<12-IX, París, exposició, ´Beat Takeshi Kitano, gosse de peintre´

Beat Takeshi Kitano, gosse de peintre
fondation.cartier.com
fins el 12-IX

Takeshi Kitano, l´iconoclaste
www.centrepompidou.fr
fins el 26-VI

"Los dinosaurios tenían los brazos tan cortos que no lograban limpiarse el trasero. Ese drama higiénico explica su desaparición". Takeshi Kitano conoce la teoría del meteorito, porque la ciencia es una de sus pasiones. Pero prefirió su versión para Beat Takeshi Kitano, gosse de peintre -alusión irónica a su nombre de payaso, hijo de pintor de brocha gorda-, una exposición de instalaciones, pintura y objetos, en la parisina Fondation Cartier. Curiosa primera exposición de quien se define pintor de domingo y que coincide con una retrospectiva en el Centro Pompidou: Takeshi Kitano el iconoclasta, cineasta y actor para la gran y la pequeña pantalla. Porque si en Japón Beat Kitano es una estrella cómica de la televisión -ocho emisiones semanales y de 10a 15 millones de televidentes-, en Occidente es Takeshi Kitano, cineasta de culto -15 filmes, León de oro 1997 y de plata 2003 en Venecia-, con un estreno simultáneo en salas: Akiresu to kame (Aquiles y la tortuga).



Para completar el cuadro, las librerías exhiben Kitano por Kitano (Grasset), fruto de una serie de entrevistas con Michel Temman, corresponsal de Libération en Tokio. Largas conversaciones casi clandestinas, fuera del control de sus agentes. "Fue por azar, vivíamos en el mismo barrio y frecuentábamos, de madrugada, los mismos bares", reconoce Temman, quien habita el archipiélago desde hace 17 años. "Justamente por la informalidad de los encuentros, las buenas botellas y porque se trataba de un extranjero -asegura Kitano- conté lo que jamás había contado". Por ejemplo, su compromiso humanitario conÁfrica.Y su pesimista visión de Japón, "un país aculturizado por los norteamericanos".

Kitano tiene el talento de reírse de sí mismo. "De niño me repetían que era idiota: lo desarrollé". Y "asumo esta doble personalidad: payaso en mi país y maestro en Occidente". Sus 30 años de éxito en televisión le han convertido en un millonario cuyos lujos, excluido el Rolls Royce Phantom, consisten en pintar, crear objetos, escribir poemas y realizar esos filmes inconfundibles por su música, sequedad y violencia, en los que exhibe un talento de actor sobrio, contraste absoluto con el vulgar ídolo televisivo.

Difícil sintetizar a este hombre nacido en 1947 y "muerto una primera vez", como él dice, en 1994, cuando perdió el control de su moto y estrelló la cabeza contra un poste de acero. "En el cole se burlaban de la profesión de mi padre, pintor de brocha gorda; pero a m íme avergonzaba su alcoholismo, las palizas a mamá y que perdiera su salario en las maquinitas". La insistencia de su madre le lleva a la universidad. Hay que trabajar y abandona el aula. Portero de cabaret, "el propietario me enseñó los trucos del oficio de animador. Un día de 1974 reemplacé a un cómico enfermo". Así nació Beat Takeshi, actor de manzai, antigua justa verbal. Desde 1980 arrasa en televisión. Sus provocaciones lo vuelven legendario. Invierte sus millones y crea Office Kitano, semillero de artistas, agencia de representación, mafia, club de adoradores. En 1983, acepta Furyo, el filme de Oshima, junto a David Bowie. Triunfa como actor serio. Y decide dirigir. Nunca le interesó la técnica y tampoco era cinéfilo.

Después de su accidente -¿intento de suicidio? Dice no saber si aceleró conscientemente ni por qué olvidó su casco- comenzó a pintar y esculpir, creando objetos híbridos, como el cuadrúpedo margarita, la moto camaleón o el pez hipopótamo, expuestos en Cartier. "Es un estado de éxtasis; a veces me sorprende la saliva que pende de mis labios. Por eso no vendo; regalo. El placer de realizar me compensa". La exposición, planteada como un parque de diversiones y dirigida a críos, "para que intervengan, piensen y reaccionen", incluye darumas -objetos para dar suerte- y comida. Sus toques surrealistas le hacen comentar que "si la ve el cirujano que, tras mi accidente quería trepanarme, se arrepentirá de no haberlo hecho".

En fin, sus tres ídolos, "los que me enseñan mis limitaciones", son de pincel: Matisse, Picasso y Leiji Matsumoto, creador de Albator, héroe del manga.

4-IV-10, Ó. Caballero, lavanguardia