dossier grip a Túnis i refredat al Magrib (i Machrek)

Miles de jordanos se manifestaron ayer en numerosas localidades del país pidiendo al rey Abdalah II la dimisión del Gobierno del primer ministro, Samir al Rifai, al que consideran responsable de la subida de precios de los alimentos básicos. Una de las mayores concentraciones se produjo tras la oración del mediodía en la gran mezquita del rey Husein, en el centro de Ammán. Ayer fue el segundo viernes en que los jordanos se echan a la calle, a pesar de que a principios de semana el Gobierno anunció una rebaja del 6% en los precios de los productos básicos y de algunos combustibles. La respuesta a las protestas de ayer fue una promesa de aumentar los salarios a funcionarios, militares y pensionistas.

Islamistas, sindicatos y grupos de izquierda marcharon por el centro de Ammán coreando lemas contra el primer ministro Rifai; en total unas cinco mil personas, una manifestación considerablemente mayor que las de la semana anterior. El domingo pasado, unas tres mil personas se concentraron ante el Parlamento.

"Oh, pueblo de Jordania, rebélate contra la pobreza y el hambre" y "No al saqueo del país" eran algunos de los lemas que se coreaban, incluidas las demandas de dimisión del Gobierno. Las marchas se reprodujeron en Zarqa, Irbid, Karak, Tafilah y Salt, y fueron convocadas por el Frente de Acción Islámica (FAI), el mayor partido de la oposición, de tendencia moderada, cuyo líder, Hamzeh Mansur, instó esta semana al rey Abdalah a cambiar el Gobierno y disolver la cámara de diputados. El FAI y grupos liberales boicotearon las elecciones legislativas de noviembre - que calificaron de no transparentes-y los candidatos oficialistas se hicieron con la victoria. El Parlamento anterior, incapaz de encarar los problemas económicos, ya fue disuelto por el rey.

Jordania es una de las economías más pequeñas del mundo árabe, muy dependiente de la ayuda exterior y afectada por un aumento récord de la deuda pública. Abdul Hadi Falahat, líder de la Unión de Profesionales - que agrupa catorce sindicatos-acusaba ayer a "sucesivos gobiernos" de enjugar una deuda causada por la corrupción "con los bolsillos de la gente". El Gobierno, sin embargo, mantiene una serie de subsidios sobre los alimentos, el agua y la electricidad para cubrir una espiral de precios.

22-I-11, agcs/red, lavanguardia

Un argelino de 37 años, padre de seis hijos, se roció de gasolina e intentó quemarse ayer en El Ued, en el este del país. Su caso - un vendedor ambulante hostigado por la policía-es similar al del primer suicidado tunecino, el 17 de diciembre. Es el octavo intento de suicidio en Argelia en una semana. El lunes, una mujer trató de prenderse fuego en una asamblea comunal en Sidi Ali Benyub. Gracias a los asistentes, sólo sufrió quemaduras en la mano.

En Sharm el Sheij, localidad egipcia del mar Rojo convertida por Mubarak en centro de conferencias internacionales, la Liga Árabese ha ocupado, al fin, de Túnez. Su secretario general, Amro Musa, ex ministro de Exteriores egipcio, hizo una declaración de un estilo poco habitual al decir que había sido resultado del "desánimo de los árabes por la pobreza y el desempleo". "(Lo acontecido en Túnez) no es algo que esté muy lejos de todos nosotros", advirtió. economías. Arabia Saudí y Kuwait prometieron cada uno 380 millones, y los demás miembros 215. Ya en la anterior reunión, en Kuwait, se había propuesto esta ayuda a través de un banco que concediese créditos a corto y medio plazo a los jóvenes.

Muchas veces las iniciativas de la Liga Árabeno se aplican por el incumplimiento de las promesas de sus miembros. La conferencia trató del conflicto palestino-israelí, de las conexiones eléctricas y de las comunicaciones por tierra y mar, y cuando el rais Mubarak pronunció su discurso sólo mencionó la situación de Túnez desde un punto de vista económico. Lo regímenes árabes siguen sin pronunciarse sobre el conflicto, considerado un tema interior, a excepción del jefe de Estado libio, Muamar el Gadafi, que lamentó la precipitación de los tunecinos de no esperar el anunciado término del gobierno de Ben Ali en el 2014 y provocar la anarquía y el miedo.

El soberano de Kuwait, en su edulcorado lenguaje, expresó su deseo de que los tunecinos superen esta "crítica situación". El emir ha prometido la distribución de raciones alimenticias por valor de 600 millones de euros a sus súbditos, además de una subvención especial de 3.000 euros a cada uno. Yel rey de Arabia Saudí, también por precaución, ha anunciado el aumento de ayudas a fin de reducir el desempleo y estimular la economía. De todas formas, las florecientes monarquías petroleras del Golfo son los estados en que menor es el impacto de Túnez. Aunque el 90% de los árabes comparten con los tunecinos la pobreza, falta de libertad y corrupción de sus dirigentes, cada país cuenta con sus especiales circunstancias. Tampoco hay que sobrevalorar la capacidad de adaptación de sus regímenes.

La huida de Ben Ali ha sido un fenómeno nuevo en el mundo árabe. La transición política es todavía incierta y puede oscilar entre una situación ejemplar o un nuevo conflicto de poder. Si los gobernantes árabes se mantienen a la defensiva, sus poblaciones se han conmovido con las imágenes tunecinas, incesantemente emitidas por Al Yazira.

20-I-11, lavanguardia

El suicidio a lo bonzo del joven que desató la rebelión tunecina sigue teniendo imitadores. Yacub Uld Dahud, de 43 años, se quemó ayer en Nuakchot para protestar por la situación en Mauritania. Se prendió fuego ante el Senado. En el hospital se le detectaron quemaduras en un 95% del cuerpo. En El Cairo, Abdo Abdelmoneim, de 50 años, intentó quemarse frente a la Asamblea Nacional por no recibir bonos para el pan. Se lo impidió la policía, y sólo tiene quemaduras superficiales. En Argelia, donde ya murió un suicida, otros jóvenes intentaron ayer hacer lo mismo.

18-I-11, lavanguardia

Mohcin Buterfif, de 27 años, murió ayer tras quemarse a lo bonzo el sábado, frente al Consistorio de Bujadra, cerca de la frontera con Túnez. Exigía trabajo y vivienda. Con un hecho similar comenzó la revuelta tunecina. Es el cuarto caso revelado en Argelia, si bien los anteriores no perecieron.

Sindicalistas, islamistas y partidos de izquierda - unas 3.000 personas, como las jóvenes de la foto-se concentraron ante el Parlamento de Ammán para protestar por la inflación y la política económica del Gobierno. Un manifestante dijo: "Sufrimos los mismos males que Túnez".

17-I-11, lavanguardia

En Túnez, en Argelia, la rebelión es juvenil, yno tiene por ahora carácter islamista. La alternancia, sin embargo, tan deseada en el poder de los países árabes sigue siendo la de esta tendencia radical, ya que los grupos laicos, los que ondean la bandera de la democracia, están muy fragmentados y carecen de fuerza popular.

La salida de Túnez de Ben Ali ha sido un gesto casi único en los hábitos de los gobernantes árabes, a excepción de los golpes de Estado militares o derrocamientos de regímenes monárquicos, como el de Egipto en 1952. Estos estadistas tienden a eternizarse en sus poltronas, como Muamar el Gadafi , el decano, en Libia, o el rais Mubarak en Egipto.

Es interesante preguntarse si esta decisión del presidente tunecino, que sucedió en 1987 a Burguiba, padre de la patria y héroe de la independencia, podría repetirse. ¿Es imaginable que Gadafi, Mubarak, Asad hijo - que instituyó la república hereditaria en Siria-cediesen ante las embestidas de los rebeldes, frustrados por la corrupción e inmovilidad de sus gobiernos? En Egipto, el octogenario rais no ha descartado la reelección en los comicios de este año. Siria es uno de los países árabes más estables, y nadie quiere comprometer su situación. Nunca el mal llamado mundo árabe ha vivido un tan largo periodo sin pronunciamientos ni guerras con Israel (la última con ejércitos regulares árabes fue en 1973).

Pero este año ha empezado con graves y diferentes conflictos internos: en Egipto con las consecuencias del pucherazo electoral contra los Hermanos Musulmanes o los atentados a los cristianos coptos; en Líbano, con el hundimiento del gobierno de unidad nacional; en Sudán, con la incertidumbre de una guerra en el sur.

Los regímenes árabes son incapaces de progresar, de democratizarse, como se mostró en las elecciones de Bahréin, Jordania y Egipto. El sector más numeroso y frustrado de su población son estos jóvenes desesperados, sin esperanzas ni ilusiones. En Túnez son el 75%. ¿Es esta nueva generación juvenil la que derribará a los dictadores? El miedo a una alternativa islamista, el pánico al hundimiento del statu quo que garantiza la estabilidad son factores difíciles de eliminar...

La nota oficial dice: "A fin de apoyar la seguridad y estabilidad de su país, el Gobierno saudí da la bienvenida al presidente Zine el Abin Ben Aliy asu familia". Los gobiernos del Magreb y del Machrek se han guardado de hacer declaraciones. La Liga Árabe,tradicionalmente ineficaz, ha difundido un edulcorado comunicado en el que apela a la unidad de "las fuerzas políticas tunecinas para mantener la paz". Nunca un gobierno árabe había caído a causa de una rebelión popular. En los años cincuenta y sesenta tuvieron lugar muchos golpes de Estado que cambiaron sus regímenes autoritarios por otros parecidos o bien golpes palaciegos en las monarquías petrolíferas del Golfo.

En El Cairo se congregaron ayer numerosos manifestantes ante la embajada de Túnez que gritaron consignas contra Mubarak. Tanto en Egipto como en Siria, continúan en vigor las leyes de excepción que impiden las protestas callejeras. Sólo en Jordania ocho mil personas protestaron en varias localidades, entre ellas Ammán, contra la carestía de la vida, sin incidentes. En Irbid, la segunda ciudad del Estado, exigieron la dimisión del primer ministro Rifai. La Cofradía de los Hermanos Musulmanes, que como en Egipto fue derrotada en las legislativas del año pasado, y otros grupos políticas y sindicales islamistas participaron en los actos.

Este embarazoso silencio oficial contrasta con el entusiasmo de los testimonios de fotografías y vídeos que muchos ciudadanos de diferentes países árabes difunden a través del Facebook o de Twitter. La libertad de internet no puede ser limitada por las barreras que imponen estos regímenes. Las imágenes tunecinas que transmite el canal Al Yazira y otras cadenas de televisión conmueven a sus vastas audiencias.

Es tentador hacer comparaciones con otros países árabes a los que podría llegar una situación semejante. En primer lugar, Egipto, cuya pauperizada población siempre ha suscitado la idea de que podría desencadenar una explosión, pese a la estereotipada creencia de su sumisión secular.

También se especula con el llamado efecto dominó que se extendería por los estados vecinos - ocurrió en los países comunistas-como Argelia, Libia y Marruecos. Este último está considerado menos expuesto a tales turbadores vientos. Muchos de los problemas de la sociedad de Túnez son compartidas por los demás pueblos árabes. Quizá por la condescendencia de los europeos, se creía que el pueblo tunecino era menos oprimido y con mejores expectativas.

El desempleo, la marginación social y económica, la falta de libertad, el sueño roto de la fascinación de Europa, no tienen límites. Una chispa prendió esta hoguera de Túnez. Si son muchos los árabes que creen que la explosión en sus países es inevitable, nadie sabe cuándo llegará. Hasta ahora, disidentes y opositores a los regímenes establecidos desde el Atlántico hasta el Golfo no han sabido ni infiltrase en sus gobiernos, ni crear una vigorosa identidad política ni arraigarse en sus bases sociales. Su lucha, su sueño de una primavera árabe, no se ha expresado todavía en una mantenida fuerza de oposición verdaderamente popular.

15/16-I-11, T. Alcoverro, lavanguardia