´Wikileaks y la credibilidad´, Enric Sierra

Las filtraciones a la prensa de documentos comprometedores forman parte de la historia del periodismo, y han sido los periodistas quienes han administrado estas informaciones aplicando los preceptos de este viejo oficio, que, entre otros muchos, consisten en la verificación y el contraste, así como en la estructuración de la noticia, situando en primer lugar los elementos más relevantes y los que pueden tener mayor trascendencia y susciten un interés general, sin que respondan sólo a la visión particular de movimientos o activistas interesados, por legítimos que sean. Además, todo ello debe ser administrado desde la independencia y la profesionalidad exigible a la prensa.

Wikileaks ha querido ejercer ese papel periodístico desde el activismo digital apelando a la libertad de acceso inherente a internet. No obstante, toda esa trascendental documentación lanzada por el portal de Julian Assange, y que los servicios secretos no supieron proteger, no ha tenido relevancia política y social hasta que la prensa tradicional se ha puesto a administrarla y a divulgarla. Una noticia publicada bajo una cabecera de prensa escrita sigue teniendo entre los lectores e internautas una percepción de credibilidad más alta que si la información aparece únicamente bajo un sitio de internet puro.

Los datos de audiencia lo demuestran, ya que los diarios digitales pertenecientes a cabeceras de prensa tradicional lideran los rankings de webs de noticias más visitadas.

La identificación con la profesionalidad y seriedad que llevan asociadas las marcas periodísticas de papel se ha impuesto en internet como sucedió con la radio y con la televisión, cuyas redacciones siguen teniendo como referencia lo publicado en ediciones impresas. He ahí la clave del éxito de la campaña de Wikileaks, que llegó tras darse cuenta de que sus papeles no serían nada sin el aval periodístico de prestigiosos diarios. Internet y prensa tradicional se han complementado en esta operación. Y ahora, con el aval de veracidad en la mano, el activismo digital sigue vivo en la red, donde explota toda la potencialidad que no tiene el papel.

22-XII-10, Enric Sierra, lavanguardia