eleccions a Nigèria

Pese a ser el segundo Estado africano en reservas de petróleo y el quinto exportador de oro negro a Estados Unidos, la esperanza de vida es de 47 años y el 80% de su población vive con menos de dos dólares al día.

El gigante de África decide su futuro. Nigeria, el país más poblado del continente con 158 millones de habitantes, celebró ayer las elecciones presidenciales con la respiración contenida. Doce años después del fin de una sucesión de regímenes militares, el país busca sus primeras elecciones creíbles y, sobre todo, pacíficas. Aunque la jornada electoral se desarrolló con relativa tranquilidad - hubo gran afluencia y los únicos contratiempos fueron dos bombas en el nordeste sin muertos-,está fresco el recuerdo de los comicios del 2003 y el 2007, salpicados de irregularidades y violentos enfrentamientos. El contexto agranda el reto: la actual carrera a las urnas es la más disputada desde el retorno de la democracia. Aunque el gran favorito es el presidente Goodluck Jonathan, quien sustituyó a Umaru Yar´ardua, fallecido por enfermedad en mayo, no se descarta que salte la sorpresa y haya segunda vuelta. Sus rivales son el ex dictador militar Muhammadu Buhari y el ex jefe anticorrupción Nuhu Ribadu, que intentaron sin éxito coaligarse contra Goodluck.

Con la crisis política y humana de Costa de Marfil aún reciente, la importancia de las elecciones nigerianas traspasa fronteras. El ex presidente de Ghana, John Kufuor, líder de una misión de observadores de la Unión Africana, lo recordó ayer. "Si Nigeria tiene éxito, impactará positivamente en el resto del continente y enseñará que Áfricaes capaz de organizar procesos electorales. Si fracasa, será una influencia negativa de graves consecuencias",

La corrupción y la violencia son los principales enemigos. También la división. En el perfil de los principales candidatos se lee la enorme diversidad, a veces enfrentada, de los 36 estados nigerianos. Goodluck Jonathan, originario de la zona petrolífera del Delta, en la zona cristiana del sur, es la antítesis de Buhari, musulmán del norte y con fama de estricto, mientras que Ribadu congrega el grueso de su apoyo en el oeste.

La crispación no es una simple riña entre vecinos. En los últimos cuatro años, al menos 1.700 personas han muerto por choques étnico-religosos en Jos, en el centro del país. El conflicto presentado como una pelea entre seguidores de distintos dioses, esconde razones más terrenales: los musulmanes del norte suelen ser ganaderos nómadas que llevan a pastar sus reses a las tierras de los granjeros cristianos. La violencia durante la campaña electoral, con diversos atentados, obligó ayer a la cautela: sólo en Abuja, capital del país, se desplegaron 17.000 policías y soldados.

La tensión amagó con dispararse cuando el candidato norteño Buhari acusó de intentos de manipulación de votos en algunas zonas del país.

La corrupción es una lacra para Nigeria desde incluso antes de su independencia en 1960. Pese a ser el segundo Estado africano en reservas de petróleo y el quinto exportador de oro negro a Estados Unidos, la esperanza de vida es de 47 años y el 80% de su población vive con menos de dos dólares al día.

17-IV-11, X. Aldekoa, lavanguardia

Nigeria ha dado un paso adelante. Pese a una campaña electoral llena de turbulencias, el gigante africano confirmó ayer que las elecciones presidenciales del sábado pueden ser clave en su futuro próximo. Aunque se produjeron irregularidades en algunos distritos y hubo actos de violencia sin víctimas en el norte del país, los observadores internacionales celebraron la atmósfera de paz general que envolvió al país más poblado de África- 158 millones de habitantes-durante la jornada de urnas abiertas y calificaron los comicios de los más limpios en décadas.

A la espera del recuento oficial de votos, el actual presidente Goodluck Jonathan, al mando desde mayo del 2010 tras sustituir al ex líder Umaru Yar´ardua, fallecido por enfermedad, se preparaba para la victoria sin necesidad de una segunda ronda frente a su principal rival, el ex dictador militar Muhammadu Buhari.

Goodluck Jonathan había ganado en 20 de los 30 estados con resultados definitivos al cierre de esta edición. Faltaban seis por escrutar. Buhari se había impuesto en nueve, mientras que Nuhu Ribadu, antiguo director de la agencia anticorrupción, llevaba ventaja en uno.

La distribución de los sufragios radiografió además la realidad de Nigeria: la división de votos entre el norte musulmán y el sur cristiano fue casi total.

Aunque Jonathan, originario de la región sur del delta del Níger, sacó varios cuerpos de ventaja en votos en la zona meridional nigeriana, en el norte su suerte cambió. En el estado de Kano, el más poblado de la zona septentrional, apenas convenció al 16% del electorado, mientras que Buhari ganó allí el 60% de los votos.

Pese a las enconadas diferencias étnicas y religiosas entre el norte y el sur - arraigadas en un norte que se siente olvidado y ninguneado por el Gobierno central más que en la diferencia de credos-la sensación de alivio era la tónica en campo neutral.

Emmanuel Ande, director de la Fundación por el Desarrollo de la Juventud Africana, se congratulaba ayer al teléfono. "Estas elecciones han sido las mejores, nunca habíamos tenido unos comicios tan tranquilos y, si se confirma, tan transparentes. Todo está en orden, en paz, a la comisión electoral le doy un 9,9", señaló a este diario.

Su entusiasmo nace de quien ha visto los problemas de cerca. La oenegé tiene su sede en la ciudad de Jos, donde se han producido miles de muertos por enfrentamientos entre ganaderos nómadas musulmanes y cristianos granjeros. "Espero que estos comicios limpios sirvan para señalar que Nigeria está preparada para avanzar y que el vencedor tenga por fin legitimidad para trabajar", apuntó Ande.

Además de mantener a raya a los rebeldes de la zona petrolífera del delta del Níger y reactivar la economía - la exportación de petróleo genera el 65% de los ingresos del país, según el FMI-,el principal reto del nuevo presidente será lidiar con el descontento.

Del norte, donde el fin de semana se registraron algunos actos violentos y dos atentados sin muertos, llegaron acusaciones de irregularidades - en algunos colegios electorales hubo menores con ropas de adultos en las filas para votar-que pueden inflamar los ánimos una vez finalizado el recuento.

Pese al riesgo de nubarrones, el optimismo parecía vencer ayer el escepticismo previo a las elecciones. Wole Soyinka, premio Nobel de Literatura en 1986, trazó a principios de mes en Newsweek una descripción pesimista de los comicios a los que calificó de "imitación de la democracia", pero reservó un resquicio clave para la esperanza: "Un hecho esperanzador de las elecciones del 2011, sin embargo, es la entrada en escena del nuevo presidente de la comisión electoral, Attahiru Jega. Profesor y antiguo sindicalista, está cortado por distinto patrón que el de sus corruptos predecesores", escribió.

Pero las buenas noticias que llegaban desde Nigeria ayer no son la estación final. El país deberá lidiar ahora con una corrupción enquistada en todas las capas del sistema. Según el índice de corrupción de Transparency Internacional del 2010, Nigeria ocupa el furgón de cola de los países con gobiernos menos honestos del mundo y le otorgó una calificación de transparencia de 2,4 sobre 10, una puntuación igual a la de Zimbabue.

18-IV-11, X. Aldekoa, lavanguardia

Nigeria se inquieta. Las protestas violentas de ayer en varias ciudades del norte del país rasgaron el clima de paz en el que se desarrollaron las elecciones presidenciales del pasado sábado. Los resultados en 36 estados de la federación y de la capital, Abuya, dan 22 millones de votos al presidente saliente, Goodluck Jonathan, que tiene el apoyo del sur cristiano y animista, y 12 millones al ex dictador militar, Muhammadu Buhari, que tiene el respaldo del norte musulmán.

Los observadores internacionales aplaudieron la transparencia de las elecciones pese a algunas irregularidades en ciertos distritos y el ex presidente de Ghana John Kufuor, al frente de una comisión de observadores, llegó a calificar de "agradable sorpresa" el desarrollo de las elecciones en comparación al fraude electoral masivo registrado en los comicios de las últimas décadas. Pero ese clima de aparente concordia se resquebrajó ayer.

El principal candidato opositor, Buhari, rechazó los resultados que otorgaban una clara victoria en primera ronda a Jonathan. "No podemos aceptar los resultados presentados en base a las irregularidades que hemos visto", señaló indignado el portavoz de Buhari.

Después del anuncio de la victoria de Jonathan, quien sustituyó al ex líder Umaru Yar´Ardua tras su muerte por enfermedad el pasado mes de mayo, algunas regiones del norte se rebelaron y hubo violentos enfrentamientos con numerosos muertos, según informó la Cruz Roja.

El mandato de Goodluck Jonathan tendrá como primeros grandes retos lidiar con el descontento, unir a un país polarizado y sofocar la espiral de violencia que ayer amenazaba con crecer y ensombrecer las loas al avance democrático. En varias ciudades del norte de mayoría musulmana, grupos de jóvenes salieron a la calle para denunciar la manipulación de votos, quemaron varias casas e iglesias y se enfrentaron a la policía, que respondió con tiros al aire y gases lacrimógenos.

En el estado norteño de Kaduna, donde se registraron también tiroteos, se impuso el toque de queda. En la ciudad de Zaria, los manifestantes incendiaron la casa del vicepresidente Namadi Sambo y la del emir de la localidad. Luego los amotinados asaltaron la cárcel para liberar a los presos. En Kano, la segunda ciudad del país, continuaron las acciones violentas iniciadas el domingo y numerosos sublevados se enfrentaron a los soldados.

Las explosiones de violencia en las que se producen numerosas víctimas mortales no son extrañas en el país más poblado de África,con 158 millones de habitantes. Durante la campaña electoral y las elecciones parlamentarias de la semana pasada, en las que el partido gobernante perdió muchos votos, ya se produjeron choques y atentados. Además, enfrentamientos de raíz económica pero con un barniz étnico religioso han dejado miles de muertos en la región central del país.

Las manifestaciones con deriva violenta de ayer son un enorme desafío para el nuevo Gobierno, ya que, si no consigue detenerlas a tiempo, amenazan la credibilidad de las elecciones y la estabilidad del segundo Estado africano en reservas petroleras. Una Nigeria a la deriva sería un golpe crítico para toda la región del oeste africano, que aún se lame las heridas de la belicosa y reciente crisis marfileña.

Originario de la zona petrolífera del delta del Níger, Jonathan es muy popular en el sur cristiano y animista, pero algunos de sus resultados, con victorias por el 99% de los votos en algunos estados, levantaron suspicacias.

Jibrin Ibrahim, de la oenegé Centro por la Democracia y el Desarrollo, declaró: "Cifras del 95% para un partido sugieren que se trata de números prefabricados y, cuestionan seriamente la credibilidad de la elección".

19-IV-11, X. Aldekoa, lavanguardia