Sesiones monográficas sobre temas de actualidad. Así podría subtitularse el experimento que ayer estrenó Convergència i Unió. Se trata de una actualización ciberguay del pretérito mitin de bocadillo, autocar y megafonía asesina. Le llaman DOC Sessions, que queda más fino. De entrada, un muñeco virtual vagamente femenino y parlante anuncia la intervención de Artur Mas para hablar de paro. En una lona gigante, leo: "Atur". El chiste está cantado: "Artur contra l´atur". No es un buen día para chistes: juega el Barça, la bolsa se desploma, el mal tiempo azota el país y el preclaro péndulo del mago Félix anuncia que las elecciones catalanas se anticiparán.
Hay cámaras, wi-fi, microfonía, pantallas táctiles, redes sociales. Las palabras que mejor definen lo que veo son plató y propaganda. Un plató para un espectáculo con un protagonista-presentador, Mas, que, con más discurso que ritmo, interviene, propone, responde, recurre a la cansina retórica de Obama, pasa diapositivas (y dianegativas), se alarga, pronostica y entrevista a algunos expertos en economía mientras en los laterales de la grada, la sonrisa electoralista de CiU intenta resistir las alarmantes embestidas de la realidad.
Empieza la sesión con un despliegue audiovisual algo cursi y el propósito de aportar ideas y soluciones que se resumen en un "Va, vinga, som-hi tots" que habría firmado Santi Vendrell. El motor de esta campaña será la palabra "canvi", uno de los conceptos más promiscuos y prostituidos de la ciencia política. Comparado con los actos electorales convencionales, el formato es innovador. Lo que se dice, en cambio, no. Puestos a compararla con un programa de televisión, la DOC Session es más adecuada para el 33 que para TV3. La idea es demostrar que el candidato no es un superhombre sino que está rodeado de expertos ricos en másters y proteínas académicas. La ideología se disimula tras la necesidad y, teniendo en cuenta la situación actual, se guarda la euforia mitinera para cuando las elecciones -consulten al mago Félix- estén al caer.
5-V-10, Sergi Pàmies, lavanguardia