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India y Pakistán reanudaron ayer el diálogo interrumpido abruptamente hace quince meses, cuando el asalto terrorista a Bombay volvió a colocar al borde del abismo a ambas potencias nucleares. El tanteo fue calificado por los anfitriones en Nueva Delhi de "una conversación sobre conversaciones" y terminó con el habitual cruce de reproches, apenas velados: Islamabad apoya el terrorismo para apoderarse de Cachemira y Nueva Delhi hace lo propio para desgajar Beluchistán de Pakistán.

El deshielo partió de la secretaria de Exteriores de India, Nirupama Rao, cuya invitación fue correspondida por su homólogo pakistaní, Salman Bashir. Este recibió tres informes y una lista de 35 presuntos terroristas refugiados en Pakistán, entre ellos el líder de Lashkar e Taiba, Hafiz Said - supuesto inductor de los hechos de Bombay-,al que un tribunal pakistaní ha levantado el arresto domiciliario por falta de pruebas. India ha facilitado el nombre de un oficial pakistaní en activo y otro retirado como responsables de la organización del asalto a Bombay, aunque a estas alturas hasta el Ministro del Interior indio reconoce que también hay indios implicados.

Contrariado, Bashir expresó que "no es realista, sino injusto y contraproducente" que India supedite cualquier avance en las relaciones al asunto de Bombay. "Nosotros hemos tenido cien atentados como ese", espetó, antes de recordar que la piedra de toque es el estatus de Cachemira. India se resiste desde hace 60 años a celebrar el referéndum que debería permitir a los habitantes del territorio decidir su incorporación a India o a Pakistán. Cachemira ha sido descuartizada entre India, Pakistán y China y ha sufrido cuatro guerras. Ahora se cumplen veinte años de insurgencia en el valle, ocupado por más de medio millón de soldados indios. Terrorismo y contraterrorismo han provocado más de 50.000 muertos y miles de desaparecidos.

India y Pakistán estuvieron a punto de llegar a un acuerdo en el 2007, pero los atentados del 2008 - en que diez terroristas sembraron el terror en Bombay durante tres días y causaron 166 muertos-desbarataron todos los avances.

El próximo paso podría ser un encuentro entre los primeros ministros. Washington es el principal inductor del diálogo, ya que el peor escenario para EE. UU. - y el que persigue el terrorismo islamista-es el de una crisis entre India y Pakistán que lleve a este último país a retirar sus fuerzas de la frontera afgana para reforzar la frontera india. En Afganistán no hay paz sin Pakistán. Al mismo tiempo, India se está convirtiendo en un aliado estratégico y socio económico de Washington en la misma medida en que Pakistán se desliza hacia la órbita china.

Es impensable que Pakistán entregue a India a terroristas que sirvieron de peones para los objetivos del propio ejército pakistaní. Sin embargo, Islamabad sorprendía ayer al mostrarse abierta a entregar a Afganistán al número dos talibán, el mulá Baradar, detenido hace algunas semanas.

26-II-10, J.J. Baños, lavanguardia