Fątima Bhutto passa comptes amb la seva dinastia

Hija, nieta y sobrina  de mártires, no es de extrañar que Fatima Bhutto haya necesitado quinientas páginas para exorcizar la memoria de cuatro generaciones de la dinastía más famosa de Pakistán. El ajuste de cuentas con su poderosa, turbia y enemistada familia lleva por título Canciones de sangre y espada: memorias de una hija.Acaba de aparecer en inglés y, como se deduce, nace de la voluntad de reivindicar a su padre, Murtaza Bhutto, que murió cuando ella tenía catorce años, acribillado a tiros por una veintena de policías apostados frente a su casa. En aquel momento, la primera ministra de Pakistán era Benazir Bhutto, pero su hermano Murtaza seguía disputándole el legado político del padre de ambos - el fundador del Partido Popular de Pakistán, Zulfikar Ali Bhutto.

Por ello, Fatima acusa de complicidad en el crimen a su tía, la difunta Benazir Bhutto - con la que comparte belleza y carisma-y, menos veladamente, al entonces marido de esta, Asif Ali Zardari, actual presidente de Pakistán. En su toma de posesión, el 2008, Zardari pidió un minuto de silencio por su cuñado Murtaza. Un detalle que Fatima considera de mal gusto, ya que nunca le ha dado el pésame. Es más, según asegura, los veinte policías implicados han sido promocionados y, en diciembre pasado, finalmente exculpados.

El libro, lejos de ser neutral, es un modo de reivindicar para Fatima y su medio hermano Zulfikar Ali Bhutto como auténticos herederos de la dinastía. Hay que recordar que una de las primeras medidas tras el atentado mortal contra Benazir Bhutto el 2007, fue convertir a su hijo Bilawal Zardari en Bilawal Bhutto Zardari y nombrarlo - pese a contar con apenas 19 años-jefe del Partido Popular de Pakistán. Bilawal, por cierto, ni siquiera es mencionado en la obra. No obstante, Fatima, periodista de 27 años, repite una y otra vez que no tiene inquietudes políticas. Pero es ella la que vive, con su madrastra y su hermano, en la casa que fue de Zulfikar Ali Bhutto en Karachi, en el exclusivo barrio de Clifton, cerca del mar Arábigo.

De algún modo, el libro continúa en papel la feroz querella familiar por el legado de Zulfikar Ali Bhutto iniciada por Murtaza y continuada por su viuda, Ghinwa, aunque con nulo éxito electoral, con la facción PPPMártir Bhutto. Cuando hace unos años Ghinwa intentó una victoria simbólica optando al escaño en el terruño de los Bhutto, su cuñada Benazir logró convencer a su madre, Nusrat - enferma-,para que concurriera, lo que evitó el desplante. Sin embargo, años antes, Nusrat - a quien Nixon y Kissinger, en conversación desclasificada, calificaban de "la tía más buena de Pakistán"-,había apoyado a su hijo Murtaza, en lugar de Benazir. El otro hermano de Benazir, Shahnawaz, murió en extrañas circunstancias en la Costa Azul, en los ochenta.

La presentación del libro en Nueva Delhi, Bangalore y Bombay ha levantado gran expectación en los medios indios en las últimas semanas, mezclada con el morbo que aquí tiene todo lo relacionado con Pakistán. Eso sí, Fatima Bhutto ha rehuido todas las preguntas acerca del actor George Clooney, con el que se la relacionó hace un año.

Fatima Bhutto nació en el Kabul tutelado por los soviéticos, donde su padre estaba exiliado, después de que el dictador Ziaul Haq, aliado de EE. UU., ejecutara a Zulfikar Ali Bhutto. Su tío, Shahnawaz, murió en circunstancias misteriosas.

Desde Afganistán, su padre, Murtaza, encabezó Al Zulfikar, organización armada que hostigaba a la dictadura. Regresó en un intervalo de democracia y acusó a su hermana y cuñado Asif Ali Zardari de corrupción y de traicionar los ideales de Ali Bhutto. Tras su asesinato, Benazir cayó en desgracia y Zardari purgó más de ocho años de cárcel, aunque sin condena. El Tribunal Supremo pakistaní intenta ahora reabrir el caso relativo a millones de euros obtenidos ilegalmente por Benazir y Zardari, depositados en Suiza. Este y otros casos fueron amnistiados por el general Musharraf justo antes del fatídico retorno de Benazir a Pakistán, el 2007. Su muerte abrió las puertas de la presidencia a su viudo, Asif Ali Zardari. Ahora Fatima se pregunta cómo puede Pakistán estar en manos de alguien con cuatro acusaciones de asesinato e innumerables querellas por corrupción. Aunque hace apenas una semana que el propio Parlamento, sin eliminar la inmunidad del presidente, ha recortado varias de las prerrogativas del cargo heredadas de la época Musharraf.

Precisamente, el pasado 15 de abril, la ONU hacía pública su propia investigación, solicitada por Asif Ali Zardari, sobre el asesinato de Benazir Bhutto. El informe afirma que el atentado contra Benazir era evitable, que hubo negligencia por parte policial en su prevención y luego - por temor a la implicación de elementos de los servicios de inteligencia del ejército-la investigación no fue la apropiada. Dicho informe ha costado a Pakistán varios millones de euros. El de Murtaza Bhutto, apenas el laborioso empeño de su hija.

24-IV-10, J.J. Baños, lavanguardia