Aung San Suu Kyi, la dignitat (empresonada) dels birmans

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La Dama, como la llaman los birmanos -ya que no se puede pronunciar su nombre, so pena de ser castigado por el régimen-, había llamado a boicotear estas elecciones ...

Las autoridades birmanas expulsaron del país al enviado especial de TV3, Sergi Vicente, el pasado jueves. La policía le conminó a abandonar el país después de que Vicente hubiera entrevistado a uno de los principales líderes de la Liga Nacional por la Democracia (LND). Adujeron que su visado de turista no le permitía desarrollar tareas informativas. Sergi Vicente había optado por esta vía para informar de estas elecciones ante la prohibición de entrar al país dictada por el régimen de la junta militar a observadores internacionales y a representantes de los medios de comunicación extranjeros. Un periodista japonés también fue detenido ayer tras intentar cruzar ilegalmente la frontera que separa Birmania de Tailandia.

Dicen que no hay peor desprecio que la indiferencia. Esta fue la respuesta que ayer dieron los birmanos a las amañadas elecciones legislativas convocadas por la junta militar con el fin de perpetuarse en el poder. Observadores de la oposición estiman la participación en torno al 30% y fuentes diplomáticas la sitúan entre el 30% y el 50%.

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Más de veintisiete millones de birmanos estaban convocados ayer para ejercer su derecho de voto por primera vez en veinte años. Pero los que lo llevaron a cabo fueron muchos menos. En Rangún los colegios electorales, la mayoría de ellos en escuelas y otros edificios públicos, estaban prácticamente vacíos. Como testigos mudos de este simulacro de ejercicio democrático sólo estaban los responsables de las mesas electorales y los policías de paisano que vigilaban que no se produjeran altercados.

La misma situación se vivía en Mandalay, la segunda ciudad del país. "No ha habido ni colas ni aglomeraciones para ir a votar", señalan fuentes que prefieren permanecer en el anonimato. En cambio, los birmanos llenaron las pagodas en mayor medida que en otras ocasiones. "Hay menos gente por las calles que en cualquier otro domingo", comentó el embajador británico en Birmania, Andrew Heyn.

Con este comportamiento, los birmanos lanzaron un claro mensaje a las autoridades de uno de los regímenes más opresivos del mundo. Le dieron a entender al actual presidente del país, el general Than Shwe, que su acérrima y odiada enemiga, la premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, sigue gozando de gran predicamento entre la población.

La Dama, como la llaman los birmanos -ya que no se puede pronunciar su nombre, so pena de ser castigado por el régimen-, había llamado a boicotear estas elecciones y la consigna parece haberse seguido al pie de la letra. "Yo hubiera ido a votar si ella hubiera participado en las elecciones", dice un estudiante, mientras mira a ambos lados de la calle para asegurarse de que nadie le observaba hablar con un periodista extranjero.

Suu Kyi - que en 1990 arrasó con su formación, la Liga Nacional por la Democracia (LND), aunque los militares optaron por ignorar el resultado de la urnas-denunció la convocatoria por considerarla una farsa. Junto a la plana mayor de su ahora ilegalizada formación y otros partidos de la oposición, pidió a la población que no fuera a las urnas. Denunció que los comicios eran una maniobra del régimen para perpetuar a los militares en el poder.

Razón no le faltaba a la Dama. La alambicada convocatoria favorecía descaradamente a los partidos progubernamentales. Las formaciones democráticas que en las elecciones de 1990 lograron el 90% de los escaños quedaron fuera de la ley y fueron disueltas. entre ellas la LND.

Ayer, los ciudadanos que fueron a votar se encontraron coartados. El sufragio no era secreto. Todo el mundo podía ver a quién votaban, lo que, unido a la presencia de vigilantes de paisano, intimidaba a los que querían ejercer su derecho a elegir a sus representantes libremente. Una situación que provocó que "haya habido casos de intimidación", apuntó el embajador Heyn.

Esta situación impulsó ayer al presidente de EE. UU., Barack Obama, a declarar que "estas elecciones serán todo salvo libres y justas", y reclamó la liberación de Suu Kyi y de los más de dos mil presos políticos.

El desarrollo de estos comicios para elegir a los miembros del Parlamento y a los representantes de las cámaras regionales también fue condenado por Londres, París y la Unión Europea, que denunció que estos comicios "no son compatibles con los estándares internacionales".

Los colegios electorales cerraron a las cuatro de la tarde. Nadie sabe, sin embargo, cuándo se conocerán los resultados, pero se esperan para esta semana. Observadores de la oposición apuntaban anoche que la participación podría situarse en torno al 30%. Andrew Heyn la situaba entre el 30% y el 50%. Cifras inferiores al 60% calculado inicialmente por la oposición. Todo el mundo da por hecho, sin embargo, que los gubernamentales Partido para la Solidaridad y el Desarrollo de la Unión y Partido de Unidad Nacional serán los vencedores.

No obstante, la confirmación de estas cifras daría una victoria pírrica a estos partidos y situaría al régimen en una situación muy embarazosa. Anoche, las autoridades decidieron decretar noventa días de estado de excepción. Un gesto sospechoso.

8-XI-10, I. Ambrós, lavanguardia