´Sudán, el trabajo comienza ahora´, Zach Vertin

Sudán, el trabajo comienza ahora

Zach Vertin, Foreign Policy Edición Española  |   27 Jan 2011

 

 

El pueblo de Sudán del Sur ha hablado, y su voz ha sido alta y clara. El abrumador voto a favor de la independencia es una medida extraordinaria que dividirá al país más grande de África y dará a luz al Estado más joven del mundo. Pero ahora comienza el verdadero trabajo.

El histórico referéndum sobre la autodeterminación celebrado en Sudán ofreció a los habitantes del sur del país, marginados durante mucho tiempo, una elección: seguir siendo parte de unas únicas fronteras unidas o escindirse. Ansiosos por decir adiós a los opresores regímenes de Jartum, los ciudadanos acudieron a las urnas en masa, muchos vestidos con sus mejores ropas de domingo, mientras que otros incluso acamparon la noche antes para estar entre los primeros en votar. La esperada consulta registró un resultado abrumador a favor de la separación (más del 98%) y esta nación en ciernes está ahora envuelta en una sensación de euforia.

El referéndum era un elemento clave del Acuerdo Global de Paz de 2005 (AGP) que puso fin a dos décadas de guerra, alentó la transformación democrática y garantizó al Sur el derecho a la autodeterminación. La votación significa que la región logrará la independencia en julio, cuando expire el acuerdo de paz. Por tanto, el sufragio celebrado no era la línea de meta, sino un primer paso crucial en el camino a un Estado independiente y democrático. Por delante quedan dos tareas colosales.

En primer lugar, todavía hay que implementar algunos elementos fundamentales del acuerdo de paz, y tienen que sentarse las bases de una relación constructiva entre Norte y Sur. La frontera entre ambos polos del país debe ser delimitada y ha de encontrarse una solución sostenible para los límites de la región de Abyei, envueltos en una encendida disputa. Hay que lograr un consenso en todo un conjunto de futuras alianzas en cuestiones relativas a la ciudadanía y la nacionalidad, el reparto del petróleo, la moneda, los activos y pasivos y la seguridad.

Tener un proyecto de este tipo evitará que el éxito del referéndum degenere en un divorcio turbulento y potencialmente destructivo. El avance ahora hacia una serie de acuerdos tras los comicios que beneficien a ambas partes facilitará que se produzca una transición tranquila en julio y proporcionará los mejores cimientos para dos Estados viables, estables y prósperos.

A pesar de unos esfuerzos encomiables, hasta la fecha las negociaciones han dado pocos frutos, ya que ninguna de las dos partes se ha demostrado especialmente dispuesta a negociar. Ahora que la votación se ha completado, las partes deben volver pronto a la mesa, para que las conversaciones no se alarguen  indefinidamente. Animado por el resultado del referéndum, el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán (MLPS) siente que su posición en la negociación ha mejorado y puede mostrarse más dispuesto a cooperar.

Mientras tanto, es el dinero lo que ahora le importa más a Jartum. El petróleo es de por sí, la mayor fuente de ingresos tanto en el Norte como en el Sur, y puede haber llegado el momento de sacar ese tema —acompañado de un debate más amplio sobre las finanzas— a la palestra. La división del país se traduce en que la mayoría del crudo pertenecerá al Sur, pero la infraestructura para explotarlo —oleoductos, refinerías y terminales de exportación— está en el Norte. El impacto económico de la secesión se dejará sentir en la actual capital. Ya se han puesto en práctica medidas de austeridad para ralentizar el deterioro de la economía, y se van acumulando desafíos políticos que vienen de lejos. La cada vez mayor presión financiera podría debilitar el férreo control del poder que ejerce el Partido del Congreso Nacional y posiblemente alterar la dinámica en la mesa de negociación. Un acuerdo sobre el oro negro tiene que formarse de un paquete financiero más amplio que también aborde la cuestión de la moneda y el reparto de los 40.000 millones de dólares de deuda de Sudán. Asegurar un proceso con el que Jartum pueda vivir, quizá alivie algunas de sus inseguridades actuales y abra la puerta a nuevos avances en otros arreglos posteriores al Acuerdo Global de Paz.

En segundo lugar, los desafíos a los que se enfrenta Sudán del Sur no serán más fáciles a partir de julio. El movimiento rebelde convertido ahora en partido gobernante domina la escena política. Desde el final de la guerra, las voces de la oposición han callado sus reivindicaciones y se han quedado en un segundo plano respecto al MLPS con el fin de preservar el objetivo común de todos los sudaneses del sur: la autodeterminación. Pero ahora que ya se han emitido los votos, ese común denominador ha desaparecido. Cuando el júbilo por el éxito de los comicios remita, el ambiente político comenzará a transformarse lentamente. Los actuales dirigentes deben responder en consecuencia, reconociendo que una auténtica apertura del espacio político no sólo es necesaria sino que les beneficiará a largo plazo. Han de encontrar un modo de gestionar la propia diversidad del sur del país de forma equitativa, para evitar simplemente replicar el tipo de régimen autocrático del que finalmente han logrado escapar.

En los últimos meses, la implicación de Estados Unidos y de la comunidad internacional se intensificó para lograr un referéndum antes de la expiración del acuerdo y un marco para los compromisos posteriores a la consulta. Ahora que el primer objetivo ha sido conseguido, puede que la atención se redirija pronto hacia otros puntos conflictivos del planeta. Pero descuidar el segundo de los propósitos socavará todos los esfuerzos realizados hasta el momento para lograr el primero, y amenazará la frágil paz. La atención decayó de un modo similar tras la firma del acuerdo de paz, y la comunidad internacional no puede permitirse que se repita la historia. Si no se mantiene la vigilancia —y se encuentran modos para reorganizar el proceso— las partes pueden simplemente continuar siguiendo maquinalmente con las formalidades antes de intentar de verdad lograr un gran trato en vísperas de que expire el AGP en julio. Debe evitarse una situación que suponga un riesgo tan alto.

Mientras tanto, Washington y otros de sus socios deben animar al MLPS a avanzar por la senda de una democracia de múltiples partidos y multiétnica. Serán esenciales un proceso constitucional, una gobernanza inclusiva y una tendencia hacia la descentralización. A lo largo de este camino puede ser necesario que se pongan firmes para obtener resultados.

Ahora en Sudán del Sur se está celebrando merecidamente una libertad que ha costado mucho conseguir, pero mañana hay que volver al trabajo.

4-II-11, crisisgroup