´La gran puņalada´, Jordi Barbeta

Lo importante de esta semana no ha sido la ocurrencia del alcalde, sino la puñalada aeroportuaria del ministro de Fomento, que, si nadie lo remedia, va a borrar Barcelona del mapa de las ciudades importantes del mundo. Y es necesario recordar que fueron Maragall y los socialistas catalanes quienes reivindicaron antes que nadie la necesidad de que Barcelona (y Catalunya) contara con un aeropuerto que fuera dueño de sus destinos. Sin embargo, le están cortando las alas, y el Gobierno catalán y el Ayuntamiento de Barcelona callan o lo celebran como "un paso adelante" (!). ¿Se atreven con Jaca y se rinden ante Madrid? En 1977, Jordi Carbonell pronunció una frase premonitoria: "Que la prudència no ens faci traïdors".

Se suponía que el ministro José Blanco tenía como gran misión progresista desarticular esa merienda de negros que es Aena, el monopolio que gestiona peor que ninguna otra empresa en el mundo todos los aeropuertos de España, y al final lo que ha hecho ha sido consolidar el poder y la influencia de esa élite funcionarial y financiera con antecedentes franquistas que parasitiza el sistema a través del ente público. El proyecto de Fomento condena al aeropuerto de El Prat a seguir ejerciendo de sucursal con la función primordial de aportar viajeros a Barajas. Además, encarrila la privatización en bloque del monstruo para que en el futuro el monopolio se eternice como patrimonio de los de siempre. Políticamente ha sido muy fácil, porque el búnker aeroportuario es un lobby transversal apoyado, mira por donde, por el PSOE y por el PP a la vez.

Pero, por una vez, en Catalunya, tampoco hay otro asunto que genere tanto consenso como la reivindicación de dejar que el aeropuerto de El Prat se valga por sí mismo. La sociedad civil llegó a organizar un acto unitario sin precedentes. Es un asunto en el que no hay diferencias ideológicas, ni están en juego banderas, ni sentimientos. Sólo se discuten los privilegios de una oligarquía con intereses inconfesables. La única manera de contrarrestar este lobby tan influyente es que los socialistas catalanes lideren desde el Govern pero, sobre todo, en el Congreso de los Diputados, como la primera fuerza parlamentaria catalana que son, la rebelión democrática que corresponde. Si el PSC juega la baza de sus 25 diputados, en Catalunya le seguirá todo el mundo, pero si el PSC claudica con el aeropuerto..., ¡uf!, entonces jamás el PSC podrá volver a presentarse como un partido que defiende los intereses de Catalunya. Estamos ante la prueba del nueve del socialismo catalán. Si el PSC no defiende el aeropuerto hasta las últimas consecuencias, hasta sus siglas se revelarán como una gran mentira. Y, esta vez, no vale hacerse el estupendo ni desmarcarse individualmente en privado. Los Castells, Geli, Nadal, Obiols, Tura... no pueden escaquearse. Tendrán que dar la cara. Tienen una deuda contraída con el país, pero además son los herederos de Maragall. De Maragall y de su memoria.

17-I-10, Jordi Barbeta, lavanguardia