creixen les protestes al soldanat ibadí

En el sultanato de Omán y Mascate, el Estado más enraizado del Golfo, dicen los manifestantes que ya tienen su plaza de la Perla, como en el vecino reino de Bahréin.

Por tercer día consecutivo centenares de jóvenes salieron a las calles de Sohar, el segundo puerto del país, con su gran refinería de petróleo y su planta de aluminio, para exigir trabajo, mejores condiciones de vida y reformas políticas. Con varios camiones bloquearon los accesos de su zona industrial, impidiendo el tráfico, pero sin perturbar el funcionamiento portuario. La policía, usando gases lacrimógenos y proyectiles de goma, rodeó la manifestación, sin dispersarla. Según un médico del hospital central, murieron dos nuevos manifestantes a causa de los disparos, con lo que ya serían seis desde el domingo.

El Gobierno, que ha justificado su acción en aras del orden público, ha reconocido un muerto y veinte heridos. Las protestas se han extendido a otras ciudades, incluida la capital Mascate.

Los manifestantes de Sohar saquearon el supermercado más importante de la localidad. En las paredes aparecieron inscripciones como "El pueblo está hambriento". Un manifestante con un altavoz gritaba: "Queremos que se distribuyan los beneficios del petróleo" y "Queremos que los extranjeros no trabajen en nuestro país a nuestras expensas".

Ambas reivindicaciones son comunes en estos estados del Golfo, Las jornadas de manifestaciones de Omán y Mascate que ya habían empezado sin fuerza en enero, y se intensificaron a partir del 18 de febrero, no pueden compararse ni a las de Yemen ni de Bahréin, pero han perturbado el ambiente tranquilo de su población, una de las más estables de todos estos países.

Las protestas y la acción de la policía han tenido lugar en un Estado monárquico, como también es Bahréin. Siempre se había creído que estos regímenes con petróleo, con poblaciones más prósperas y con una protección norteamericana poderosa, no quedarían atrapados en este vendaval popular árabe revolucionario.

En Sohar los manifestantes no han aceptado las medidas adoptadas por el sultán Qabús de aumentos salariales, ayudas a los desempleados, creación de 55.000 empleos y reforma política para ganar pluralismo. Como en otros países árabes, quieren la mejora de sus condiciones de vida y aspiran a la libertad. El sultán Qabús ha sabido mantener su Estado en un ambiente de paz interior y con buenas relaciones con los países de la región.

Guardián del estratégico estrecho de Ormuz, veló siempre por el libre acceso de su navegación. En 1970, en un golpe de Estado palaciego, derrocó a su padre, el oscurantista y despótico sultán Taymur, que cada noche hacía cerrar las claveteadas puertas de las murallas de Mascate y no concedía a sus súbditos licencias de obras para adecentar sus viviendas: ni para construir un cuarto de baño.

En apenas tres lustros, el aislado sultanato despertó a la vida moderna. Sus obras públicas, su nuevo Gobierno, configuraron la nación de glorioso pasado y talante cosmopolita. Omán y Mascate es el único país árabe con una comunidad musulmana ibadí (ni suní ni chií), caracterizada por su conservadurismo moderado.

1-III-11, T. Alcoverro, lavanguardia