Raśl Castro planteja la reforma (...) cubana

Salarios bajos.
El salario mensual promedio de los trabajadores cubanos es de 20 dólares (13,85 euros).

Agricultura en precario.
La mitad de la superficie cultivable de la isla no se trabaja y está abandonada.

Fracaso del azúcar.
Cuba importa el 80% de los alimentos que consume, incluido el azúcar, en el pasado su principal producto de exportación. Cuando se inició la revolución, en el país había 156 ingenios azucareros; en la zafra que ahora termina sólo funcionaban 39 centros para procesar caña.

Falta de carne.

En 1967, con una población de seis millones, había 1,2 cabezas de ganado por habitante; hoy, con una población de 11,2 millones, la ratio es de 0,3 cabezas de ganado por persona.

Sin internet.

En Cuba hay 1,6 millones de usuarios de internet (14% de la población) y los ciudadanos no pueden acceder a la red o comprar ordenadores sin autorización. Hay un mercado negro de contraseñas para navegar en el intranet controlado por el Gobierno.

"Ya veremos cómo irá la pelea, cómo se librarán los combates… Esperamos ganarla". El presidente de Cuba, Raúl Castro, reconocía así, ante los 997 delegados al VI Congreso del Partido Comunista, las resistencias internas que enfrenta su plan para salvar al país de la quiebra y evitar el derrumbe del modelo socialista tropical, minado por la inoperancia y la corrupción. El lance iba dirigido a la vieja guardia del régimen y a la nomenclatura, refractarias a los cambios que amenacen su poder. En el discurso inaugural del cónclave comunista, Raúl dirigió una histórica reprimenda a la dirigencia del Gobierno y del partido y le exigió dejar atrás "el inmovilismo fundamentado en dogmas y consignas vacías", además de llamar a su rejuvenecimiento. "Hoy afrontamos las consecuencias de no contar con una reserva de sustitutos debidamente preparados, con suficiente experiencia y madurez para asumir las nuevas y complejas tareas de dirección", admitió el general, que en junio cumplirá 80 años. En esta línea de buscar savia nueva, anunció un límite de dos mandatos de cinco años para cualquier dirigente.

El congreso, que desde ayer y hasta el martes sesionará a puerta cerrada, debe elegir un nuevo Comité Central y formalizar la renuncia de Fidel Castro, de 84 años, como primer secretario del partido. El ex presidente cubano, que en el 2006 abandonó el cargo por graves problemas de salud, no asistió a la sesión. Su relevo se da por hecho, una vez que su hermano y sucesor dijera ayer que "el aporte moral y liderazgo indiscutible del comandante en jefe no dependen de cargo alguno".

La renovación de la jerarquía trazará, según los analistas, el paso de un sistema caudillista, de culto a la personalidad, a otro donde el poder descanse en el partido y, concretamente, en el sector de jóvenes militares y tecnócratas que hoy gestiona la economía. Porque el plato fuerte del cónclave es, sin duda, el económico, los cambios estructurales que deben dejar atrás el sistema de planificación centralizada.

El programa - inicialmente de 291 medidas ampliadas después a 311 tras el debate en el que oficialmente participaron 8,9 millones de cubanos-prevé ampliar el sector privado, recortar más de un millón de empleos, eliminar subsidios, aplicar impuestos, descentralizar la agricultura, dar autonomía a las empresas y atraer inversiones extranjeras.

Sin embargo, Raúl Castro aclaró que habían sido rechazadas todas las propuestas que estaban "en abierta contradicción con la esencia del socialismo, como las que abogaron por permitir la concentración de la propiedad". En el críptico lenguaje castrista jamás se habla de reformas ni transiciones. Lo que viene es "una actualización del modelo".

A reserva de ver cómo termina la pelea, el presidente cubano avanzó que ya están en fase de redacción los proyectos de ley que permitirán la compraventa de casas y coches, la ampliación de la cantidad de tierras ociosas que se entregará en usufructo a campesinos independientes y la concesión de créditos bancarios a los trabajadores por cuenta propia. También anunció el fin de la libreta que subsidia la canasta básica, pero aseguró que no se eliminará de golpe: "Jamás habrá espacio para las terapias de choque en contra de los más necesitados, (…) la revolución no dejará a ningún cubano desamparado y el sistema de atención social se reorganizará para asegurar el sostenimiento diferenciado de aquellos que realmente lo necesiten", puntualizó, para luego aclarar que los despidos continuarán "sin prisa pero sin pausa".

Raúl Castro, que dio por terminado el reciente proceso de excarcelación de opositores al régimen agradeciendo a la Iglesia y España su contribución a una solución humanitaria, concluyó un discurso de casi dos horas y media dispuesto al "desafío de una relación normal" con EE. UU.

18-IV-11, E. Sabartés, lavanguardia