diari de Xavier Aldekoa, enviat especial

13-I-11, 60% es la participación electoral necesaria para validar el referéndum para la independencia de Sudán del Sur. Ayer se superó este porcentaje.

13-I-11, El salón de la casa de Marial condensa la riqueza y la variedad de Sudán. Joseph Marial, de 56 años, saca pecho orgulloso de su microcosmos de diversidad religiosa. De sus diez hijos, seis son musulmanes y cuatro cristianos. "Yo mismo no seguía el islam hasta hace quince años, mis padres eran cristianos, pero decidí seguir otro camino, por eso doy libertad a los míos", explica.

Sudán es eso. En un país con la extensión de cinco veces España, viven unas 570 etnias y el cristianismo y el islam se funden con credos locales. El propio Marial es un tópico derribado. Es el portavoz del Foro Musulmán para la Independencia de Sudán del Sur. Caer en la trampa de reducir el conflicto sudanés al Norte musulmán contra el sur cristiano - salpicado de lucha por el petróleo-tiene el contrapunto de Marial. También hay musulmanes del sur por la independencia.

"Queremos ser libres políticamente, socialmente y religiosamente. Al Bashir usó la religión como arma política, eso no es de buen musulmán", opina. Aunque él no tendría problemas en seguirla, rechaza que la charia, ley islámica que Jartum ha prometido endurecer en el norte si el sur se independiza, deba ser impuesta. "Cuando el norte quiso imponer la charia, el sur se rebeló. Hay que respetar razas, religiones y costumbres, convencer con palabra y actos, no con armas".

El presidente del foro, Garang Malith Aknar, no teme al futuro. "Si el problema fuera la guerra entre cristianos y musulmanes, tendríamos miedo a la independencia, y no es así. La puerta está siempre abierta, ni siquiera hay muros". Es verdad. El local donde se reúnen los musulmanes de Yuba por la secesión está rodeado por una hilera de finas cañas.

Aunque Malith esté confiado, el contexto sí cambiará. En Sudán, el islam era la religión mayoritaria, con casi el 75% de la población, pero cuando las urnas se abran, pasará a ser minoría en el nuevo país. Según el Gobierno sureño, en el nuevo Estado más de la mitad de la población será cristiana (50%-60%), un tercio seguirá credos locales y el 22% rezará a Alá. El total no suma cien porque, como en otros países africanos, una persona a menudo sigue creencias autóctonas además de ser cristiano o musulmán. La pérdida de peso no afecta a Malith. "La independencia no traerá problemas aunque seamos minoría.

Al revés. Habrá más libertad para comerciar, negociar con el petróleo y el oro, seremos más libres". En la mezquita verde sufí de Yuba tampoco nadie teme nada. En el patio trasero, Sileman Abdelakarim, musulmán de Darfur, charla con Robert Denaya, cristiano. "Somos todos iguales, hermanos, y así seguiremos", dicen. El imán Ibrahim Abdala Bashir dice que los tópicos son mentiras con veneno suficiente para separar a pueblos. "Los musulmanes no somos del norte o del sur. Yo me siento sudanés del sur, soy musulmán y apoyo la secesión".

12-I-11, A Philip Atem la chaqueta le viene grande. Un par de tallas como mínimo. Y se traba un poco al hablar porque la pasión puede a la calma. Con apenas veintisiete años, es el presidente del sindicato de periodistas de Sudán del Sur. Su historia es la de un niño con un sueño imposible. De pequeño, la guerra le llevó a refugiarse en Uganda y Kenia, donde se empeñó en que un día sería periodista. Era una locura. "Durante la guerra no había periodismo en el Sur, era un país mudo, decidí trabajar para hacer escuchar la voz de la gente como yo, por eso nunca perdí la esperanza de ser periodista en un país sin periodismo", explica. Desde el acuerdo de paz del 2005, los anhelos de chicos como él empiezan a ver la luz. "Con la paz empezaron a publicarse los primeros periódicos propiamente del Sur, muchos cerraban en uno o dos meses, pero la pasión sigue viva. Con la independencia aquí se abre la era del periodismo libre", dice.

La nueva nación - nadie duda que el sí a la secesión será abrumador-traerá nuevos símbolos. El día que se publiquen los resultados del referéndum, previstos para mitad de febrero, verá la luz un nuevo periódico. Su nombre está obligado a no ser original: Al Estigillal (Independencia).

Por ganas no será. Yai de Dut, uno de los cinco fundadores, explica que "está a punto de nacer Sudán del Sur y el diario será una herramienta para que la población conozca sus derechos y denunciar el nepotismo, la corrupción o el tribalismo". "Queremos que sea un puente de unión entre lo hermanos del Norte y los del Sur", sostiene.

Con el tiempo, Dut quiere combinar árabe e inglés en los reportajes. También generaciones. "La mayoría de los periodistas son muy jóvenes y habrá que aprender rápido. Las ganas de informar libremente son enormes", asegura. Noticias no faltan. El tercer día del referéndum se repitió el goteo de votantes - un 20% votaron el primer día-,de violencia - hubo diez civiles muertos en un ataque en la frontera con el Norte-y de cinismo: Jartum rechazó que vaya a asumir la deuda externa de 37.000 millones de dólares.

Falta poco para que noticias como esas inunden el edificio blanco de una de las esquinas del Africa Park, donde estará la redacción de Al Estigillal.De momento, se imprimirá en el Norte, porque en el Sur es imposible. No hay imprentas. Aunque ya se ha comprado el edificio para albergar las máquinas en Yuba, no hay dinero para adquirirlas aún.

Recién llegado de Jartum, Mohamed Awad, director del nuevo diario Al Jareeda (El Periódico), advierte que independencia no es siempre sinónimo de libertad. Después de vivir 25 años en Catalunya, donde estudió un máster de periodismo, lo dejó todo para fundar un nuevo diario. Opina que las ganas no eliminarán todas las trabas. "Es cierto que no hay total libertad de prensa en el Norte, pero tampoco en el Sur. Hay periódicos del Norte prohibidos en Yuba. Si no se puede criticar al poder, no hay periódicos libres. Y en la nación más joven del mundo, un periodismo libre será vital", apunta.

11-I-11, A veces, la inquietud va por barrios. El segundo día del referéndum para decidir si el Sur de Sudán se independiza del Norte fue una balsa de aceite en la mayor parte de las regiones del Sur. Salvo donde había más temor a las chispas: el área central de Abyei registró los últimos tres días choques entre facciones respaldadas por Norte y Sur respectivamente que han causado al menos 60 muertos y varios heridos. La semana pasada, el ministro de Asuntos Exteriores de Sudán del Sur, Deng Alor Kuol, advirtió que algunos grupos intentarían provocar inestabilidad durante la consulta que se cerrará el próximo domingo. Tenía razón.

El portavoz del ejército del Sur, Philip Aguer, acusó a Jartum de querer desestabilizar. "Un grupo de hombres de la etnia misseriya, vestidos con uniformes del ejército del Norte, han atacado a Dinkas y han matado de 20 a 23 personas, entre policías, soldados y civiles. Su intención era encender el conflicto e intentar ocupar posiciones donde hay agua y petróleo", explicó por teléfono.

El secretario del foro para el referéndum en Abyei, Deng Mading, comunicó la muerte de cuarenta misseriya (árabes del Norte). Hay por lo menos 68 heridos de ambos bandos. Los choques continuarán: "Habrá más ataques, los misseriya se están rearmando y volverán a cargar", aseguró Aguer, quien confirmó que dos personas fueron detenidas el domingo en Yuba con cuatro cajas de 700 cartuchos de munición para AK47.

No es extraño el repunte de violencia en Abyei. Esta zona fronteriza es uno de los puntos clave - y más delicados-para que el proceso de paz de 2005 llegue a buen puerto. De hecho, estaba previsto un referéndum paralelo en Abyei para decidir si la región pasaba a formar parte del Norte o del Sur. Se ha atrasado sine die.

Desde hace siglos, los árabes nómadas misseriya llevan a pastar su ganado a las tierras más fértiles del Sur, donde encuentran agua para sus reses. Allí, viven los dinkas (africanos y cristianos o animistas). Al conflicto tribal por los recursos naturales se unen otros intereses: la zona tiene mucho petróleo. Pese a la batalla de cifras - hace seis años decían que la zona tenía el 25% de las reservas de crudo del país y ahora Jartum filtra que no son ni el 5%-,el control de Abyei es un obstáculo en el proceso de independencia del Sur. "El presidente sudanés, Al Bashir, se toma Abyei como una cuestión personal. Si no lo resolvemos será un problema", declaró el ministro Alor.

La esperanza es que las chispas no enciendan un fuego que reabra la guerra. En Yuba nadie parecía inquieto. El día laboral restó gente a las filas en los centros electorales, pero hubo un goteo de votantes felices. Uno de ellos, el joven Deng Madut, tenía cuatro años cuando empezó la guerra de 1983. "He nacido y vivido en guerra, basta ya, voto para que vivamos en paz", pedía.

10-I-11, Como si fuera de boda. Ashol Wiev se vistió ayer de día grande. Llevaba camisa nueva ajustada, tacón corto y pendientes largos. Había ido al peluquero el día antes y se había pintado las uñas de azul brillante. Aún tenía purpurina entre los dedos. Todo porque ayer era un día especial. "Siento algo muy bonito, estoy esperanzada, muy feliz", decía bajo la sombra del mango que cobijaba su colegio electoral en el barrio Hai Prison de Yuba.

Nada de lujos: dos sillas y mesas de plástico al aire libre, cabina electoral de cartón y cuatro cintas para delimitar espacios. Más que suficiente porque la ilusión de Wiev era la de un niño en la noche de reyes. Sólo un problema: después de votar tenía que mojar en tinta indeleble la mitad del dedo meñique como señal de que había votado. Y ni hablar. "Me han dejado mojar la huella dactilar del dedo para no estropear el esmalte, día perfecto", reía divertida después de votar.

Había motivos para estar contento en Sudán del Sur. Los sursudaneses acudieron en masa a las urnas en el primer día del referéndum por la independencia de del Sur. La jornada fue tranquila, sin incidentes de gravedad y un éxito de salud democrática.

Muchos sursudaneses habían hecho un largo viaje para votar. Wiev, que estudia en Jartum, fue una de los 160.000 afincados en el Norte que tiene raíces en Yuba que voló para participar en un día histórico. La mayoría de los sursudaneses que viven en el Norte - más de medio millón-no quisieron por miedo o no pudieron. Como su hermano. "Se ha quedado en casa muy fastidiado, viajó desde Jartum pero llegó tarde para registrarse y hoy no puede votar", comenta Wiev.

Las filas en a los colegios electorales fueron kilométricas. William Atak fue de los últimos en depositar su voto. Le tocó en el mausoleo al héroe nacional y arquitecto del proceso de independencia, John Garang, muerto en un accidente de helicóptero durante las negociaciones. El colegio electoral es el más grande del país, así que a Atak le tocó esperar. "He estado ocho horas en la fila, sé que tenemos una semana para votar pero quería hacerlo el primer día. Hemos luchado y soportado la opresión del norte durante años, hoy había que estar aquí", señaló.

Hasta mediados de febrero no se esperan los resultados, que serán válidos si vota un 60% de los votantes registrados. Aunque llegar a esa cifra puede ser un problema en zonas rurales, de difícil acceso por una red de carreteras sin asfaltar en una extensión del tamaño de Francia, sólo en el colegio electoral de Garang, donde están registradas 12.000 personas, ayer votaron más de 4.000. El primero, el presidente Salva Kiir. A las ocho de la mañana, el sombrero negro de ala ancha del líder sursudanés apareció entre un avispero de periodistas. Su discurso recordó la lucha y pidió paz: "Garang y aquellos que murieron con él en la lucha están hoy entre nosotros y esperamos que no hayan muerto en vano".

En el país estuvieron ayer los políticos estadounidenses John Kerry y Jimmy Carter que se unieron al antiguo secretario de la ONU, Koffi Annan, y al actor George Clooney, para apoyar la celebración de una consulta popular pacífica y transparente.

Esa es la esperanza de todos. Nadie quiere hablar de otra guerra civil por los recursos naturales (petróleo, agua y tierra fértil) y avivada por los intentos del Norte - de mayoría árabeymusulmán-de islamizar al Sur, de mayoría animista y cristiana. Majouk y Nun Gabriel alejaban fantasmas con su alegría justo después de votar por la secesión. "Ayer nos fuimos a celebrar el día del referéndum y empezamos a hacer cola a las tres de la mañana sin dormir. Habrá paz, no hay nada que temer", aseguraban.

Ambos coinciden en que la independencia no será la estación final: "Si quieres construir una casa, primero tienes que limpiar las hojas, preparar los cimientos y luego poner ladrillos. Con el referéndum Sudán del Sur ha empezado a limpiar las hojas".

El árbol de Navidad con luces parpadeantes del recibidor acentúa la soledad del edificio. No hay nadie en toda la estancia y el lujo no es acogedor. El nuevo palacio de Gobierno de Yuba, que ocupa una enorme extensión en el centro de la ciudad, espera a que el referéndum confirme la secesión para empezar a funcionar. Mientras, las salas de reuniones con pantallas planas y las habitaciones de un hotel cinco estrellas descansan vacías.

Hay incluso una cocina de treinta metros cuadrados y una habitación sólo para jugar al ajedrez. Cada pieza, del tamaño de una botella de vino, está tallada con esmero. La suntuosidad del recinto contrasta con el exterior. El país que está a punto de nacer es una nación arrasada por casi cuatro décadas de guerra y su población es de las más castigadas del mundo. Las cifras de subdesarrollo para Sudán del Sur de las oenegés se entregan bajo el epígrafe Scary statistics entre las mujeres el índice llega hasta el 92%-,sólo uno de cada diez niños está vacunado y la mitad de la población necesita asistencia alimentaria. Según la ONU, el 90% de los sursudaneses vive con menos de un dólar al día. Algunos profesores tiene que usar megáfonos para hacerse oír en clases atestadas de alumnos.

"Es un palacio con todo lujo de detalles, hace justicia a nuestro país, todo está listo para acoger al futuro de Sudán del Sur", opinan Joseph y Lino, nombrados guías para la visita de este diario al ostentoso edificio.

No se separan de mi ni un instante "por motivos de seguridad", dicen. A ellos también les deslumbra la opulencia: en el segundo piso, en una sala con sillones y una pantalla de plasma XXL, desenfundan sus cámaras y se hacen fotos frente al televisor. Al otro lado de la escalera de madera, coronada por una lámpara de cristales de casi cinco metros, está la otra joya de la corona: un bar y una sala de descanso. También hay una pantalla de plasma gigante. Fuera, las farolas de la valla son las únicas que iluminan las calles de alrededor.

El ex presidente Jimmy Carter, dijo en Yuba que el peligro del nuevo Estado será la decepción. "Hay grandes expectativas y no todas van a realizarse, como la inmediata prosperidad económica, la educación o la sanidad... Habrá una gran desilusión".

El temor es que los enormes dividendos del petróleo no repercutan en una mejora de la vida de la población. La corrupción, a gran y pequeña escala, es otro debe. El aeropuerto y la policía cobraban estos días tasas arbitrarias a los periodistas. No siempre la misma cantidad. Durante los últimos años de semiautonomía apenas se han construido unas pocas carreteras. En cambio se han creado ministerios con aire acondicionado o viviendas para políticos.

El hospital y la cárcel de Yuba siguen siendo tercermundistas. Karen, trabajadora humanitaria británica apunta una diferencia: "Cada vez se ven más todoterrenos en las calles". Al salir del palacio de Gobierno, los guías nos acompañan al hotel en un todoterreno nuevo.

9-I-11, lavanguardia: Hay milagros con forma de urna. el sur de sudán iniciará hoy el principio del fin de una pesadilla de casi cuatro décadas de guerra civil, con 22 años de conflicto seguidos, que se empezó a cerrar con el acuerdo de paz del 2005. parecía imposible pero, gracias a un consenso internacional sin fisuras –y el interés común por hacer negocios con olorapetróleo–, el sueño de libertad del sur está cerca de producirse vía un referéndum histórico. hoy, las ganas de caminar libres difuminarán la miseria de un país que, de independizarse, se incrustará de lleno en la lista de países más subdesarrollados del mundo. el conflicto deja más de dos millones de muertos en el surymedio millón en el norte, y un país arrasado. pero en las horas previas al día grande, el ambiente en yuba era de felicidad total. de ganas de disfrutar de un momento para la historia: desde hoy y almenos hasta el 15 de enero, casi cuatro millones de sursudaneses –a los 3,7 millones de votantes del sur hay que sumar 160.000 que viven en el norte y 60.000 de la diáspora– decidirán si el país más extenso de áfrica se parte en dos. para que el referéndum sea válido deberán participar al menos el 60% de los votantes –si no, se debería repetir en 70 días– y los resultados oficiales no se esperan hasta mediados de febrero. después se abrirá un proceso de transición hasta el 9 de julio, fecha en la que está prevista la proclamación de la independencia. y todo indica que así será. "mañana estaré el primero a las ocho de la mañana en la puerta de la escuela para votar. no me puedo creer que este día haya llegado", decía ayer emocionado atif deng, encargado de un colmado del centro de la ciudad. su emoción es la de casi todos. el voto a favor de la independencia se presume masivo y rozará el 96%, según las encuestas. la cita es histórica para áfrica. desde el dibujo de las fronteras africanas en la conferencia de berlín de 1885 –luego refrendadas por el precedente de la actual unión africana al llegar las independencias–, nunca una parte de la población había podido decidir su independencia. aunque en 1993 eritrea votó a favor de separarse, lo hizo para volver a sus fronteras como colonia italiana, así que es la primera vez que una región puede nacer como un nuevo país. eso siempre que el proceso no estalle por los aires. el presidente de sudán del sur, salva kiir, avisó que no caería en provocaciones como las de ayer, cuando 19 civiles fueron asesinados en choques tribales en la disputada zona fronteriza –y llena de petróleo– de abyei. kiir prometió una coexistencia pacífica con el norte si el sur vota por la secesión y subrayó que el referéndum no es el final del camino, sino el comienzo de uno nuevo. también se alineó con las palabras pacificadoras del líder del norte, omar al bashir, quien aseguró que respetaría los resultados. nadie se acaba de fiar, porque la palabra de al bashir siempre ha sido de cartón piedra. el presidente del norte está acusado por la corte penal internacional de crímenes contra la humanidad, genocidio y crímenes de guerra, y ha desviado 9.000 millones de dólares a su cuenta bancaria personal. por eso, todo el mundo tendrá los ojos cerca del proceso para que nadie lo torpedee. casi 1.400 observadores internacionales y 17.000 locales velarán por la transparencia del referéndum. si es así, al bashir tendrá premio: ee.uu. ha prometido sacar a sudán de la lista negra de países que apoyan el terrorismo– en los noventa, bin laden vivía en el país sin que jartum le molestara– si el plebiscito se celebra sin violencia. en realidad, a casi nadie le interesa la guerra. el 80% del petróleo de sudán –quinto productor de petróleo de áfrica– está en el subsuelo del sur y su contexto es un bombón: un país sin infraestructuras, con apenas 60 kilómetros de carreteras asfaltadas en una extensión similar a francia, y con dinero fresco por la venta barriles de oro negro. el ministro de exteriores de sudán del sur, deng alor kuor, dejó claro anteayer durante una entrevista que las reglas del juego cambiarán. con aviso a navegantes chinos, principales compradores del petróleo sudanés: "nuestra primera preocupación es el beneficio económico y china sabe que en el pasado no nos dijo la verdad. decían que el petróleo estaba en el norte y ahora reconocen que más del 80% del crudo está aquí. deberán renegociar con nosotros", advirtió. el gigante de asia seguirá siendo el principal socio del nuevo país, pero india, ee.uu. ymalasia están al acecho de nuevos contratos.

De uno a ocho años y  sin ganas de jugar. Los cinco hijos de Franco H. Tombe se desperezan encima de un colchón viejo mientras su padre hace memoria. La más pequeña no sonríe ni aunque le hagan cosquillas en los pies. Tombe no sabe qué cara poner.

"Estamos muy cansados, llevamos más de una semana aquí", dice señalando a su alrededor. Su "aquí" es la nada. A veinte metros del Nilo, por el que han retornado, en un terreno polvoriento salpicado de árboles frutales, se desparrama todo lo que tiene. O lo que le queda. Sillas, somieres, ollas, armarios, maletas de ropa... Hace casi un mes abandonó Jartum, capital del Norte, para volver a su tierra natal en el Sur.

"Ahora mi país será libre y quiero contribuir a levantarlo con mi trabajo. Con la independencia habrá más oportunidades, por eso empaqueté todo lo que tenía y he venido aquí para empezar una nueva vida", explica. Tombe, su mujer y sus hijos pasaron catorce días en una barcaza hasta llegar al puerto de Yuba. Llevan desde principios de año tirando de sus escasos ahorros y una caja de comida que les dio la ONU. "Ya no queda casi nada. Estamos esperando que nos digan dónde podemos ir a vivir. Espero que sea pronto", pide.

Su voz no es lastimera. Tombe es un tipo positivo y sabe qué es empezar otra vez. Hace dieciocho años, con apenas 14, hizo el camino inverso en busca de una vida mejor. "Entonces iba con las manos vacías, ahora no tanto", asegura. Su casa, la montaña de bártulos que se apila a sus espaldas, no es la única que espera. En los últimos meses 120.000 personas que vivían en el Norte han viajado hacia el Sur, según la Acnur. Ayer, dos barcazas con más de un millar de retornados amarraron en Yuba. Llegarán más.

En la línea fronteriza, algunos sudaneses del Norte también han preferido ir hacia Jartum por lo que pueda pasar. La esperanza de más oportunidades de trabajo tras el referéndum o el miedo a represalias empujan a emigrar.

El presidente de Sudán, Omar al Bashir, ha declarado que los sursudaneses que vivan en el Sur no tendrán la doble nacionalidad si el país se divide en dos y la prensa de Jartum ha aumentado el discurso xenófobo contra los hermanos del Sur. Por eso, aunque la mayoría de la gente repita que no hay nada que temer, Ros Ruben no dudó en huir. Tardó 28 días en bajar por el Nilo hasta Yuba con sus tres hijos, uno de ellos aún bebé. A ella sí le empujó la inquietud. "Si el país se separa, en el Norte no nos querrán. Ahora viviremos aquí".

Ros no lleva la casa a cuestas. Apenas tiene dos ollas, tres gallinas y un fardo con ropa vieja, pero no se queja. De los árboles saca mangos para comer y del Nilo, algo de pescado. De momento no piensa moverse. "Por la noche este lugar es tranquilo, no tenemos techo pero hay militares cerca y al menos no hay ladrones".

8-I-11, lavanguardia: Un símbolo de stop para dar paso a la independencia. Cuando el 85% de los adultos no saben leer ni escribir, hay que ser claro en el mensaje. En las papeletas que a partir de mañana se usarán en el referéndum sobre la independencia de Sudán del Sur, dos dibujos indicarán las posibilidades de voto. Un apretón de manos para votar por la unidad con el norte y una mano abierta para detener esa idea e ir a la secesión.

En Yuba, ayer era imposible no tropezarse con miles de palmas abiertas. A primera hora de la tarde, la ciudad se convirtió en un carnaval de gente, banderas y manos levantadas en una acción bautizada La marcha final hacia la libertad.La agencia sudanesa para Medios Independientes puso números a esa euforia en una encuesta: el 96% de los sudsudaneses quiere independizarse de Jartum. El referéndum es un punto del acuerdo de paz de 2005, que cerró 22 años de guerra civil. Las heridas están abiertas desde hace más tiempo.

Y podrían volver a abrirse. La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, advirtió que el referéndum era una "bomba de relojería". En Yuba nadie cree que vaya a estallar la violencia. "No habrá ningún problema, quizá haya algún choque en la frontera, pero el adiós al Norte es cuestión de horas", opina John Mojule, propietario de una empresa de comestibles. Esas ganas de andar solos ilustran parte de la historia del país. Siglos de colonización irresponsable de ingleses y turcoegipcios sentaron las bases de una desigualdad crónica entre Norte y Sur. El sentimiento de inferioridad de los pueblos del Sur venía de lejos: durante décadas, las palabras "negro" y "esclavo" fueron sinónimos en el Norte de Sudán, de mayoría árabe.

Tomarse una cerveza en un garito de Yuba ayuda a conocer más al país. Porque la guerra está por todas partes. Al segundo botellín, Peter Manyang admite que empezó a matar con 14 años. "Nadie me obligó a alistarme, era muy duro vivir en el bosque, pero yo quería luchar contra la opresión; Jartum parece una ciudad europea, allí hay trabajo y hospitales, aquí no hay nada", dice. Hace seis años, cuando se firmó la paz, dejó las armas y estudió enfermería, pero sigue viendo diferencias. "En el norte la mayoría son musulmanes, el alcohol está prohibido y las chicas no pueden ir con tirantes", señala mientras echa un vistazo a una camarera. "Ya no hay por qué luchar, seremos libres, venderemos nuestro petróleo y habrá trabajo". Aunque el crudo se concentra en el Sur no está claro que la independencia traiga prosperidad. EE. UU, India o China están a punto de abrir embajada en Yuba. Oxfam advirtió que el país necesita apoyo internacional.

Más de la mitad de su población no tiene acceso a agua potable y está en emergencia sanitaria. El apoyo internacional ha sido clave para que el referéndum se celebre. Incluso el senador John Kerry prometió que sacaría a Sudan de la lista negra de países que apoyan al terrorismo si el referéndum se celebraba de forma pacífica. Manyang, como el país, dice: "Estoy más preparado que nadie para ir a votar y decir adiós al pasado", asegura.

El baño del ministerio tiene los grifos rotos. A pocas horas del referéndum, el Gobierno de Sudán del Sur ultima los detalles del timón del nuevo país con ministerios en barracones y paredes sin pintar, como el de Asuntos Exteriores, oficialmente de Cooperación Regional hasta que se formalice la independencia.

Pero, el despacho del ministro, Deng Alor Kuol, donde recibe a La Vanguardia,es impecable. Alor lleva años trabajando para ver nacer el estado 54 africano y por eso sabe que la separación implica riesgos. "La independencia llegará y será un gran golpe, especialmente para el Norte, mucha gente no se puede creer que el Sur se vaya; habrá protestas y peleas". Asegura que los incidentes más o menos aislados no detendrán el proceso: "Ha muerto mucha gente, medio millón en el norte y dos millones en el sur, la mayoría jóvenes. Ahora es el momento de que Sudán del Sur se vaya y el Norte le deje ir. No hay vuelta atrás". La cuestión de la tierra y las fronteras - con un 20% de la línea fronteriza por definir-amenaza la paz. Especialmente la región central de Abyei, rebosante de petróleo. "Claro que puede haber guerra. El asunto de la tierra es muy sensible. Abyei está calmada pero la gente se siente abandonada, hay un gran sentido de frustración, desánimo y enfado y cuando te sientes así puedes hacer cualquier cosa", admite.

7-I-11, lavanguardia: A la independencia se la espera aquí y con ilusión. La única carretera asfaltada que atraviesa Yuba, capital de Sudán del Sur, hierve de ganas de secesión y, de paso, de hacer pequeños negocios con la excitación general.

Este domingo, cuatro millones de sudsudaneses votarán en referéndum para decidir si el país más grande de Áfricase divide por la mitad y se convierte en el Estado 193 del mundo. Las estadísticas dicen que se partirá. La publicidad, también. Desde hace días, un cartel en el centro de la ciudad anuncia el producto estrella de la compañía Neiw Neiw Investment: el Referendum Mobile,un móvil de última generación con la palabra referéndum grabada en la carcasa. Es un lujo - 83 euros en un país donde el 90% de los sudsudaneses vive con un dólar al día-,pero se han agotado las existencias.

"La gente está entusiasmada. En un mes hemos vendido las cien primeras unidades y hemos encargado 200 más. Todo lo que tenga que ver con la votación desata la locura", explica Martin Teny, director de la empresa. Ya planean más promociones para exprimir la alegría por la independencia.

Porque nadie pone en duda ese resultado. Para George Amum, hombre de negocios, no hay otra opción. "Hemos esperado el referéndum toda la vida. Dos millones y medio de compatriotas murieron por este día. Mi abuelo murió por esto, también mi padre y muchos de mi generación. Por fin podremos caminar solos", dice.

Veintidós años seguidos de guerra civil, hasta el acuerdo de paz del 2005, han dejado al país arrasado y con ánimo de cambio.

En Yuba, la sensación de que el norte expolia al sur y lo condena al subdesarrollo es religión. Y los apenas 60 kilómetros de carreteras asfaltadas en el sur, frente a los 4.000 del norte, no ayudan a poner en duda la diferencia.

Para Joseph, conductor de boda boda,mototaxi muy común en la ciudad, hay más reproches. "Ellos (los del norte) son árabes y musulmanes, aquí somos diferentes", asegura mientras sortea baches. A la maldición de un pasado marcado por el comercio interno de esclavos y un suelo trufado de petróleo se suma la cuestión étnico-religiosa: el sur es una amalgama de cristianismo y religiones africanas, donde el negro azabache es el color de piel más común.

Joseph se muere de ganas por votar. Su camiseta amarilla - donde se lee "Secesión, por el fin de la esclavitud y el subdesarrollo"-desvela cuál será su papeleta. Al final del viaje, detiene la moto en una rotonda con una pantalla gigante y la cuenta atrás hasta el día de la votación en días, horas y minutos. Quedan dos días.

Si pudiera - sueña en voz alta-se compraría el Referendum Mobile para celebrarlo.