierno instó al país a respetar la ``entendible simpatía por sus correligionarios'' de los musulmanes, y se evitaron las tensiones. Un número pequeño de jóvenes musulmanes lucharon más tarde al lado de los talibanes. Pero la mayoría de los musulmanes británicos los condenaron, e insistieron en la lealtad hacia Gran Bretaña. La mayoría de los musulmanes también dieron su aprobación cuando la policía cateó y confiscó armas en la mezquita de Finsbury Park en Londres, cuyo Imam había predicado durante mucho tiempo el odio hacia el Occidente y el apoyo a los terroristas.

Además, los musulmanes participan activamente en asuntos públicos, y su nivel de participación en las votaciones no es muy distinto del resto de la población. Hay 150 consejeros locales musulmanes y ocho alcaldes, cifra un poco menor a la del resto de las minorías étnicas, pero nada alarmente. Hay cuatro musulmanes en la Casa de los Lores y tres en la Casa de los Comunes, número mayor que algunas otras minorías étnicas.

En efecto, de manera formal e informal, el Islam se interpreta cada vez con mayor frecuencia de una forma que lo acerca a los valores centrales de la democracia británica. Está empezando a surgir una forma británica del Islam, de la misma forma que Francia, Alemania, Holanda y España están produciendo sus formas propias del Islam.

El Islam ``británico'' obviamente choca con algunos aspectos del Islam que llegó con los inmigrantes. Pero la religión no opera en un vació. Se ve influenciada por muchos otros factores. Cuando los musulmanes viven en sistemas democráticos, se adaptan. Una de las razones es la supervivencia política: cuando están en minoría, la opción de presionar por un Estado islámico, con todo su potencial no democrático, está cerrada. Otros agradecen la oportunidad que les ofrece una democracia de buscar intereses legítimos e incluso de protestar.

El principal problema par los musulmanes no es la democracia, sino lidiar con una sociedad multicultural. Los musulmanes están convencidos de la superioridad absoluta del Islam, que se refleja en las invocaciones constantes y el deseo de revivir las glorias pasadas, así como en la obligación positiva de convertir a seguidores de otras religiones. Se pueden casar con no musulmanas, pero no permiten que otros se casen con sus mujeres, y esperan que aquéllos que se casan bajo el Islam se conviertan a él.

Eso no se puede atribuir al sentimiento extendido actualmente entre los musulmanes de que su identidad está amenazada. Incluso en el Imperio Otomano, donde los judíos y los cristianos gozaban de una tolerancia considerable, los seguidores de esas religiones eran ciudadanos de segunda. Aunque podían convertirse al Islam, se les prohibía convertir a musulmanes o casarse con sus mujeres.

En consecuencia, las actitudes musulmanas hacia el multiculturalismo son parciales. Lo aceptan porque les da la libertad de conservar su identidad religiosa y de familiarizar a otros con sus creencia. Pero recelan de él porque niega su superioridad y los expone a ellos y a sus hijos a otras religiones y a culturas seculares.

El Islam y Europa han definido mutuamente su identidad cultural desde hace mucho. Cada uno ha sido la ``alteridad'' del otro y sus relaciones, a veces amistosas y a veces hostiles, los han unido más intimamente de lo que se dan cuenta.

Pero con la excepción de España y añgunas partes de Europa oriental, hasta hace muy poco han interactuado a la distancia y fuera de las fronteras de Europa. Ahora necesitan encontrar nuevas formas de coexistir y de cultivar la armonía cívica. Las experiencias británicas demuestran que hay buenas razones para el optimismo.

julio de 2003