´Esposa de...´, Cristina Sánchez Miret

En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española aparece en la forma femenina de la definición de muchos oficios la acepción de "mujer de" y en cambio no aparece la forma simétrica de "marido de". De manera que un peluquero lo es sólo por oficio y, en cambio, una peluquera lo es tanto por ello como por ser la mujer del peluquero. Normalmente en este tipo de acepción se señala que es una forma en desuso -o al menos esa es la interpretación que yo he establecido de las indicaciones que aparecen junto a la definición- y aunque sigo sin entender por qué se mantiene, miro con distintos ojos este tipo de entrada desde hace dos semanas.

Una alumna vino a la tutoría de trabajo de final de grado con una idea muy clara -cosa que no es habitual- sobre el tema que quería desarrollar. Iba a analizar el paro. Le pregunté por qué y me dijo que se había quedado sin trabajo después de siete años en una empresa. Por la crisis, dije yo. "No - me contestó-,por ser mujer". Y me lo contó.

Todos los trabajadores de la empresa fueron llamados para hacer una reestructuración de la plantilla. No sólo a ella le ofrecieron pasar a un contrato fijo discontinuo, pero sólo en su caso -ante la evaluación de la dificultad que suponía para la economía de todos los afectados este nuevo tipo de relación salarial- la respuesta del representante de la empresa fue "si usted está casada, la hipoteca que la pague su marido".

Se despide a hombres y a mujeres, pero en el caso de los primeros nunca se utiliza como argumento que los mantenga su mujer -aunque en la mayoría de los casos trabajen los dos- y eso es así porque a los hombres se les supone el derecho y -también la obligación- de trabajar. En cambio a las mujeres, aunque ya no se discute en público -e incluso se llega a afirmar lo contrario-, este es un derecho que se sigue poniendo en entredicho de facto.

El martes es el 8 de marzo, el día internacional de la Mujer. Ojalá no existiera la conmemoración, puesto que si se celebra es porque sigue siendo necesario reivindicar la persistente -porque no dejamos de contribuir a su reproducción- y negada -por muchos, demasiados- situación de desigualdad por razón de sexo en la que vivimos.

6-III-11, Cristina Sánchez Miret, socióloga, lavanguardia