Zuma, pel camí dels cleptoautòcrates

Pintarle la cara al nuevo amanecer sudafricano cuesta veinte millones de euros. Según el presupuesto de gasto nacional para 2011, esa es la cantidad destinada a renovar el Mahlamba Ndlopfu, la residencia presidencial de Jacob Zuma en Pretoria.

El anuncio de la lujosa renovación del edificio, cuyo nombre significa nuevo amanecer en lengua tsonga, ha removido las tripas de Sudáfrica, donde aún resuena el eco de la llamada a apretarse el cinturón que el ministro de Finanzas lanzó la semana pasada. Las obras, que supondrán la mejora de las infraestructuras, los servicios y accesos del edificio, empezarán en abril y durarán 15 meses. El gasto amarga cuando se pintan las cifras: el coste de renovar la casa oficial del presidente es superior al dinero destinado al programa de educación sobre el sida del año pasado (Sudáfrica es el país con más infectados de VIH, unos 5,7 millones), y es una cantidad similar a la necesaria para construir en el país unas 200 nuevas clínicas rurales o 3.500 casas de protección oficial. Se trata la mayor renovación de la historia de la residencia presidencial sudafricana, en la que ya se habían realizado obras en los últimos años por valor de cinco millones de euros.

No sólo la oposición se ha puesto las manos en la cabeza. Aunque también. El representante en el Parlamento de la opositora Alianza Democrática (AD), Athol Trollip, no se mordió la lengua: "Es un gasto imprudente y que subraya la falta de sinceridad del presidente Zuma cuando afirma repetidamente que el compromiso de su Administración es reducir la pobreza y mejorar la prestación de servicios".

Menos común es que el descontento llegue desde Cosatu, el principal sindicato sudafricano y actor clave para la elección de Zuma, a quien brindó su apoyo en las elecciones de 2009. Su portavoz, Patrick Craven, admitió ayer a este diario que la noticia había sentado como un tiro dentro de la organización. "Es una enorme cantidad de dinero para renovar un edificio. En un país con tantos problemas de pobreza, de falta de trabajo y parte de la población sin acceso a una casa digna, que a veces vive en la miseria, este gasto no se puede justificar", atizó. Según cifras oficiales, sólo dos de cada cinco sudafricanos en edad de poder trabajar tiene empleo. Y muchas veces mal pagado.

A Craven hay más cosas que le molestan. Las previsiones del presupuesto para 2011 reservan 6,5 millones de euros adicionales para la construcción cerca de la residencia presidencial de un hospital militar que, según el documento, "servirá al presidente, al gabinete de ministros y vips de otros países". "Técnicamente - apunta Craven-no será un recinto sanitario privado, será un hospital militar, pero creo que será mucho dinero gastado en un sólo centro disponible para pocas personas. Hay mucha gente que tiene un acceso difícil a hospitales".

Más allá de la política también se ha puesto mala cara. Para la organización social Khulumani, que defiende a las víctimas del apartheid, "el gasto de fondos públicos en un hospital privado al servicio de un grupo relativamente pequeño de élites políticas parece ser un abuso escandaloso de los recursos limitados del país".

Un comunicado del Departamento de Trabajo Público, responsable de las dependencias presidenciales, lamenta el "deliberado y desesperado intento de AD para manipular las cifras". Según el texto, el edificio construido en 1940 se ha convertido en herencia del país y durante su vida ha acomodado "a todos los presidentes sudafricanos, incluidos los arquitectos del apartheid".

9-III-11, X. Aldekoa, lavanguardia