Fritz Bauer, el desnazificador inc̣mode

Fritz Bauer distinguía tres sujetos en el origen del nazismo: "Los nazis, que propugnaban ideas y actitudes, una minoría importante; la gente autoritaria y cruel educada en el militarismo prusiano y en la tradición de Lutero, y la gran masa de obedientes, conformistas y oportunistas". Unos y otros coincidían en que el humanismo, la compasión y la solidaridad son síntomas de flojera e ingenuidad mental, una idea que ahora renace con el concepto buenismo, explica Ilona Ziok, la directora que le ha dedicado a Bauer un largo documental. Bauer fundó en 1961 la Humanistische Union, la organización de derechos humanos más influyente de la moderna Alemania.

Es comprensible que a usted el nombre de Fritz Bauer (1903-1968) no le diga nada. Más curioso es que este jurista socialdemócrata de origen judío siga siendo casi un desconocido en Alemania, donde su figura ha tenido que ser rescatada, con ciertas dificultades, por una biografía editada el año pasado y un filme estrenado en el festival de Berlín.



Ninguna calle lleva su nombre, ninguna placa recuerda el lugar donde nació, vivió o murió. Nunca fue condecorado. Pero quizás lo peor sea el desconocimiento de su figura entre los estudiantes de derecho. En la Alemania de hoy, la memoria de la posguerra vende menos que la memoria de la dictadura germanooriental, constantemente recordada en su más mínimo detalle policial.

Resistente antinazi, ex preso, exiliado en Dinamarca y Suecia, donde editó la revista Sozialistische

Tribüne con Willy Brandt, Fritz Bauer fue un jurista suabo nacido en Stuttgart, detenido por la Gestapo en 1933 por ser miembro del SPD y expulsado de la judicatura por su origen judío. En 1949 regresó a los juzgados dispuesto a participar en la reconstrucción, física y moral, del país.

Bauer entra en la historia alemana por tres motivos. El primero, por ser iniciador del proceso Remer, de 1952, contra el general nazi Otto Ernst Remer, por difamación y calumnia contra los conspiradores de la operación Valquiria, que intentaron matar a Hitler el 20 de julio de 1944. Remer los tachaba de "traidores a la patria" y el gobierno parecía de acuerdo, pues negaba la pensión de viudedad a la esposa de Claus von Stauffenberg, principal conspirador. Remer fue condenado a tres meses, que eludió huyendo a España, donde murió en Marbella en 1997 tras un largo historial de negación del holocausto. Pero la resistencia fue rehabilitada: ya no se pudo tachar de "traidores" a sus protagonistas.

El segundo es por el caso Eichmann. Bauer recibió en 1957 una carta de un antiguo compañero del campo de concentración residente en Buenos Aires que le revelaba que el responsable de la deportación y aniquilación de los judíos vivía en Buenos Aires. El paradero del nazi, que había escapado de Alemania ayudado por el Vaticano, era conocido por los servicios secretos alemanes y estadounidenses. Bauer sabía que poner el caso en manos de los jueces alemanes significaba perderlo, porque advertirían a Eichmann y este desaparecería. Así que se lo comunicó al Mosad, que secuestró a Eichmann, en 1960 y se lo llevó a Israel, donde fue juzgado y ejecutado.

El tercer y principal motivo por el que Bauer entra en la historia es en su calidad de promotor de los procesos de Auschwitz: seis juicios celebrados entre 1963 y 1968 contra 27 responsables del campo de exterminio. Aquello fue una proeza, porque en Alemania Occidental, en términos generales, no hubo desnazificación. Los juicios aliados en Alemania contra los nazis fueron poca cosa y el nuevo Estado alemán los amnistió. El tribunal de Nuremberg, que se proponía llevar a juicio a cinco mil personas, no juzgó sino a 210. En diversos juicios, norteamericanos, británicos y franceses condenaron a cinco mil personas, de las que apenas 700 lo fueron a la pena capital. Más del 90% de los miembros de las SS ni siquiera llegaron a ser juzgados.

Hans Christoph Seebohm, que tres años después sería ministro de Transportes con el canciller Konrad Adenauer, expresaba en 1946 la mentalidad imperante al exigir "respeto" a la cruz gamada, símbolo por el que habían muerto "tantos soldados alemanes". En Baviera el 81% de los jueces tenían un pasado nazi; en Baden-Württemberg, el 50%.

Los procesos de Frankfurt que Bauer inició fueron una pequeña excepción. Condenar a algunos de aquellos 27 monstruos, aunque fuera a penas leves por su prescripción, tuvo gran importancia. En los procesos, los acusados fueron saludados militarmente por algunos de los policías en la audiencia, y Bauer, que era el fiscal, recibió amenazas e insultos.

En la Alemania de Adenauer, Bauer era un democratizador genuino, un hombre que no estaba interesado en la venganza sino en la justicia y que creía fervientemente en la redención de Alemania, para la que que cifraba todas sus esperanzas en la juventud. El movimiento de 1968 hizo posible la denuncia del nazismo que caracteriza a Alemania desde entonces. El 68 alemán tuvo mucho de ajuste de cuentas generacional con los nazis y la cultura que hizo posible el nazismo. Bauer fue su precursor. En 1962, su ensayo Sobre las raíces de la acción nazi debía ser distribuido en escuelas de Renania-Westfalia, pero el ministro de Cultura del land, Eduard Orth, lo prohibió. Emplazado para una discusión pública con Bauer, Orth envió en su lugar a una joven promesa de su partido, Helmut Kohl. En el debate, Kohl defendió que era "demasiado pronto para un juicio moral sobre el nazismo".

El fiscal trabajaba a contracorriente. Eduard Dreher, encargado de la reforma del código penal a partir de 1954, impuso la prescripción para los crímenes de "complicidad con asesinato", que liberó de toda responsabilidad a los nazis y tuvo el efecto de una amnistía. Dreher, en 1943, había sido fiscal especial en Innsbruck y envió a centenares de "delincuentes políticos" a la muerte. Bauer, al contrario, fue el reformador del derecho penal y el luchador por una evaluación apropiada del holocausto. "Fue visto como adversario y enemigo", afirma la directora Ilona Ziok, que dice haber encontrado "muchas dificultades" para financiar su película, dos veces rechazada por el Ministerio de Cultura.

Bauer murió a finales de junio de 1968. Hallaron su cuerpo en la bañera de su casa. Que un hombre tan tenaz se suicidara es poco creíble. "Mucha gente cree que fue asesinado, pocos creen que fue suicidio o accidente", dice Ziok. No hubo autopsia. "Toda la documentación sobre su muerte desapareció en el incendio de un archivo judicial de Frankfurt", explica la directora.

6-IV-10, R. Poch, lavanguardia