Bin Laden y la República Islámica de Pakistán - III

Los talibanes han vengado a Osama bin Laden a su modo: colocando chalecos explosivos a dos adolescentes y enviándolos a la muerte, once días después de la desaparición del cabecilla de Al Qaeda...

Shabqadar está a 30 kilómetros de Peshawar, en el distrito de Charsada, lugar de origen de los dos correos de Bin Laden muertos por los estadounidenses, según sus documentos. Aunque el establishment pakistaní asegura no haber tenido noticia ni del refugio de Bin Laden ni de la operación estadounidense, los talibanes pakistaníes parecen tener sus propias conclusiones.

Por otro lado, los jefes del ejército y de la inteligencia pakistaní (ISI) comparecieron ayer en una sesión conjunta de las cámaras alta y baja del Parlamento, a puerta cerrada. El director del ISI, teniente general Shuja Pasha, pidió perdón al país y atribuyó los fallos de inteligencia a sus limitaciones tecnológicas. La indignación popular tiene más que ver con la inacción del ejército ante la incursión estadounidense que con la posible custodia del terrorista más buscado del mundo.

Aunque Pakistán asegura haber puesto en cuarentena la colaboración con la CIA, ayer se supo que agentes norteamericanos habían podido interrogar a las tres viudas de Osama bin Laden, en presencia de agentes del ISI. El interrogatorio habría sido breve y la mayor de las viudas habría respondido en nombre de las demás, con manifiesta hostilidad.

A propósito de la vida sentimental de Bin Laden, el primer ministro pakistaní Raza Gilani hizo ayer una sorprendente revelación al asegurar que el dirigente de Al Qaeda habría permanecido escondido en otros países, desde su huida de finales del 2001, singularmente en Yemen, donde habría contraído matrimonio por quinta vez. Sin embargo, la inteligencia india sostiene ahora que Bin Laden habría estado bajo protección de los militares pakistaníes desde el 2002, cuando habría recibido tratamiento en Karachi, ciudad en la que habría sido visitado por uno de sus hijos y una de sus esposas.

En una entrevista a la revista Time,Gilani reconoce el "déficit de confianza entre EE.UU. y Pakistán", directamente relacionado, según él, con "distintas visiones sobre la lucha antiterrorista y la estrategia de salida de Afganistán". Sorprendentemente, revelaba que desde la operación Gerónimo no había mantenido ningún contacto con el Gobierno de EE.UU. También confiaba que, en tanto que dirigente democrático, debía ponerse del lado de sus ciudadanos cuando estos, abrumadoramente, se oponían a los bombardeos norteamericanos en territorio pakistaní.

Por primera vez en mucho tiempo, el establishment militar aparece en una posición más débil frente a la opinión pública que el gobierno de Raza Gilani o que el presidente Asif Ali Zardari, ambos dirigentes del Partido Popular de Pakistán. En un timing que ha resultado muy conveniente a la vista del vendaval que se avecinaba, pocas horas antes del asalto estadounidense, el PPP firmó un pacto de legislatura con el partido títere del establishment militar, la Liga Musulmana de Pakistán (PML-Q). A los pocos días se añadía al acuerdo el que fuera el otro apoyo parlamentario del general Musharraf durante su dictadura, el MQM. Ayer mismo, la ministra de Información alertaba contra los intentos de "poner una cuña entre el Gobierno y el ejército". Algo irónico, teniendo en cuenta que el ejército se ha pasado la legislatura poniendo palos a las ruedas del PPP. Sin embargo, ahora la continuidad de Gilani y Zardari parece más garantizada que la del general Kayani o la de Shuja Pasha. Sobre todo porque nadie duda de que el PML-Q no sobrevivirá a unas nuevas elecciones y la alternativa al PPP, la Liga Musulmana de Pakistán de Nawaz Sharif (PML-N), ha salido en tromba contra la ineficacia del ejército para defender la soberanía. Consciente del acoso, el hombre que preside la junta de jefes de Estado Mayor, general Khalid Shameem Wynne, dio marcha atrás a la visita que tenía programada desde tiempo atrás a EE.UU. para reunirse con su homólogo en Washington.

Mientras, Pakistán busca oxígeno fuera del desgaste de su dilatada, contradictoria y lucrativa alianza con EE.UU. El presidente Zardari visitaba ayer Moscú, en una visita de "trascendencia geopolítica" según ambas partes, mientras que Raza Gilani se prepara para viajar la semana próxima a China, que ha echado un capote a un liderazgo pakistaní vapuleado desde todas las capitales. Anteayer entró en funcionamiento la tercera central nuclear pakistaní, con tecnología china.

14-V-11, J.J. Baños, lavanguardia

El duro texto de la Asamblea en ningún momento disculpa o explica la presencia de Bin Laden en su territorio y bajo aparente custodia militar, aunque promete una comisión de investigación. La declaración es fruto de la sesión de once horas a puerta cerrada celebrada por las dos cámaras de la Asamblea pakistaní, ayer y anteayer. A ella asistieron los jefes de los tres ejércitos y el director del principal servicio de inteligencia, ISI, teniente general Ahmed Shuja Pasha.

Según filtraciones, Pasha presentó su dimisión al primer ministro - antes lo había hecho frente al jefe del ejército-,que ignoró la petición. Sin embargo, se mostró combativo: "Estamos en un punto de nuestra historia en que tenemos que decidir si plantamos cara aEE. UU. o nos exponemos al desprecio de futuras generaciones". Pasha no tuvo que esperar tanto: el jefe del principal partido islamista, Ata-ur-Rehman, le espetó que "Estados Unidos es el jefe del ejército pakistaní y del ISI, y como está enfadado ahora buscáis refugio en el Parlamento". En su réplica, Pasha le recordó la financiación saudí y libia de su partido. El jefe del ISI también lamentó la cantidad de visados facilitados a norteamericanos sin el visto bueno de su agencia y que la CIA pague 10.000 dólares por chivatazo (como los que resultan en bombardeos con drones)...

Otro efecto secundario de la operación es que los militares rindan cuentas ante los representantes electos y no a la inversa. Toda una novedad en la historia de Pakistán. Y una deferencia ante un gobierno que ha renovado los mandatos del jefe del ejército y del jefe del ISI, quizás como única forma de culminar su propio mandato. Un parlamentario incluso se permitió ironizar: "Señores del ejército, sabemos que tienen muchas responsabilidades; hagan el favor de cedernos unas cuantas". Y el jefe de la oposición, Nawaz Sharif, se atrevió a pedir que el presupuesto militar y de los servicios secretos sea conocido por el Parlamento.

15-V-11, J.J. Baños, lavanguardia