´ĦAhora es el momento!´, Philippe Saman

Llegué a Barcelona hace 31 años. Si miro hacia atrás, ¡cómo han cambiado la ciudad y el país! Todo ha ido muy deprisa en un período de tiempo reducido. ¿Qué son treinta años para la historia? Muchos son los acontecimientos que han ocurrido. Pero dos fechas clave han marcado esta ciudad, Catalunya y España.

La primera, 1986, con la entrada de España en el Mercado Común. ¿Entró España en este club - entonces restringido-de países desarrollados o, como algunos comentaron, fueron los países de la Comunidad Económica Europea quienes invadieron España? Lo cierto es que cambió el entorno económico del país y las reglas del juego con nuestros nuevos socios. Como consecuencia, hubo una apertura que benefició a todos los sectores de nuestro entorno a este lado de los Pirineos. Gracias a ello, España es un país mejor, con más democracia, más educación, mayor riqueza -aunque quizás no tanto como pensamos- y un buen nivel de protección social.

La segunda, 1992, con la celebración de los Juegos Olímpicos en la ciudad condal. Estos dieron a Barcelona una proyección internacional que le permitió llegar a ser lo que es ahora: una marca de prestigio indiscutible en el mundo entero.

Hace pocas semanas estuvo en Barcelona la Junta de la Cámara de Comercio de Marsella, mi ciudad de origen. La delegación - encabezada por su presidente-estaba preparando su próximo mandato, llevando a cabo reflexiones estratégicas. Venía a comprobar in situ el modelo al cual les gustaría acercarse: Barcelona. El gran competidor de mi ciudad de adopción en la Europa Mediterránea venía para aprender.

Mientras que aquí parece que estamos dudando de nuestro futuro, de nuestras posibilidades, desde fuera nos admiran. ¿Qué pasa? ¿Nos falta ambición? ¿Estamos sin líderes? ¿Puede ser que dudemos de nuestro futuro, de nuestras opciones? ¿Dónde está el espíritu emprendedor que descubrí hace treinta años y que -desde hace décadas- mantiene Catalunya a la cabeza económica de España y de Europa?

Abertis, Borges, Fluidra, Freixenet, Mango, Planeta, Puig -por citar sólo algunos grupos y marcas de prestigio internacional- son de aquí. El Barça, con gran mayoría de jugadores formados en Catalunya y base de la selección campeona del mundo, es admirado en todo el planeta. Tenemos un aeropuerto, actualmente, bien equipado. Nos faltan vuelos transcontinentales, eso sí, pero el mercado los acabará imponiendo. El puerto se ha modernizado y su entorno logístico no para de crecer.

La crisis que nos está afectando es seria, sobre todo el problema del paro. Pero no es la primera que conozco desde mi llegada aquí en el año 1979. La historia nos demuestra que la economía catalana es la que más rápido se deteriora en situaciones de crisis, pero la que se recupera antes cuando los primeros signos positivos aparecen.

En este sentido, la cooperación transfronteriza con Francia debe ser un eje de desarrollo prioritario. Desde Valencia hasta Lyon pasando por Zaragoza, Toulouse, Perpiñán, Montpellier y Marsella existe una gran zona de actividades complementarias que se está desarrollando. Barcelona tiene que liderar este movimiento. Nuestra ciudad es un referente y su liderazgo una oportunidad para toda esta región.

La economía del eje mediterráneo es la que más pronto puede salir de la crisis y favorecer de nuevo al conjunto de España. Por eso, la creación del corredor ferroviario desde Almería pasando por Valencia y Barcelona hasta la frontera francesa, es un objetivo estratégico tanto del país como de la Unión Europea.

Hay obsesión por restaurar la confianza internacional. Pero la falta de confianza en nosotros mismos prevalece. Lo tenemos todo. Creer en nuestras posibilidades es la única solución que se nos presenta. Barcelona, capital del Mediterráneo, tiene que liderar el movimiento. ¡Ahora es el momento!

3-VIII-10, Philippe saman