´Los tres ojos del conocimiento´, Salvador Pániker

Mi hermano Raimon era un metafísico. Se declaraba a la vez cristiano, hinduista y budista. Cada una de las tres religiones le influyó a su manera, por lo que venía a reconocer que todos tenemos una identidad múltiple. En su caso, el cristianismo recogía la doctrina de la trinidad; es decir, se oponía al monoteísmo. Con el hinduismo recogía la doctrina de la no dualidad, el corazón del hinduismo. Y con el budismo quería demostrar que la experiencia del ateísmo no le era ajena.

Su pensamiento era antiabsolutista. No existen verdades absolutas. No hay una sola perspectiva de la realidad. Solía hablar mucho de los tres ojos del conocimiento: el sensorial, el racional y el místico. En definitiva, no era un teólogo. Él ejercía la sabiduría del no saber más que del saber, del dogma. Y decía que Dios por definición es un Dios ausente, porque un dios que no es ausente es un ídolo.

27-VIII-10, Salvador Pániker, filósofo, escritor e ingeniero, lavanguardia

Siempre me pareció fascinante el que dos de las mayores figuras del pensamiento catalán - y español-contemporáneo fueran hermanos, y cuando supe que llevaban veinte años prácticamente sin hablarse, mi interés por su relación se acrecentó. A lo largo de los años había tratado a menudo a Salvador Pániker, el más joven de los dos, figura de la escena cultural y editorial barcelonesa, cuyo libro Aproximación al origen,defensor de una visión retroprogresiva, que mira a la vez al origen y al futuro, me había impresionado mucho.

Por otra parte, mientras cursaba un máster en EE. UU., había constatado el prestigio de Raimon Panikkar en los ámbitos teológicos y sociológicos internacionales, yel propio Peter Berger me había hablado con admiración de su trabajo de síntesis entre cristianismo e hinduismo. A mi vuelta de Boston en 1992 fui a visitar a Raimon al nido de águilas de Tavertet, donde se había instalado, y aunque su filosofía me convencía menos que la de su hermano, me impresionaron su vivacidad y su magnetismo.

A Raimon y Salvador, las circunstancias familiares, pero también las discrepancias intelectuales, les habían separado. Me costó un año y medio de gestiones de alta diplomacia convencerles para que protagonizaran un reencuentro que a la vez fuera un debate. Mediaron a favor Agustín Pániker, hijo de Salvador y editor de Kairós, y Jordi Pigem, próximo a ambos. Finalmente accedieron a verse en un punto intermedio, y este fue un "no lugar", un hotel de Vic neutro y anodino, sin el sabor y el carácter cultural que caracteriza a sus respectivas residencias.

¿De qué hablaron? De la conciliación entre Oriente y Occidente, a través de una perspectiva que no fuera monocultural; de la crisis del capitalismo, evidente y definitiva para Raimon, matizable y hasta superable para Salvador; de los valores universales y de los que no pueden serlo; de las Iglesias - Raimon seguía siendo sacerdote, aunque sin duda muy a su manera; Salvador abogaba por una "religión a la carta"-… Intentaron honestamente entenderse aquella mañana y también se lanzaron más de una pulla: Salvador reprochó a Raimon su "postura demagógica" en la denuncia de la ciencia, y Raimon a Salvador su "fe supersticiosa" en ella… Hubo una conclusión: "Raimundo y yo somos homo religiosus,cada cual a su manera" (Salvador dixit). El extracto de la conversación, ilustrado con magníficas fotos de Pedro Madueño, apareció en el suplemento Libro de La Vanguardia del 28 de abril del 2000. Tras transcribirla me reafirmé en que, como ocurre con los Mann o los Machado, el pensamiento de los Pániker es en cierta forma complementario, y desde luego más comprensible cuando se aborda en clave de familia.
27-VIII-10, Sergio Vila-Sanjuán, lavanguardia