(SGAE:) ´La entidad más odiada´, Enric Sierra

La Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) ha vuelto a ser noticia por sus malos modos. Primero fueron los peluqueros quienes la semana pasada pusieron el grito en el cielo porque les van a cobrar por poner música de ambiente mientras hacen la permanente y, dos días más tarde, los ayuntamientos del Ripollès denunciaron que los recaudadores de esa entidad requieren el cobro de sus derechos a los casals d´avis de la comarca por poner la televisión. Pero lo que más ha irritado a estos vecinos es "la poca educación y prepotencia" con la que actúan los agentes de la SGAE.

La actuación de esta entidad centenaria es deplorable y es indignante que persista en su actitud con el respaldo incondicional de un gobierno que se llegó a sacar de la manga el canon digital, la tasa más impopular creada en democracia, para entregarlo a la SGAE.

Está claro que la crisis es muy mala y llega a los sectores más recónditos. Sólo eso explicaría el nivel de raspado al que está llegando esta entidad. Los lectores de La Vanguardia. es han sido muy críticos estos días con el proceder de la SGAE. Algunos de ellos son muy ocurrentes, como el que ya ve "a los mossos parándote con el coche y preguntando: ¿qué canción escucha? ¡Ah! Esta tiene derechos de autor, multita y tanto por cierto para la SGAE". O los que recuerdan que hay unos cuantos artistas que cobran de esta entidad pero que viven fuera de España para no pagar los impuestos aquí. Además de los que se preguntan "quién le ha dado tanto poder a esta entidad privada".

Pero lo que más subyace entre los usuarios es un creciente sentimiento de animadversión hacia la SGAE. "Es la entidad más odiada del país", afirman unos, mientras que no son pocos los que llaman al boicot: "Yo no voy a comprar ni un solo disco ni película a partir de ya mismo. Ni voy a ver películas españolas. Usaré internet en vez de la tele y les haré el boicot allá donde los encuentre. Ni un solo euro tendrán directamente de mi bolsillo".

Me resisto a pensar que gente como Marina Rossell, Jorge Drexler, Mikel Erentxun, Icíar Bollaín, Cristina Hoyos o Luis García Berlanga, entre otros, se sientan cómodos como miembros de la junta directiva de la SGAE al ver la reacción popular ante la manera de actuar de esta entidad privada. No puedo imaginar al solidario José María Cano o a la comprometida Rosa León respaldando como directivos a una sociedad que vive del público y que a la vez lo desprecia tanto. Artistas, músicos y otros creadores, vayan con cuidado, no sea que maten a la gallina de los huevos de oro. La Comisión Nacional de la Competencia ya ha dado el primer aviso y los políticos empiezan a estar incómodos con el desgaste que les comporta el apoyo incondicional que les dan. Se puede llegar a un mismo fin sin modos tan zafios.

25-I-10, Enric Sierra, lavanguardia