´Aprendices de brujo´, Eulàlia Solé

Cuando la física nuclear demostró sus efectos prácticos, Walt Disney ya había producido el filme Fantasía,y dentro de él, la secuencia "El aprendiz de brujo". Fue en 1940, y vemos a Mickey usurpando los poderes de un brujo para hacer que una escoba le lleve cubos de agua desde una fuente. Magnífico dominio hasta que el aposento empieza a inundarse de modo irrefrenable, con más y más escobas transportando cubos sin que él pueda detenerlas. Está ahogándose cuando aparece el auténtico brujo y le salva anulando las escobas y el agua.

Físicos como Fermi, Einstein u Oppenheimer dieron pie a que otros aprendices de brujo se apoderaran de la energía atómica. La similitud con la película animada podría resultar válida de no ser por un importante detalle. Mickey no busca matar a nadie, mientras que la prueba inicial del poder nuclear se dio en 1945, cinco años después de la fábula de Disney, con el fin explícito de matar. Consumada la fechoría, la fabricación de armas nucleares ha proseguido, hallándose almacenadas hasta la fecha y debiendo confiar en que así continúen.

Desde Hiroshima y Nagasaki en adelante, la fuerza nuclear también se ha aplicado a la producción de electricidad. Un uso que, con ser pacífico, no ofrece garantías de seguridad. Seis han sido los graves accidentes ocurridos en centrales nucleares desde 1957 hasta el presente de Fukushima, de nivel 6 y a sólo un grado del de Chernóbil, de escalofriante recuerdo. Toda industria tiene riesgos, pero el radiactivo es superior, por cuanto abarca silenciosamente la atmósfera, grandes superficies, personas, flora, fauna, con una contaminación que se prolonga hasta los descendientes de las víctimas.

Como Mickey y las escobas, los hombres han ido sembrando en el mundo 434 centrales nucleares, creyéndose todopoderosos pese a los accidentes habidos. Ahora, cuando en un país avanzado como Japón el poder de la naturaleza derrota el orgullo humano y lo pone al borde de un desastre atómico, la alarma se despierta. Los partidarios de las centrales urgen a revisar la resistencia de los reactores. Los contrarios propugnan con mayor razón que nunca las energías renovables, sol y viento, trasuntos del brujo que salva al aprendiz. Tendrían que haber sido utilizadas desde hace muchos años, ya que así lo dice el sentido común, pero este es el menos común, según el clásico.

18-III-11, Eulàlia Solé, socióloga y escritora, lavanguardia