nerviosisme governamental i Assemblea Nacional Popular

El primer ministro chino, Wen Jiabao, rechazó ayer todo paralelismo entre China y la ola de revueltas populares contra los regímenes autoritarios de Oriente Medio y el norte de África,si bien admitió que su país se enfrenta a desafíos "enormes" y subrayó la necesidad de poner en marcha "reformas políticas", sin precisar su alcance.

En una larga rueda de prensa - cerca de tres horas-ofrecida al término de la sesión anual de la Asamblea Nacional Popular, Wen afirmó haber "seguido de cerca las turbulencias" en el mundo árabe pero calificó de "incorrecta" toda analogía "porque el camino de desarrollo de China se ajusta a sus condiciones nacionales". "Creo que el pueblo chino ha visto que el Gobierno ha tomado pasos muy serios para afrontar los desafíos y problemas en el desarrollo social y económico de China", afirmó Wen.

El nerviosismo del Gobierno chino ante un contagio del ardor revolucionario que recorre el mundo árabe es evidente, especialmente tras la convocatoria a través de internet de protestas pacíficas los domingos en las principales ciudades del país. De momento, Pekín ha logrado boicotearlas con despliegue policial aun más asfixiante de lo habitual.

Los 3.000 delegados del Congreso chino acababan de aprobar - por abrumadora mayoría, como siempre-un 12. º plan quinquenal (para el 2011-15) con el objetivo de llevar a cabo un crecimiento más equilibrado y una mejor distribución de la riqueza entre los 1.300 millones de China. "En los próximos cinco años, la prioridad será transformar el modelo de desarrollo económico de China". Segunda economía mundial, con un crecimiento del 10,3% en el 2010, Pekín quiere reducir el peso de las exportaciones y aumentar el consumo interior. China se propone mantener un crecimiento económico anual medio del 7% hasta el 2015.

Wen subrayó especialmente la lucha contra la inflación, que dijo "es como un tigre: una vez se escapa. es difícil volverla a meter dentro de la jaula". En los últimos meses el Gobierno ha tratado de neutralizar el "tigre" a través de varias subidas del tipo de interés pero ha sido en vano. Con una inflación del 4,9% tanto en febrero como en enero, y sobre todo una escalada de los precios alimentarios e inmobiliarios, el fantasma de la revuelta social se cierne sobre China. En su discurso de apertura de la sesión anual del Parlamento, Wen mencionó el descontento social y lo relacionó con la inflación.

El jefe de Gobierno chino se refirió ayer también a la corrupción: es "el peor peligro", dijo. Para eliminarla son necesarias "reformas institucionales". "Debemos crear las condiciones que permitan al pueblo criticar y supervisar la labor del Gobierno", añadió el primer ministro.

"Sin reformas políticas - afirmó Wen-las reformas económicas no funcionarán y las ganancias que hemos logrado pueden perderse". En agosto del 2010, Wen ya hizo unas declaraciones similares, que suscitaron todo tipo de especulaciones sobre divisiones en el seno del régimen y la influencia creciente de los partidarios de una apertura política.

"Afrontamos una situación doméstica e internacional compleja y tendremos que trabajar duro para conseguir nuestros objetivos pero con confianza en que brillará el sol frente a potenciales peligros", dijo el primer ministro.

Wen admitió que los dos años que le quedan al frente del Ejecutivo hasta el 2013 "no serán tan fáciles como los anteriores". "Sin embargo estoy decidido a cumplir mi deber como un soldado hasta el último momento", añadió el primer ministro.

La lucha contra la inflación, alertó Wen, no debe pasar por delante del crecimiento económico. "Cuando el ritmo del crecimiento es rápido, hay más empleo, pero la presión inflacionaria también crece. Cuando la economía crece a un ritmo lento, el empleo baja y también hay más riesgo de caer en la recesión - explicó Wen-.Debemos encontrar el camino inteligente entre estos dos caminos, uno que los una de una forma orgánica".

15-III-11, agcs, lavanguardia