entrevista a Manuel Castells (I-2010)

El sociólogo Manuel Castells, catedrático emérito en Berkeley (California) y director del Internet Interdisciplinary Institute en la UOC (Barcelona), ha dedicado la mayor parte de su obra al estudio de la sociedad de la información, analizando los cambios económicos, sociales y culturales que están transformando el mundo a gran velocidad.

Siempre se ha dicho que la prensa, a la que hoy casi todos ven con un futuro incierto, es el cuarto poder. ¿Lo es? El sociólogo Manuel Castells (Hellín, Albacete, 1942), que aborda esta cuestión en su último libro, titulado Comunicación y poder (Alianza Editorial), analiza durante dos horas esta y otras muchas cuestiones en una conversación mantenida con Magazine.

¿Qué es comunicación y qué es poder?
Comunicación es compartir significado a través del intercambio de información, y poder es la capacidad de algunas personas, organizaciones o instituciones de hacer que otros actúen de forma que favorezca los intereses y los valores de los que tienen el poder.

¿El poder quiere apropiarse de la comunicación?
El poder se ejerce a través de la comunicación. El poder es una relación, no es una cosa, no es un ente. No hay el poder desencarnado, hay gentes, instituciones que establecen una relación de poder, no es que el poder controle la comunicación o los medios de comunicación. Pero se ejerce a través del espacio de la comunicación.

¿Cómo?
El poder, fundamentalmente, tiene dos formas que se suelen combinar. Una, la coacción, el obligar legal o ilegalmente por la posibilidad de ejercer violencia o intimidación. La otra es influir las mentes, influir en lo que pensamos porque determina lo que hacemos. Esto es, el poder está en las mentes. En nuestras sociedades es esta segunda forma de poder la que es decisiva. Todo depende de cómo pensamos, de las señales que recibimos en nuestro cerebro y cómo las procesamos. Y esas señales nos llegan del entorno de comunicación. Los medios de comunicación son el instrumento para organizar ese entorno de comunicación. Quien sea capaz de diseñar y hacer funcionar en un sentido u otro el proceso de comunicación socializado –la comunicación que pueda llegar a todo el mundo¬ tiene una de las claves del poder.

El control de las mentes… puede llegar a ser inquietante. ¿Es algo de lo que pudo ocurrir durante la guerra de Iraq, donde toda una nación respondía en función de un doble mensaje: el miedo al terror y el patriotismo?
Exacto.

Es muy inquietante que alguien pueda controlar los resortes de la mente de un país entero y que pueda conducir a actuar como quiere.
Absolutamente. Pero, claro, se pudo actuar así porque el miedo está ya en nuestras mentes. No es sólo que nos inciten el miedo. Es que si tú has sufrido un atentado terrorista, te han volado el centro de tu ciudad más importante y han muerto 3.000 personas, tienes miedo. Y si luego te dicen que te van a exterminar, envenenar…, pues tienes miedo. Luego hay una manipulación política, claramente documentada ahora, que afecta en parte a los medios de comunicación que reciben y publican historias que no son verdaderas. Esto activa los mecanismos de miedo en la mente de las personas y la posibilidad de ser manipuladas. Pero lo interesante de las sociedades es que los procesos son abiertos; también se pueden activar otros mecanismos: el espíritu crítico, la esperanza, la solidaridad, etcétera. Y como los procesos son abiertos, además del caso de la guerra de Iraq, también podemos señalar otros casos; por ejemplo, que un régimen aparentemente controlado e indestructible como el de los ayatolás en Irán es puesto en cuestión y se tambalea por la movilización espontánea de redes de comunicación a través de internet. Es un movimiento que, obviamente, no derriba un régimen represivo, pero lo pone en cuestión. Por tanto, yo diría que la capacidad de intervenir en las mentes de las personas es extraordinaria en el mundo de la comunicación digital, multimodal y omnipresente.

Dos ejemplos radicalmente diferentes. ¿Qué vale más, el bien por conseguir o el mal que se pueda generar?
Independientemente de la evaluación que podamos hacer, ese es nuestro mundo. Vivimos en ese mundo de comunicación y de redes de poder que se organizan a través de los sistemas de comunicación. Una cuestión es qué podemos pensar y cómo nos podemos situar en ese fenómeno y otra cosa es reconocer el fenómeno, porque hoy por hoy la gente piensa que recibe toda la información y luego decide. Esto es irreal. La neurociencia ha demostrado que trabajamos a partir de emociones y sentimientos. Por ejemplo, hay cinco veces más probabilidad de registrar una información que coincide con lo que ya pensamos que una información que contradice lo que ya pensamos.

El poder vigila a la gente, pero ahora también se le puede vigilar a él.
Sí, pero no el poder, los poderosos: son personas, son organizaciones, no es algo abstracto llamado el poder.

¿Quién tiene el poder? ¿Tiene nombre y apellidos o es algo abstracto?
No, todo es muy concreto, son los que tienen mayor capacidad de intervención en el espacio de la comunicación y a veces son amplias redes espontáneas por móviles o por internet. Por ejemplo, en el caso del 11-M del 2004, en realidad del 12 y 13 de marzo del 2004, quienes cambiaron las relaciones de poder fueron las personas que construyeron y organizaron manifestaciones y protestas espontáneas denunciando lo que ellos percibían como mentira… Tenían más poder que toda la televisión publica, porque cambiaron el sentido del voto. Es un buen ejemplo para mostrar que no es siempre el poder vertical.

¿Es internet una herramienta de apertura y democratización?
De incremento de la libertad, porque no hay que mitificar internet. Internet es una plataforma de comunicación libre y muy difícil de controlar. Pero los usos de la libertad no dependen de internet. Se puede utilizar la libertad para subvertir la libertad. Por ejemplo, la idea de que las empresas mediáticas controlan internet porque poseen YouTube, MySpace, Facebook… en realidad no es tan así, porque las plataformas son de comunicación libre, y si las empresas cortan esa comunicación libre, la gente se va al lado a otra plataforma de comunicación o crean otra nueva. MySpace y YouTube tienen que permitir una gran libertad en el espacio de comunicación porque, si no, pierden usuarios. Se trata de una comercialización de la libertad. Vender posibilidad de comunicación libre. El que la gente sea libre al comunicar no garantiza lo que la gente va a hacer con esa libertad. Uno de los temas más interesantes de internet es que nos obliga a descubrir quiénes somos realmente porque lo que hacemos en internet es lo que realmente la sociedad es. Es nuestro espejo en la historia.

¿Quiénes somos?
En internet hay de todo: gente heroica dispuesta a luchar y morir por la libertad y la solidaridad con los demás y gente dispuesta a organizar una banda racista o una yihad islámica. Somos ángeles y demonios. Y en qué proporción, depende de los momentos. Nadie está libre en un momento dado de ser xenófobo. Nadie es racista, pero cuando te preguntan si te da igual que tu hija se case con un árabe, entonces mucha gente responde que no. En ese sentido, internet tiene un efecto profiláctico porque nos impide mentirnos a nosotros mismos como sociedad, y por eso mucha gente tiene miedo a internet, porque se tiene miedo a sí misma.

Sostiene que el único riesgo de internet somos las personas porque se vive en un mundo superdesarrollado tecnológicamente pero subdesarrollado éticamente. Una tecnología sin ética es muy peligrosa.
Sí, pero lo que pasa es que el genio ha salido de la botella. La tecnología no la vamos a parar ni la vamos a cambiar. Mejor nos reparamos a nosotros mismos. Pero, efectivamente, ha habido un deterioro ético. Ha habido una individualización total de los proyectos personales y una debilitación de las instituciones tradicionales de control social sin que hayan surgido nuevas. No es que yo vaya a defender la familia tradicional, la religión tradicional o el Estado tradicional…, pero todo eso se ha debilitado. La globalización ha debilitado en la práctica el poder de los estados nacionales, el proceso de secularización en nuestro ámbito ha disminuido los controles de una moral religiosa, la crisis del patriarcado en la familia ha hecho que haya una gran inseguridad en las relaciones personales y una ruptura real de la disciplina tranquila y sistemática de los niños y de los jóvenes dentro de la familia. Todas las instituciones que aseguraban una cierta estabilidad han dejado paso a una individualización: yo y el mundo. Yo con las redes que yo me construyo en el mundo.

Hay una quiebra.
Se han roto en cierto modo los lazos comunitarios de las sociedades. En ese sentido, lo que puede ser una ética individual ya no es ética, porque ética es la referencia a unos principios comunes que se aceptan. Esto ha sido amplificado enormemente por un modelo de crecimiento económico y de organización económica que la gente llama capitalismo, pero que yo creo que es insuficiente porque hay muchos tipos de capitalismos. La historia de que el capitalismo en general pervierte los valores éticos es una historia totalmente ideológica, pero lo que sí ocurre es que el tipo de modelo de organización económica que hemos vivido en los últimos 15 o 20 años sí que maximiza la idea de que todo me está permitido con tal de ganar dinero, independientemente de lo que le pase a la empresa. Y a los clientes. La criminalización de una parte del capitalismo también es fundamental. Se han constituido multinacionales del crimen, en parte ligadas a la descomposición de sistemas como el soviético, en parte ligadas a la reacción en muchos países pobres donde se considera que el único negocio posible es el crimen, la prostitución o la trata de niños. A partir de ahí se genera un todo vale, y si a ese todo vale le enchufamos una tecnología tan potente como es internet, la capacidad de conexión móvil en el mundo entero, una red global de transporte aéreo, una red de comercio marítimo informatizado que comunica todas las economías..., tenemos un problema muy serio. Y esto no se soluciona controlando internet. Primero, porque no se puede controlar, y segundo, porque sería perder el instrumento básico sobre el que funcionan la sociedad de la información y la economía del conocimiento. Sería como intentar controlar los desaguisados del capitalismo o del estatismo soviético cortando la electricidad. El rearme moral tanto de la empresa como de la política es más importante que nunca porque la capacidad tecnológica de desarrollar proyectos potentes es tan enorme que sin un control estamos yendo hacia la desintegración del tejido social.

¿Cuál sería su receta para evitarlo?
Para empezar, se ha hablado muy mal de los gobiernos y de la política, y algo habrán hecho…

Dos tercios de los ciudadanos del mundo no se sienten representados por sus electos.
Exactamente. Y afecta a electos o no electos. El gran problema es que tenemos una gran crisis económica, global, estructural y no se va a solucionar rápidamente diga lo que diga Zapatero, que ahí se equivoca totalmente. Una crisis ecológica y medioambiental de proporciones históricas que sólo ahora empezamos a percibir en realidad, una crisis ética de ruptura de valores de solidaridad social y, en medio de todo esto, una crisis de legitimidad política y de capacidad política de restablecer la confianza de los ciudadanos en sus instituciones. Esta última crisis es la peor porque si no tienes el instrumento de gestión, no puedes gestionar nada. Y el instrumento de gestión exige tener la capacidad de tomar medidas drásticas e impopulares que en un mundo de desconfianza de los ciudadanos pueden ser rechazadas y encontrarse con constantes crisis políticas: en los países no democráticos, con explosiones sociales; en los países democráticos, con elecciones constantes, rupturas de alianzas, gobiernos débiles y, como consecuencia, un desmadre en la gestión de los asuntos públicos. La crisis propiamente política es la más grave de todas porque nos deja sin instrumentos de gestión. Internet puede ser una excelente herramienta de participación ciudadana activa, basada en la información. No que la gente gobierne por internet, eso es demagogia, pero que constantemente se informe a los ciudadanos, que los ciudadanos tengan acceso a información a la que legalmente tienen derecho. Hay excelentes programas de participación ciudadana que no se utilizan porque no hay voluntad de abrir las avenidas de la política a la transparencia. En este sentido, las sociedades escandinavas nos están dando una lección al resto del mundo. Hay transparencia y hay confianza en los políticos. Por lo tanto, son capaces de tomar medidas. Suecia nacionaliza la banca por tres años y luego la devuelve al sector privado tranquilamente, y no pasa nada porque la gente confía en que están haciendo algo positivo. La capacidad que tenemos para crear una democracia informada interactiva no la estamos aprovechando porque la clase política todavía no se ha convencido de que se ha acabado el sistema en el que estaban y de que si ellos mismos no lo reforman y lo reorganizan, se lo reformaran o se lo destruirán sin reforma.

¿Qué posibilidades prevé?
Preveo tres niveles. Uno es la posibilidad de una individualización extrema, del sálvese quien pueda, pero a lo salvaje, con un aumento del crimen, la violencia o, en nuestro contexto, de la xenofobia o el racismo en términos totalmente destructivos. Después puede haber un nivel de explosión social colectiva o de crítica social al sistema que se manifieste votando a alternativas demagógicas que caoticen la forma de organización, y, por último, existe la posibilidad de una reforma de las instituciones políticas aumentando la participación, generando nuevas formas de articulación por internet y sintiéndose responsables de las demandas de los ciudadanos. Si esta forma noble no se produce –y aquí la clase política actual tiene que reformarse a sí misma–, entonces la ruptura social o la violencia individual pueden generalizarse. Y todo depende de cómo evolucione la crisis económica, en la que la familia está actuando como elemento amortiguador y de contención.

La familia…
Sí, con la crisis los jóvenes están volviendo a casa y a la universidad. Se refuerzan los lazos familiares, que son los únicos con los que se puede contar. Y vuelven a casa, pero como no pueden trabajar, estudian, con lo cual vamos a tener un repunte de los niveles de educación y formación de nuestra sociedad. Mayor educación y mayores lazos familiares como respuesta personal e individual a la crisis: el catastrofismo atemperado por el sentido común de la gente.

Sentido común en épocas de crisis.
Tú no puedes mantener la sociedad funcionando a partir de decisiones únicamente individuales. Si no hay una recomposición del vínculo básico de confianza, prevalecerá la emoción del miedo, que es la destructiva, sobre la de la confianza, que es la positiva y con ella se establecen los vínculos sociales. Hoy tenemos miedo y nos falta confianza. En estas condiciones, internet aumenta las tendencias destructivas. Pero si hay un intento de reforma, se le puede dar la vuelta a la situación. Obama ha dado un vuelco a la situación en Estados Unidos, que hoy estaría mucho peor si no hubiera dado esperanza. La gente necesita algo a lo que agarrarse.

Y ha creado una comunidad en la red.
La comunidad red en torno a Obama continúa muy potente y se ha movilizado a su favor en la reforma sanitaria.
 
¿Y con respecto a la guerra de Afganistán, qué han hecho?
No le han criticado. Se han callado. Puede ser que si las cosas empeoran, se movilicen en contra. Lo interesante es que la red existe y que puede ser un elemento crítico hacia las políticas de Obama, un líder que ha creado un movimiento que va más allá de sus propios intereses y de lo que él mismo pueda ser. Eso es un líder. La democratización y la transparencia pasa por que tú ayudes a que la gente se organice, se aglutine, se movilice y , si no estás
de acuerdo con ellos –como ha
dicho siempre Obama–, pues discutimos, debatimos y criticamos. Y si es necesario, no le votan, pero no por ello desmontará lo que ayudó a crear.

Participación, movilización.
Internet, como instrumento de las personas, puede acoger campañas de protesta para que la democracia sea más democrática. La gente no está contra la democracia, está por más democracia, más transparencia, y no se fía de los políticos que están en las instituciones democráticas. A través de internet están surgiendo partidos, candidatos, opciones políticas que no están previstos dentro del sistema político. Es un instrumento tanto para el incremento de las fuerzas de extrema derecha como para el auge de los partidos verdes, las opciones más radicales y democratizantes o, en el caso de España, para opciones soberanistas, por ejemplo. Todo lo que en las instituciones no está suficientemente representado con respecto a lo que es la sociedad, por internet gana espacio. En gran parte es porque no hay una voluntad política real de las instituciones y los partidos de reformarse a sí mismos. Por tanto, en lugar de utilizar internet para la necesaria reforma política y de los vínculos con los ciudadanos, confunden internet con un tablón de anuncios o con un sistema publicitario de televisión y dejan la red a las fuerzas que están en los márgenes o fuera del sistema político.

¿Por qué?
Internet les incomoda porque tienen que responder mucho más directamente al control ciudadano.
 
¿Cuál es el Estado red?
El Estado red es el Estado de la globalización. La mayor parte de los elementos claves del Estado nación: las finanzas, la moneda, la economía, la capacidad militar, la política. La ecología del planeta depende de procesos que son globales, que no se pueden controlar desde el Estado nación. El Estado nación no controla muchas de las cosas que le pide la gente. Los estados nación concretos no sólo no van a desaparecer sino que se refuerzan, pero son simplemente nodos de una red de estados y agentes políticos –UE, OTAN, ONU, OMC, FMI…–, que son los que hacen una gobernanza mundial compartida. Los estados nación están integrados con un peso diferente en esas redes. Sin esas redes, ningún Estado puede funcionar, ni siquiera Estados Unidos. Ahora, los estados nación están condenados a vivir en red, a negociar constantemente. La primera expresión de ese cambio es el G-20, que es ahora donde se toman las decisiones, porque el G-8 sin el G-20 ya no hace nada.

17-I-10, Álex Rodríguez, magazine