´Raymond Allen Davis´ tensa la relació Pakistan-USA

El pistolero era estadounidense y los muertos  pakistaníes. Pero la principal víctima del tiroteo que conmocionó el centro de Lahore hace dos jueves, a plena luz del día, son las tortuosas relaciones entre Estados Unidos y Pakistán. En un momento crítico para EE. UU. en el vecino Afganistán y en el que la recuperada democracia pakistaní contiene el aliento, Washington amaga con suspender los contactos de alto nivel y su cuantiosa ayuda.

El motivo de enfado para la Casa Blanca tiene nombre y apellido, aunque seguramente falsos: Raymond Allen Davis. La administración norteamericana asegura que este homicida confeso de dos jóvenes pakistaníes - según él, en defensa propia-tiene inmunidad diplomática y exige su inmediata puesta en libertad y repatriación. Para las autoridades pakistaníes, que cuestionan la identidad y verdadera ocupación de Davis, el asunto está sub iúdice.

Como represalia, Hillary Clinton se habría negado a reunirse con el ministro de Exteriores pakistaní, Qureshi, al margen de la reciente cumbre de seguridad de Munich. Y está en el aire la visita oficial del presidente Asif Ali Zardari a Washington, prevista para el mes que viene. Para Zardari, cuyo presidencia pende de un hilo, el ninguneo por parte de Barack Obama resultaría un mazazo. Washington también ha suspendido varias visitas de altos funcionarios a Islamabad y pone en entredicho la cumbre de ambos países con el Gobierno afgano.

En la mejor tradición de la novela de espías, cada nuevo giro aumenta el estupor. Cuando la liberación de Davis parecía inminente, la esposa de uno de los dos asesinados intentó suicidarse con veneno para evitarlo. Desde el hospital, hizo un llamamiento para que el asesino fuera ajusticiado del mismo modo. Y cuando parecía que se reponía, falleció. Hay que recordar que el supuesto empleado consular había descerrajado siete tiros por la espalda a su marido y al acompañante de éste, conductor y pasajero de una moto que se había detenido en un semáforo frente al Honda del primero. Seis de las balas acertaron. Davis habría pedido refuerzos antes de huir. A su rescate habrían acudido tres empleados de su legación, que en su carrera contra dirección habrían embestido mortalmente a otro motorista. El vehículo de estos - cuya identidad y paradero sigue sin aclararse-llevaba una matrícula que no le correspondía. Dos agentes de tráfico persiguieron a Davis y le capturaron en Anarkali, una concurrida zona de restaurantes.

Luego Davis declaró haber actuado en defensa propia ante dos maleantes que le habían seguido a la salida de un cajero. Sin embargo, Davis sólo llevaba el equivalente a 40 euros en rupias.

El diario The Express Tribune asegura que las víctimas, que iban armadas, serían agentes del ISI, aunque este servicio de inteligencia lo ha negado. En el coche de Davis, además de munición, se habrían encontrado fotos tomadas en escuelas coránicas. Una fuente policial afirma que Davis ya fue detenido en el 2009 cuando intentaba acceder en un coche de vidrios tintados en un barrio del ejército. Abundando en las sospechas de espionaje, según otras fuentes sería un mercenario de Hyperion Protective Consultants, tapadera de una empresa de seguridad al estilo de Blackwater, a la que muchos pakistaníes ven detrás de todos los males que consumen al país.

También hay quien ve en la reticencia pakistaní un intento de presionar a Washington en otro frente. Hace unas semanas, un tribunal de EE.UU. admitió la querella contra altos cargos del ISI como supuestos organizadores del asalto terrorista a Bombay, que provocó 166 muertos en Bombay en el 2008, entre ellos seis estadounidenses.

EE.UU. lleva más de un año intentando elevar a 300 su número de empleados en la agencia humanitaria Usaid. Sin embargo, sólo han logrado cubrir 220 plazas ante las numerosas negativas de visado por parte de Pakistán, que sospecha que muchos son en realidad espías en el país donde se refugia la cúpula de Al Qaeda y de los talibanes y donde cada semana hay algún ataque con aviones no tripulados de la CIA.

El ejército de Pakistán es el tercer receptor de ayuda militar norteamericana, después de las fuerzas armadas de Israel y Egipto. Asimismo, el deseo de Obama de reforzar sus instituciones democráticas ha convertido a Pakistán en el segundo receptor de ayuda civil después de Afganistán. Sin embargo, ayer mismo se hacía público un informe que cuestiona, quince meses después de su aprobación, que los 7.500 millones de dólares de ayuda (para cinco años) estén sirviendo para algo.

9-II-11, J.J. Baños, lavanguardia