´Al pan, pan y al vino, vino´, Quim Monzó

El miércoles, en las Cartas de los lectores, Carmen Villar se quejaba de que, en las panaderías con un único dependiente, ese dependiente coge el pan con la mano y con esa misma mano te cobra, tocando el dinero. Tras lo que pasa a atender al siguiente: coge el pan con la mano con la que antes ha tocado el dinero del cliente anterior, le cobra... Así todo el día. Dice la señora Villar: "¿Cómo es posible esta falta de higiene tan común? ¿No deberían realizar regularmente inspecciones sanitarias?".

A su carta contestó Xavier Vilamala, del Gremi de Flequers, recurriendo de entrada a la sabia pirueta de no reconocer cómo son las cosas, sino explicar cómo deberían ser: "Los productos de alimentación deben ser expedidos con la debida protección, para evitar su contaminación...". Pero así como, otras veces, los que redactan ese tipo de contestaciones simplemente reproducen lo que indica el Manual de respuestas a preguntones cojoneros,Vilamala descargaba las culpas en "las autoridades sanitarias" y no se escaqueaba de la pregunta de la lectora. Le contestaba: "La mala práctica denunciada obedece en ocasiones a personas o establecimientos comerciales que se han incorporado al sector de la panadería sin la debida formación ni conocimientos en la manipulación de alimentos".

Y es ahí donde su argumentación se convierte en resbaladiza. Dice que, "en ocasiones", "obedece" a personas o establecimientos novatos y sin preparación, pero mi experiencia no es esa. En mi barrio hay bastantes panaderías. La mayoría, pésimas; de esas que venden pan que es puro chicle. Pero hay tres buenas. Compro pan en estas, en una u otra según de donde venga al volver a casa. Las tres llevan décadas abiertas. No se "han incorporado al sector de la panadería" hace dos días, como sugiere Vilamala. Y, en las tres, la persona que te da el pan es la misma que te cobra: con la misma mano, sin guantes desechables ni mandangas legalistas. Hace muchos años, cuando la normativa dictó que quien tocaba el pan no podía tocar el dinero, muchas panaderías instalaron un mostradorcito separado, con la registradora, y ahí se situaba la persona encargada de cobrarte, que no tocaba el pan. Pero pasaron los años y, como hasta el más lerdo ha entendido que las normas son pura guasa, han vuelto al método tradicional: la misma persona que te da el pan sale del mostrador y te cobra en la registradora del mostradorcito, sin higiene de ningún tipo. Incluso, para ahorrarse el paseíllo, en una de mis tres panaderías han vuelto a colocar una registradora en el mostrador. ¿Para qué andarse con tapujos? Dice el presidente del gremio que "las autoridades sanitarias deberían preservar el cumplimiento de la normativa en todo tipo de establecimiento que comercialice productos de alimentación". Permítame que me carcajee, señor Vilamala.

22-I-11, Quim Monzó, lavanguardia