´Fincas particulares´, M. Dolores García

Veintidós años después de que Jordi Pujol decidiera suprimir la Corporació Metropolitana de Barcelona, el PSC la resucita. En 1987, CiU gozaba de mayoría absoluta. Pujol deseaba borrar del mapa "la Corpo", que veía como la finca particular de un Pasqual Maragall al alza, sobre todo desde unos meses antes, con la designación olímpica de Barcelona. Pujol consideraba la Corporació un contrapoder creciente a la Generalitat y a su propia autoridad. Y decidió cortar por lo sano. El Parlament se enzarzó en una reordenación territorial y el ente metropolitano se borró del mapa al tiempo que se creaban los consejos comarcales. CiU contó con el apoyo de ERC.

Conjurado el riesgo político, la organización territorial continuó sin resolverse. Los consejos comarcales son uno de los entes políticos con los que menos se debe identificar el ciudadano medio, así que cuando al aprobar ahora la ley de Veguerías se argumenta la necesidad de acercar la administración al ciudadano, es para echarse a temblar… Prueba de que nada se arregló es que en el 2000 el conseller de Governació Duran Lleida encargó a Miquel Roca un informe sobre el asunto. El resultado fue demoledor: sobraban municipios. Unos 200 de los 946 existentes. De hecho, Catalunya tiene 646 municipios con menos de 2000 habitantes, una organización ineficaz. Roca proponía crear seis veguerías en sustitución de las diputaciones, ya que el 80% de los municipios son tan pequeños que no disponen de medios para ofrecer servicios como parques, bibliotecas, mercados o tratamiento de residuos. Tal polvareda levantó el informe que hubo que meterlo en un cajón bajo siete llaves.

Y allí quedó, aunque los problemas descritos perduraron. Los consejos comarcales han pasado sin pena ni gloria y en lugar de la Corporació barcelonesa se crearon entes de coordinación para transportes, agua o residuos que dan servicio a una conurbación de tres millones de personas, pero sin poder político. Hasta que el PSC de Montilla, bajo el síndrome del posible regreso a la oposición, aprueba una ley de veguerías con ERC y rescata la antigua "Corpo", ahora como ÁreaMetropolitanade Barcelona, futuro estandarte de las alcaldías socialistas. Por el camino, un reguero de quejas, la sospecha de que se engrosará el número de empleados públicos y bastantes preguntas sin responder (¿parte del personal de la Diputación de Lleida aceptará irse al Alt Pirineu?, ¿tiene sentido una veguería de Barcelona superpuesta al Àrea Metropolitana y al Consell Comarcal del Barcelonès?...).

O sea, para demoler la Corporació edificamos los consejos comarcales y para reconstruirla, aprobamos las veguerías… Este país no ha logrado en 30 años pactar su organización territorial interna, pero igual si el Congreso se pone en contra surgen unanimidades por doquier...

9-II-10, M. Dolores García, lavanguardia