persistim en el error amb el Marroc (fins a quan?)

Tras ver saltar por los aires en menos de un mes su política exterior en los países del norte de Áfricay Oriente Medio, Estados Unidos ha adoptado un plan B: apoyar a los monarcas, dejar caer a los demás. Según The New York Times, el Departamento de Estado ha mandado enviados diplomáticos a todos los monarcas de la región -desde Marruecos a los reinos del Golfo, pasando por Jordania- para garantizarles su apoyo. Mientras, escarmentado tras ver caer a sus viejos aliados Ben Ali y Hosni Mubarak, mantiene una gran distancia respecto a los "presidentes autocráticos" en repúblicas como Yemen, Libia o Argelia.

Esta apuesta de la Administración Obama por las monarquías absolutas árabes se esconde detrás de las palabras de apoyo a las revoluciones árabes, sostiene el diario neoyorquino. Y aunque el rey Abdulah de Arabia Saudí es el aliado número uno en la nueva configuración del poder regional, EE. UU. cuidará como nunca también a Mohamed VI de Marruecos.



Tras su apoyo incondicional a George W. Bush en la guerra contra el terror librada después del 11-S, el rey marroquí ha cumplido con las expectativas estadounidenses de asimilar la protesta del 20 de febrero sin permitir una desestabilización grave. "Mohamed está haciendo un trabajo bastante bueno; no vemos grados dramáticos de insatisfacción", dijeron fuentes diplomáticas estadounidenses en Rabat en los días antes del 20-F. Después de una jornada de protestas por lo general moderadas -37.000 personas salieron en todo el país, según datos gubernamentales- esta valoración de la embajada parece haberse confirmado.

Las revueltas en las repúblicas árabes han reforzado la sensación en Washington de que los monarcas son mucho más estables. Un monarca puede "echar al gobierno sin echarse a sí mismo", dijo un analista del Brookings Institution, próximo a Obama, en el diario neoyorquino. En Marruecos, donde sólo vota el 20% de los ciudadanos por la escasa legitimidad de los partidos, "la institución de la monarquía se respeta y puede desviar las críticas desde el rey hacia el gobierno", dijeron las fuentes de la embajada en Rabat.

El rey encabeza el Consejo de Ministros, nombra el primer ministro y tiene la última palabra en cada proyecto de ley, un truco del poder monárquico que ha impresionado a los gurús de la política exterior de EE. UU.

Ayuda también el estatus divino de Mohamed VI, que además de monarca es el Amir al Muminin (comendador de los creyentes), número uno de la jerarquía religiosa. Según varias fuentes, los imanes de miles de mezquitas accedieron a las presiones del rey para lanzar un mensaje tranquilizador en sus sermones que contrarrestara las imágenes de la revolución egipcia trasmitidas por Al Yazira.

En una entrevista sorprendente, un analista de la agencia financiera de calificación de deuda Fitch, en Londres, incluyó entre los factores por los que habían decidido mantener el grado de solvencia de Marruecos tras rebajar el de Túnez el hecho de que "el rey para mucha gente es descendiente directo del profeta Mahoma". Pero crece la sensación de que esta doble función del rey puede ponerse en entredicho si Mohamed sigue ampliando su tercer gran papel en el Marruecos del siglo XXI: el de primer empresario del país, ya que controla el 80% de la economía.

El holding real ONA-SNI abarca toda la gama empresarial. Finanzas y seguros mediante sus participaciones en el banco Attijariwafa y la aseguradora Wafa Asurance; telecomunicaciones con la operadora Wana; industria con la minera Managem, la energética Nareva y monopolios de alimentos Consumar y Lesieur, entre muchas otras.

Según Aboubakr Jamai, ex director del diario crítico Le Journal,afincado en España, hay dudas en algunos sectores de la élite marroquí sobre si los intereses empresariales del rey, así como sus inversiones nada acertadas en casinos en Macao y en una cervecera marroquí, pueden perjudicar su apuesta por ser rey y profeta por encima de la corrupción.

Es más, no queda claro que Marruecos sea el mejor modelo si como sostiene The New York Times,en el Departamento de Estado "existe una esperanza clara de que las monarquías árabes avancen hacia monarquías constitucionales". Las reformas iniciadas hace diez años tras la muerte de Hasan II están paralizadas, causa principal de la jornada de protestas del pasado 20 de febrero.

Hay un tercer problema para el rey, y lo reconocen los diplomáticos de EE. UU. El prohibido partido islamista Adl Wal Ihssane (Justicia y Espiritualidad), la organización política con más simpatizantes del país, no reconoce al rey como comendador de los creyentes. Aunque no salieron en masa el pasado 20 de febrero, apoyaron la convocatoria. Y EE. UU. sabe que incluso al rey le resultaría difícil hacer frente a un movimiento por la plena democracia que movilizara a Adl Wal Ihssane.

28-II-11, A. Robinson, lavanguardia