´El prohibicionismo, beneficio para los narcos´, Don Winslow

Todo el fragor del narcotráfico parece contenido  en El poder del perro (Mondadori), la trepidante novela con que su autor, el norteamericano Don Winslow (Nueva York, 1953) se ha convertido en un escritor de éxito internacional. Centrada en la peripecia vital de un agente de la DEA movido por la venganza, la obra ha sido señalada por James Ellroy como lo más destacable jamás escrito sobre el tema.

Su biografía es de esas que lucen en las solapas: ha sido investigador privado, repartidor de comida, guía de safaris... Sus libros deben de deberle mucho a su etapa de detective, ¿no?

No demasiado. Es cierto que me hizo desarrollar un sistema para formular preguntas y ser crítico con las respuestas. Pero, en realidad, el trabajo que más me ha servido para ser escritor es el de guía de safaris fotográficos: agudizó mi sentido de la observación hasta extremos inauditos, aprendí a mirar las cosas en detalle.

¿Cómo se interesó usted por el tema de los narcos?

Cerca de donde vivo, en San Diego, al lado mexicano de la frontera, se produjo una matanza de 18 niños y mujeres por parte de un cártel. Me obsesioné, busqué respuestas, un porqué, y al ver que no existía ningún libro que me las diera decidí escribir yo uno.



¿Cómo definiría a Art Keller, su agente de la DEA?

Es una persona dividida. Tiene un conflicto étnico, es mestizo. Está en conflicto con su gobierno, con su país. En él luchan lo mejor y lo peor de su naturaleza. Empieza persiguiendo la verdad, luego la justicia, y de ahí pasa a buscar venganza. Al final sacrifica la justicia y la verdad en aras de la venganza, y por ello se odia.

¿Por qué defiende usted la legalización de las drogas?

Los beneficios de la droga son tan altos por un solo motivo: porque está prohibida. Cuanto más alto construya usted el muro para que la droga no entre, cuanto más difícil consigamos hacer los movimientos de los narcotraficantes, paradójicamente les estaremos haciendo el favor de que sube el precio de su mercancía. Cuantos más éxitos cosecha la policía antinarcóticos, la DEA, más empeora el problema, más beneficio para los narcos.

Si se legaliza la droga, subirá el consumo y las muertes y enfermedades que provoca, ¿no?

Moriría más gente, seguramente, aunque nadie lo sabe, porque nunca se ha hecho a gran escala. La experiencia de Amsterdam es desastrosa en cuanto a salud pública, pero hay ejemplos en Portugal muy positivos. La lógica nos lleva a creer que habría, sobre todo al principio, unas puntas muy altas de consumo y muertes, pero que luego todo se estabilizaría. La pregunta es ¿por qué muere la gente? ¿Qué pasaría si el Estado destinara al sistema de salud pública los millones que ahora se gasta vigilando la frontera para que no entre droga? En mi región, hay adictos al speed que van al hospital a curarse y los ponen en listas de espera de dos años. Cuando les toca, ya están muertos o en la cárcel.

También trata el tráfico de armas.

Las armas con que se matan en México son de fabricación norteamericana. México se queja con razón, les metemos las armas y luego les culpamos de los crímenes y el desorden. Aquello es una auténtica guerra, hay ya 15.000 muertos en los últimos años.

Su libro muestra también cómo los grupos delictivos tienen cada vez más poder.

El objetivo de una novela es meterse en la psicología de los personajes de modo realista y que el lector tenga una experiencia emocional. A partir de ahí, hay novelas que han tenido adicionalmente una capacidad de denuncia, incluso un efecto político tremendo, como La cabaña del tío Tom (1852) de Harriet Beecher Stowe, que fue un arma contra la esclavitud. Pero esa función no es necesaria, es solamente una opción.

¿Va a pasar a la pantalla?

Yo preferiría, más que una película, una serie de televisión.

¿Por qué?

Un filme dura dos horas, mientras que una serie de televisión puede extenderse a lo largo del tiempo. La tele está en el comedor de casa, se observa desde el sofá, con interrupciones de la vida cotidiana, y con la acción que queda en suspenso. Es como una novela. Y en televisión no necesitas acción constantemente, se da más cabida a los diálogos y a los momentos tranquilos, al silencio.

El libro contiene escenas muy violentas. ¿Es su estilo?

Fue muy duro escribirlas. Tuve que tomar una decisión: describirlo gráficamente o silenciarlo. Opté por lo primero. Pero, tras escribir esas partes, me sentía literalmente enfermo, asqueado. Entiendo que sea duro leerlo. Uno de mis mejores amigos no pasó de la primera página. Sigue siendo mi amigo, que conste.

14-II-10, X. Ayén, lavanguardia