īPapanatasī, Jordi Barbeta

Me siento muy orgulloso y estaré eternamente agradecido al gran Quim Monzó por haber utilizado para titular su último libro el concepto de la Internacional Papanatas -progresista por supuesto- que se me ocurrió un buen día en la tertulia matutina de Josep Cuní. Se trataba de describir la actitud mitad hooligan mitad borrega que se ha extendido como una pandemia entre gentes que se proclaman de izquierdas, que han perdido la razón como instrumento para interpretar la realidad, y que lo han sustituido por la estulticia, que siempre requiere un menor esfuerzo a la/s neurona/s.

Los papanatas son muchísimos, se mueven en rebaño y suelen vivir del cuento. Con hacer ostentación de estar contra todo lo que puedan decir o hacer José María Aznar, el PP, la patronal, George Bush, Estados Unidos o Israel, los militantes de la IPP ya se consideran merecedores de una medalla. Vociferan contra la guerra de Iraq, pero asisten impasibles a la de Afganistán; pretenden llamar a la Navidad vacaciones de invierno,pero, cosmopolitas como dicen que son, reivindican los minaretes... Por eso mi agradecimiento a Monzó no es tanto por el título de su libro, sino por la defensa y la exigencia que hace de la inteligencia y del sentido común, virtudes tan necesarias y tan escasas en los tiempos que corren. Lo mejor de Quim es que sabe describir la tontería con tanta precisión que debe ser el único al que, después de poner a los papanatas y las papanatas en ridículo, la IPP no lo condena a la hoguera, sino todo lo contrario. Le aplauden y, lo más inaudito, le compran todos sus libros... Son papanatas y no pueden evitarlo.

A los demás mortales nos cuesta mucho más defender el matiz y que no nos confundan, porque las ideas y las personas cada vez cuentan menos. Aquí ya no se trata de saber qué piensas o qué propones, sino a favor o en contra de quién vas. Y en cuanto te descuidas, ya te han metido en el saco de los indeseables. He rechazado el terrorismo siempre, pero jamás volveré a una manifestación antiterrorista, porque siempre se llenan de gentuza que pide la pena de muerte. Estaba contra la guerra de Iraq, pero como no llamaba asesino a Aznar antes de empezar a hablar, todo en mí era sospechoso. Ahora estoy contra la prohibición de los toros, y me resulta muy incómodo que me confundan con la cuadrilla de Boadella y sus secuaces, que no saben nada de toros y miraron para otro lado cuando los prohibieron en Canarias. Lo mismo ocurre con la independencia de Catalunya. A mí, como idea no me asusta nada, pero me entra pánico sólo de pensar que algún día dirigieran este país los friquis de la estelada... La referencia la fijan los grupos y el grupo, tu propio grupo, suele estar lleno de gilipollas.

7-III-10, Jordi Barbeta, lavanguardia