ŽUn engorroso asunto regionalŽ, Jordi Barbeta

Lo del Estatut y el Tribunal Constitucional, la Catalunya política lo está viviendo como una tragedia nacional; en Madrid, en cambio, se percibe como un asunto secundario, de alcance regional, en todo caso especialmente engorroso para los diputados socialistas, que quedaron hartos de Estatut en la anterior legislatura, sobre todo porque fue lo que impidió al PSOE ganar las elecciones por mayoría absoluta.

Y si en la España oficial no interesa el Estatut a casi nadie es porque ha dejado de ser la gran arma arrojadiza que fue entre los dos partidos españoles que se disputan de verdad el poder. En la sesión de control de ayer, Mariano Rajoy, que hace unos años no sabía hablar de otra cosa que del Estatut por considerarlo un asunto de la máxima trascendencia, no preguntó por el tema al presidente Rodríguez Zapatero, sino por los brillantes resultados de la política económica del Gobierno. La portavoz popular, Soraya Sáenz de Santamaría, en su reencuentro con la vicepresidenta De la Vega, pasó olímpicamente del Estatut y se centró en el asunto Garzón.

El PP ve ahora más rentable para él hablar de la crisis probablemente porque en lo del Estatut las diferencias con el PSOE han caído en picado. Zapatero lo prometió primero, dejó hacer después, lo rebajó a continuación, actúa y legisla como si no existiera y no ve ningún inconveniente en que el Tribunal Constitucional lo liquide. "La democracia es así", dice…

En la cuestión catalana, la política de Zapatero ha evolucionado de manera similar que en el País Vasco. Empezó auspiciando un proceso de paz que iba a sacar a los etarras de la cárcel y prometiendo apoyar una reforma consensuada del Estatuto de Gernika, pero ha acabado practicando la política antiterrorista del PP y gobernando a medias con él.

Ahora socialistas y populares, que se rompieron los cuernos a cuenta de la ley catalana, esperan la sentencia para ponerse a aplaudir juntos. "Y luego, ¿qué?", pregunté ayer a Federico Trillo, el hombre del recurso. "Luego, la política", respondió.

22-IV-10, Jordi Barbeta, lavanguardia