´El gigante sin cabeza´, Valentín Popescu

La crisis financiera griega es grave, gravísima, tanto por el riesgo de que ese país vaya a la bancarrota y haga tambalear toda la economía comunitaria como por el hecho de haber evidenciado con máximo dramatismo que la Unión Europea es un gigante paralítico. A su poderío económico le falta un órgano de gobierno en el que se puedan adoptar rápidamente decisiones y se puedan poner en práctica con igual celeridad.

Porque aunque financieramente la deuda griega sigue siendo muy importante, es asumible para la UE y el Fondo Monetario Internacional. Tan asumible que las naciones y el FMI se ha permitido incluso ser cicateros y brindarle a Grecia una ayuda total conjunta del orden de los 110.000 millones de euros cuando los expertos recomendaban una inyección financiera de por lo menos 150.000 millones.

Lo que en cambio no puede - ni intenta-garantizar nadie es que Atenas vaya a respetar las durísimas condiciones económicas y sociales que se le imponen para recuperar su viabilidad económica, una premisa imprescindible para la concesión de los créditos.

Hay que tener en cuenta que la Unión es un ente político híbrido con rasgos más de confederación que de Estado federal y carece tanto de un poder coercitivo de cara a cada uno de sus estados miembros como de una legislación común en materias fiscales, laborales, sanitarias, de seguridad social, económicas y militares. Con otras palabras: la Unión Europea depende en todas estas materias de la buena voluntad y la disciplina de cada uno de los estados miembros. Y hasta ahora, en el tema financiero y fiscal la buena voluntad griega ha brillado por su ausencia.

Además, el hecho de que la mayoría de las naciones de la UE tengan el euro de moneda común las hace, por esta falta de voluntad rectora, víctimas propiciatorias del chantaje. Porque las pérdidas que causaría a toda la comunidad la quiebra de una sola nación euro superan de largo los sacrificios de un préstamo cuantioso y bastante dudoso en cuanto a su eficacia final.

Además, esta peculiaridad institucional de la Unión Europea supone una gran debilidad en situaciones críticas como la presente. En una situación similar y nada lejana - la de la quiebra de los grandes bancos de negocios estadounidenses, como Lehman Brothers, Goldman y Sachs, etcétera, y otros sectores de la economía nacional norteamericana-,Washington pudo intervenir rápidamente con todo el poder legislativo y crediticio del Gobierno federal para controlar la conducta de las empresas y evitar un colapso de toda la economía nacional.

Esta posibilidad no existe para la Comisión bruselense en la actual crisis griega y el éxito de sus gestiones depende por ahora de la buena voluntad de Atenas... y siguientes grandes deudores en apuros financieros que vayan apareciendo.

7-V-10, Valentín Popescu, lavanguardia