´Un gran reserva´, Mārius Carol

Como el turrón, Javier Solana ha vuelto a casa por Navidad. Las ofertas se acumulan en la mesa de Solana (Acciona, Esade...) e incluso el Gobierno le ha nombrado director de la Estrategia de Seguridad Nacional, labor sin duda interesante pero seguramente muy por debajo de lo que podría aportar quien ha sido secretario general de la OTAN y alto representante para la Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea. El prestigio de Solana en el mundo de las relaciones internacionales es extraordinario, pues de la nada ha creado la defensa europea, lo que resulta una cuestión de trascendental importancia. Además, en los momentos más delicados de las relaciones entre los países europeos y la administración Bush, Solana hablaba a diario, al final del día, con Condoleezza Rice, quien siempre confió en la capacidad de su colega.

Solana es uno de esos activos que un país está obligado a poner en valor. Cuando Zapatero se encontró con una victoria electoral que ni él mismo esperaba en el 2004, mantuvo una conversación con Felipe González y le pidió un par de nombres de políticos de su generación que pudieran aportar experiencia a un gabinete que pretendía formar con socialistas más jóvenes. Según parece, González le sugirió los nombres de Solana y Almunia; Zapatero agradeció el consejo, pero no hizo ningún caso. En realidad, la charla fue mera cortesía, aunque en posterior llamada le aclaró que el compromiso de disponer de un 50% de mujeres en el Ejecutivo le había imposibilitado incorporar dos figuras tan relevantes, que, en cambio, el presidente apoyó para Europa.

A sus 67 años, con 15 viviendo en Bruselas, seguramente Javier Solana tenía ganas de regresar a España. En una entrevista reciente en la Ser descartó la posibilidad de ocupar un cargo político, mostrando su interés por trabajar desde la sociedad civil, y en particular desde las universidades y las ONG. El guerrero tiene todo el derecho al reposo, pero un gran reserva no debe estropearse en la bodega. Darío Valcárcel escribía hace unos días en Abc un elogio encendido del trabajo desarrollado por Solana en el que entre otras cosas decía que "ha puesto a Europa en el mapa" y recordaba que lo hacía desde un periódico conservador. En este sentido, en unos momentos en que la clase política española está por los suelos según los estudios del CIS, sería oportuno que Solana desempeñara una función relevante. No se me ocurre otro político en el país con semejante hoja de servicios.

Solana es un corredor de fondo en lo público y en lo privado. Seguramente por ello, se levanta a las seis de la mañana y corre varios kilómetros en compañía de un iPod con las mejores óperas. Los políticos cultos empiezan a ser una rareza, aunque Kennedy hubiera dicho que el mundo sería un mejor lugar para vivir si los políticos supieran más poesía.

30-XII-09, Màrius Carol, lavanguardia