´El catalán, ese dialecto´, Pilar Rahola

Gracias al runrún delirante de estos días de pinganillos, reservas de indias lingüísticas y senados arrastrados por las tertulias del imperio, hemos sabido que tan venerable Cámara se gasta unos dineros en hacer la traducción al valenciano del catalán, según verbigracia de unos senadores - y partido afín-que decidieron que se podía hacer política haciendo el ridículo científico. Es decir, no sólo se han gastado una pasta insufrible - capaz de acabar ella sola con todo el déficit de la sanidad pública-con la traducción de los idiomas periféricos al gran idioma castellano, sino que también han añadido la traducción al "idioma valenciano", que, como todo el mundo sabe, es una lengua que nació por inseminación in vitro en los úteros del blaverismo, sin madre ni padre conocidos. ¿Algún parentesco con el catalán? Nada, muy lejano, pura casualidad. De ahí que sus señorías valencianas, versión peperismo fallero, necesiten que alguien les traduzca el bon dia catalán al bon dia valenciano, no fuera que significaran algo diferente. Cosa que puede ser…, pues los catalanes nunca fueron de fiar. En paralelo a tal proeza, ¿alguien ha pedido traducir del castellano al andaluz, al extremeño o a cualquier otro idioma español? Lo digo para acabar de rematar la coherencia científica y la inteligencia general de tan noble Cámara.

Movida, pues, por la sensibilidad lingüística, pero con la preocupación por el déficit público, que no está para según qué dispendios astronómicos, tengo una propuesta por hacer. Como el gusto por aprender lenguas es bastante alto en Catalunya, y parece que los catalanes son capaces de entender el valenciano - si se esfuerzan mucho-,el Senado podría considerar el valenciano como la lengua de unos y otros y usar esta acepción idiomática cada vez que las lenguas proscritas fueran permitidas.

Es decir, pido formalmente que se considere al catalán una versión algo primitiva, y sin duda poco elaborada, del gran idioma valenciano, tan vigoroso y espléndido, que nació por generación espontánea hace pocas décadas. Los siglos anteriores que lo habían situado como un dialecto del catalán sólo fueron una perversión del nacionalismo catalán, que, como todo el mundo sabe, existe desde las épocas de Jaume I. De hecho, ¿Carod-Rovira no se le parece? Esta es, pues, la petición formal de esta humilde e ínclita catalana que siempre sospechó que su idioma no existía y que sólo era una versión cutre del idioma hablado por el presidente Camps. ¿Cómo, que Camps no habla valenciano, sino castellano? Será por eso que no se le entiende nada cuando explica lo de los trajes y otros menesteres. En fin. Que el Senado no se preocupe. Los catalanes haremos un esfuerzo para entender a los valencianos yasí ahorrarnos un dinerito. Yo ya voy empezando a estudiar. Por ejemplo, ¿cómo se dice en valenciano ximpleria?

23-I-11, Pilar Rahola, lavanguardia