França i Espanya, agents del Marroc al Parlament Europeu

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Por primera vez en cinco años, el Parlamento Europeo logró ayer sacar adelante una resolución capaz de disgustar a Rabat. Anteriores intentos de pronunciarse como institución sobre algún asunto referente al reino alauí han sido frenados con más o menos discreción por su cuerpo diplomático o eurodiputados franceses y españoles. Pero los recientes acontecimientos de El Aaiún han agotado la paciencia de la Eurocámara, que ayer aprobó una resolución que, sin llegar a criticar a Marruecos, sí "condena con firmeza" la violencia registrada en el desmantelamiento del campamento de Gdaim Izik y pide una investigación independiente de lo ocurrido.



Aunque la resolución valora la decisión del Gobierno marroquí de crear una comisión para esclarecer lo ocurrido, considera que la ONU sería "la organización más indicada para llevar a cabo una investigación internacional independiente" sobre "los hechos, las muertes y las desapariciones" ocurridas recientemente en el Sáhara Occidental.

La Eurocámara también se hace eco de los atropellos cometidos contra los derechos humanos y la libertad de información, así como de la expulsión de periodistas europeos del Sáhara Occidental. Por eso, pide al reino de Marruecos "que permita el libre acceso de la prensa, los observadores independientes y las organizaciones humanitarias". La resolución, votada a mano alzada en Estrasburgo, también constata que "tras más de 30 años, el proceso de descolonización del Sáhara Occidental sigue sin haber concluido" y pide más ayuda humanitaria para los refugiados de Tinduf (entre 90.000 y 165.000).

Rabat no tardó en reaccionar a la resolución, "parcial e injusta", dijo el ministro de Información, Jalid Naciri, impulsada por el PP español. "Aquellos que creen que pueden amputar a Marruecos de su Sáhara se equivocan", añadió.

El texto refleja el delicado equilibrio necesario para poner de acuerdo a los principales grupos políticos de la Eurocámara. La presión política del Gobierno de Marruecos, que la semana pasada envió a Bruselas a su ministro de Exteriores, Taieb Fasi Fihri, ha sido enorme. De hecho, Fasi Fihri convenció al líder del PP europeo, el francés Joseph Daul, para retirar el asunto del orden del día de la sesión. La intromisión sentó muy mal en la Eurocámara, que hace un año vio con sonrojo como Rabat lograba frenar en el último minuto una resolución sobre Aminatu Haidar. Y el asunto de El Aaiún volvió a la agenda.

En el debate previo en el pleno, el miércoles, se oyeron posiciones mucho más contundentes que la reflejada en la resolución común. "Es verdad que ha habido violencia por las dos partes, pero me parece injustificable poner al mismo nivel a quienes se defienden de una agresión y los que reprimen y torturan", manifestó Raül Romeva (ICV). La diputada liberal belga Frédérique Ries, por el contrario, afirmó que ambas partes, "quizás no por igual", tienen responsabilidades...

A pesar del tono moderado del texto, incluso los diputados más críticos con Rabat se declararon satisfechos por la inédita resolución. "Desautoriza a Marruecos", dijo Willy Meyer (IU).

Nos maniataron, nos tiraron al suelo, nos golpearon durante 24 horas y nos echaban agua con lejía". Ahmed Yeddou Salem, que tiene nacionalidad española, relató ayer en Sevilla el tratamiento inhumano al que fue sometido por las fuerzas de seguridad marroquíes en El Aaiún. "Nos insultaban diciéndonos saharauis de mierda". Lo mantuvieron atado de pies y manos durante cinco días y con la vista siempre en el suelo. "Fue horrible", recuerda. En la calle atacaban a mujeres, enfermos y niños, saqueaban los comercios de los saharauis. "Nadie se atrevía a ir al médico porque allí el trato no era mejor y había seguridad de que los denunciarían a la policía". Sobre el número de muertos, su compañero Elmami Amar Salem, presidente del comité contra la tortura de Dajla, asegura que nadie puede saber cuántos hubo porque la mayoría de los cuerpos fueron llevados a hospitales militares antes de la llegada de los observadores de derechos humanos.

26-XI-10, B. Navarro/V. Bejarano, lavanguardia