qui ataca Gadafi, i per a quč?

¿Es una guerra? ¿O una operación quirúrgica,humanitaria?

¿Quién la lidera? ¿Estados Unidos? ¿O EE.UU. es una mera comparsa y esta es una guerra europea, francobritánica?

¿Se mantendrá unida la comunidad internacional? ¿O se resquebraja ya el consenso ante una operación incierta?

¿Es adecuado que en plena ofensiva contra un país árabe el presidente y el secretario de Defensa estadounidenses se hallen en el extranjero?

¿Los aliados quieren relevar a Gadafi? ¿O sólo frenar la represión y quizá arriesgarse a que el líder libio se quede en el poder?

Y una vez concluida la misión, ¿qué? ¿Cuánto tiempo piensan la superpotencia y sus aliados ocuparse de Libia? ¿Acabarán viéndose obligados a enviar tropas?

En Washington, Bruselas y las principales capitales europeas, estas preguntas sobrevuelan el debate en torno a la operación militar en aplicación de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU.

Ni el éxito inicial de la operación ni el hecho de que esté amparada por la ONU y que su alcance sea limitado disipan las dudas. En EE.UU. los fracasos bélicos de la última década han exacerbado la susceptibilidad ante cualquier intervención. Si durante años este país sufrió el síndrome de Vietnam, ahora sufre el síndrome de Iraq. Personas que jaleaban la invasión de Iraq, que había de transformar Oriente Medio, avisan de los peligros en Libia...

No sólo en Washington hay incertidumbres. Cuatro días después de que la ONU acordara la difícil resolución a favor de la intervención en Libia y de que una coalición comenzara a bombardear las fuerzas de Gadafi, también aparecen grietas en Europa.

Las diferencias entre Reino Unido y Francia, además de las reservas de Turquía y Alemania, volvieron a impedir ayer que la OTAN acordara el plan operativo para participar en la zona de exclusión aérea libia.

Francia ha encontrado en España un aliado para defender que la organización militar - aunque considerada ideal para coordinar la operación de exclusión aérea en relevo de EE.UU.-quede relegada. La resolución de la ONU, recalcó la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez. en Bruselas, menciona "la incorporación de países de la Liga Árabe"a la coalición, objetivo que peligraría si se implica a la Alianza.

Italia, en cambio, defiende la opción contraria y ha amenazado con retirar las bases militares ofertadas si la OTAN no toma el mando. Su postura obtuvo ayer numerosos apoyos entre los ministros de Exteriores europeos, reunidos para evaluar la situación en Libia.

Francia busca una solución intermedia que implique a la OTAN pero como complemento y sin que sus emblemas militares luzcan en el país.

Otro punto de fricción entre los aliados es la duración de la misión: mientras EE.UU. quiere dejar el mando tan pronto como se anule la capacidad aérea de Gadafi e Italia advierte que no quiere involucrarse en una guerra, Francia cree que habrá que mantener una presencia disuasoria durante más tiempo.

El objetivo declarado de la ofensiva, "proteger a la población civil libia", también tiene varias interpretaciones. Reino Unido y Francia creen que esto convierte en objetivo al propio Gadafi. EE.UU. y España lo niegan...

La guerra de Libia comenzó a interpretarse ayer en clave interna en Rusia después de que el presidente, Dimitri Medvédev, desautorizara las críticas del poderoso primer ministro, Vladímir Putin, a la acción militar contra las fuerzas de Muamar el Gadafi.

Medvédev, que recibió en el 2008 el poder vertical que creara Putin durante sus ocho años en el Kremlin, desautorizó a su mentor por comparar la operación contra el régimen libio con una cruzada medieval. "En ningún caso resulta aceptable utilizar expresiones que esencialmente llevan a un choque de civilizaciones. Es el caso de cruzada y otras.

Si se hace, la situación actual podría empeorar. Todo el mundo debe recordarlo", dijo el presidente en su residencia de Gorki.

Horas antes, Putin había criticado la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU que autoriza la acción militar en Libia: "Es defectuosa. Da permiso para todo. Recuerda los llamamientos medievales a las cruzadas".

La resolución salió adelante ya que Rusia renunció a usar su derecho a veto, decisión alabada ayer por el secretario de Defensa de EE. UU., Robert Gates, de visita en Rusia: "Es un ejemplo de las relaciones de cooperación entre Moscú y Washington".

El enfrentamiento dialéctico entre Putin y Medvédev volvió a traer a la actualidad la mayor incógnita de la vida política rusa: ¿quién de los dos será el candidato del poder y del partido oficialista Rusia Unida en las elecciones presidenciales del año que viene? O, lo que es igual: ¿quién será el próximo presidente? Como ambos han decidido no revelar sus ambiciones, cualquier disonancia dentro del tándem alimenta las especulaciones. La de ayer es una de las mayores discrepancias públicas entre ambos.

En realidad esta es la única gran intriga política en Rusia. Si ambos decidieran resolverla por lo sano, las elecciones de marzo del 2012 perderían buena parte de su interés. Según una encuesta de finales de noviembre del independiente Centro Levada, el 78% de rusos apoyaría a Putin, frente al 72% que apoyaría a Medvédev. Por supuesto, está descartado que se presenten los dos.

22-III-11, M. Bassets/B. Navarro/G. Aragonés, lavanguardia