l´esport de masses, escola (bona o dolenta...) cívica

En un partido de fútbol espectacular, el Barça conquistó su cuarta Champions, la tercera en lo que llevamos de siglo, lo que le consolida como el mejor club sin discusión alguna. El equipo de Guardiola, comandado por un Xavi más sabio que nunca y un Messi que demostró por qué lo han proclamado mejor futbolista del mundo en los dos últimos años, trenzó un juego que barrió del mítico Wembley al potente Manchester United, cuyo entrenador, sir Alex Ferguson, admitió al final: "El Barça es el mejor equipo que hemos conocido, lo sabe todo el mundo". Un elogio que, por venir de quien viene, tiene el valor de la honestidad y el señorío.



Con un resultado que bien pudo ser más abultado (3-1), el once azulgrana exhibió su juego de control del balón, su dominio del espacio y del ritmo del partido, así como su capacidad para presentarse ante la meta de Van der Sar en diversas ocasiones, cosa que el rival no pudo intentar excepto en el gol del empate. Fue tan claro el dominio y tan exuberante la técnica de apoyo entre los jugadores para la circulación rápida del balón que el Manchester United no pudo más que bajar los brazos y rendirse a la evidencia de que estaba ante un conjunto muy superior y tratar de evitar con dignidad y sin una patada un resultado de escándalo. La hegemonía azulgrana fue total, como lo ha sido en la Liga española, que ha conquistado por tres años consecutivos. Un sistema que no se aprende de la noche al día y que se lleva trabajando desde hace décadas.



El Barça se constituye así en un modelo deportivo mundial, puesto que fueron 300 millones de espectadores los que pudieron ver el partido a través de la televisión. El club catalán ha sido líder en la expulsión de los violentos del estadio y debe seguir insistiendo en los valores que le caracterizan: juego limpio, respeto al rival y a la labor arbitral, humildad, compromiso y competitividad. Seguir en esta senda, que no siempre es fácil por los obstáculos extradeportivos que algunos le ponen, es vital para alcanzar no sólo la excelencia como equipo de fútbol, sino también lo que representa como espejo en el que se miran muchísimos aficionados y, especialmente, los niños. El modelo de compañerismo desbordó la noche del sábado el marco del césped cuando los capitanes Puyol y Xavi cedieron el derecho a levantar el trofeo más ambicionado a Abidal, recién salido de una grave enfermedad y ejemplo de recuperación. El gesto, por lo que supone, trasciende en mucho el éxito deportivo y consolida una forma de hacer las cosas que empezó hace 30 años en la Masia.

En el juego, como es lógico, a veces se gana y otras veces se pierde, y el Barça ha demostrado esta temporada que sabe hacer las dos cosas con la misma dignidad, como también lo hizo la noche del sábado este otro gran club que es el Manchester United, otro ejemplo de deportividad y saber hacer. Los dos equipos dieron una lección de deporte al mundo. Con el triunfo, el Barça dio en Wembley un paso más hacia la cumbre futbolística en una temporada en que aquellos valores tan arraigados han sido puestos en duda desde fuera. Pero, sobre todo, dio un paso importante en el objetivo de consolidarse como un club responsable al mostrar al mundo cómo se gana o cómo se pierde sin perder la compostura, conocedores como son todos, jugadores, técnicos y directivos, de que más allá de los triunfos y de las derrotas, más allá de los aciertos y de los errores propios del juego, está la dignidad de las personas.

30-V-11, lavanguardia