protestes socials a Tunis i Algèria

Entre manifestaciones, huelgas - como la de los abogados-,protestas estudiantiles y suicidios, la agitación social se va extendiendo a diversos puntos de Túnez. En este marco, el rapero tunecino Hamada ben Amor fue detenido a última hora del jueves por colgar en internet una canción crítica con la política del Gobierno y que habla de los problemas de la juventud y del paro. Horas antes, fue arrestado Aziz Amami, un conocido bloguero, después de que una compañía de seguridad tecnológica denunciara queactivistas informáticos habían atacado webs oficiales como la del presidente Ben Ali, el Gobierno o la bolsa. Las acciones de protesta se han convertido en las más generalizadas y violentas en los 23 años de mandato de Ben Ali. Ahora, la fuerte alza de los productos alimenticios hace temer que las protestas se enroquen.

Túnez y Argelia son ahora escenario de protestas sociales. Estos dos países del Magreb tienen características distintas. Argelia es un país que posee gas natural en abundanciayTúnez es el país de la región cuyos índices económicos son menos negativos. Pero los dos países tienen bastante en común. En primer lugar, la ausencia de democracia; en segundo, la corrupción que afecta a una burocracia que impide el desarrollo empresarial, y en tercer lugar, la protesta de una juventud que al alto índice de desempleo que sufre actualmente debe añadir su desesperación ante el futuro. En diversas ciudades de Argelia se han producido esta semana protestas por la subida de algunos productos básicos. Los grandes protagonistas han sido los jóvenes, mayoritariamente en paro y sin futuro bajo un régimen autoritario que pretende seguir teniendo algo de socialista. Y en Túnez, cuya economía es más liberal, la protesta empezó hace ya tres semanas, cuando un joven de 26 años se prendió fuego después de que su carro de vendedor fuera volcado por la policía, lo que encendió la llama de la protesta juvenil. Después, los colegios de abogados convocaron una huelga que fue seguida por el 95 por ciento de los letrados del país. Los países del norte de África, así como los del mundo árabe, son una de las grandes víctimas de la globalización. Y la razón económica de que esto sea así es su falta de competitividad económica. Los experimentos económicos no han faltado en el norte deÁfrica. Es el caso de Egipto, la potencia demográfica árabe, emplazada en el extremo nororiental del continente africano. Con Gamal Abdel Naser, la economía egipcia siguió las recetas socializantes; el experimento no funcionó. Con su sucesor, Anuar el Sadat, la economía se abrió; tampoco funcionó, y, finalmente, con Hosni Mubarak, en el poder desde 1981, la economía se liberalizó; otro fracaso. Desde el punto de vista económico hay dos obstáculos que se oponen al desarrollo en los países del norte de África: una burocracia que, corrupción mediante, pone palos en las ruedas empresariales, y la inexistencia de un sistema bancario funcional. Pero, evidentemente, hay algo más que explica la convulsión social que ahora viven estos países: la no existencia de una auténtica transición a la democracia. El fracaso de estos regímenes (Ben Ali lleva veintitrés años en la presidencia de Túnez) no sólo explica las protestas, sino también el resurgir del islamismo o islam político, que no deja de ser también una reacción a la crisis social y económica que atenaza a la juventud.

La policía antidisturbios se desplegó ayer, viernes de oración, en torno a las mezquitas y los edificios públicos de las principales ciudades de Argelia, sin que por ello cesaran las protestas callejeras de los jóvenes por la carestía y el paro. Las autoridades suspendieron los partidos de la liga profesional de fútbol para evitar concentraciones. Al menos una persona, un joven de 18 años, falleció ayer por disparos de la policía contra los manifestantes en Msila, al este de Argel. Otras tres personas resultaron heridas.

El Gobierno argelino guardó hasta ayer silencio sobre los incidentes desde que empezaron las movilizaciones en varios puntos del país, el pasado miércoles. El ministro de Juventud y Deportes, Hachemi Djiar, llamó a los jóvenes a "dialogar" porque "las carencias pueden ser resueltas de forma pacífica y con un poco de paciencia". El ministro de Comercio, Mustafa Benbada, aseguró que "en breve" el Estado regulará los precios del azúcar y el aceite. En los últimos seis meses, los precios de los productos de primera necesidad han aumentado drásticamente, en algunos casos hasta un 30%.

La radio estatal informó ayer de que las manifestaciones han afectado a trece ciudades, sobre todo en la Cabilia, Constantina, Buira y Tipaza. En Argel se vivió el jueves la segunda noche de movilizaciones y actos vandálicos, como el asalto a comercios mayoristas de alimentos, un supermercado, una joyería y una oficina de correos. En otras ciudades fueron atacados centros oficiales y bancos.

La sede del Ministerio de Defensa era ayer uno de los edificios más protegidos en la capital, después de que la noche anterior un grupo de jóvenes intentara cortar el acceso quemando neumáticos en medio de la calle. En el centro de la capital, sobre todo cerca de la central de correos y en la elegante calle Ben M´hidi, patrullas policiales a pie y unidades antidisturbios vigilaban el más mínimo movimiento sospechoso, mientras que los barrios considerados más conflictivos eran sobrevolados por helicópteros.

Los manifestantes, en su grito de protesta por la "mala vida", se han enfrentado estos días con piedras, botellas rotas, bengalas y palos o armas blancas a la policía. Así ocurrió ayer en Annaba - donde hasta entonces no había habido choques-a la salida del sermón del viernes en el barrio popular del Gasómetro, y también en Orán, la metrópoli del oeste del país. Las autoridades guardan silencio sobre la cifra de detenidos.

"Gritamos, quemamos y rompemos" porque es el único lenguaje que entienden, viene a decir un joven de Bab el Ued que se identifica como Johnny y dice tener 18 años. "No queremos más esta vida sin futuro, ¡no la queremos más!", añade. En este barrio popular de Argel, considerado el corazón de toda revuelta en el país, abundan los policías de paisano - pero armados-y sus confidentes.

En Belcourt, otro denso vecindario donde se retomó la protesta ayer a la salida de las mezquitas, Abdelnour, de 24 años y padre de familia en paro, cree que "los jóvenes de hoy no son como los de la revuelta del hambre de 1988, son más violentos". "Y tienen todo por ganar si logran arrancar el dinero a los peces gordos de este país rico en millones de dólares en petróleo", explica.

8-I-11, lavanguardia