obstinament espanyol davant (el reconeixement de) Kosova

Nunca antes una decisión diplomática española de apariencia menor tuvo tanto impacto en el día a día de un país balcánico. Aprovechando la visita de un grupo de periodistas españoles - invitados por la Fundación Soros-,el mismísimo presidente de la República de Kosovo, Fatmir Sedjiu, anunció que ha enviado esta semana una carta pidiendo al Gobierno de España que reconsidere su negativa a reconocer la independencia "unilateral" de Kosovo de Serbia, proclamada en febrero del año pasado. "España no puede quedarse atrás de la comunidad internacional. La independencia de Kosovo no se corresponde con los factores políticos nacionales (de España). El estado al que pertenecíamos ha dejado de existir", afirma el presidente kosovar.

Como otras autoridades, Sedjiu alega que la existencia de Kosovo es "irreversible" y que su primer año de vida ha demostrado que no hay riesgos de revanchismo respecto a la minoría serbia. "No ha habido desestabilización", aduce.

España es el país de mayor peso en la escena internacional de los cinco de la UE que no reconocen a Kosovo (Grecia, Eslovaquia, Rumanía y Chipre son los otros) y el único que no mantiene representación alguna en Pristina, lo que causa perplejidad en vísperas de la presidencia española de la UE. Si el abandono militar del país en el marco de la misión de la KFOR causó malestar en la OTAN - "nuestro criterio en todas las misiones es: ir juntos, salir juntos", recuerda en Pristina el general alemán Bentler, al mando de la misión-,la negativa al reconocimiento diplomático es percibida como un castigo injusto a una sociedad cuya viabilidad y porvenir depende de la Unión Europea y la asistencia de Estados Unidos. Para Pristina, la postura española explica que sólo dos estados latinoamericanos hayan reconocido a Kosovo, en contraste con los 60 estados que ya lo han hecho y entre los que figuran Estados Unidos, Francia, Alemania o el Reino Unido. Tampoco la ONU ha reconocido esta independencia a la espera de que el Tribunal Internacional de La Haya decida, podría ser en abril, sobre el recurso presentado por Serbia.

La carta americana es una medida tácita de presión sobre España con la que amaga el Gobierno kosovar. "Si Zapatero quiere tener buenas relaciones con Estados Unidos, debería reconocer a Kosovo. ¿Cuál fue la única discrepancia entre Obama y Zapatero en la visita a la Casa Blanca? Fue Kosovo. Yo les di un consejo a amigos españoles: reconozcan a Kosovo a cambio de algo pronto, antes de que terminen por reconocerlo tarde a cambio de nada", señala Lulzim Peci, embajador kosovar en Suecia y casado con una española. El analista y experto internacional Veton Surroi estima que "España no es una república bananera a la que se puede presionar vía Washington". "Sería contraproducente, pero nuestro gobierno no es siempre un ejemplo de inteligencia...", dice.

El ministro de Economía, Ahmet Shala, estudió Económicas en la Universitat Autònoma de Barcelona y pide, cordialmente, que España no castigue más de la cuenta las aspiraciones kosovares, cuyo PIB crece a un ritmo del 4%, por debajo del 7% que se requeriría para que el mercado laboral absorbiera a la juventud kosovar sin empleo. "Tenemos poco potencial económico sin integrarnos en Europa. No podemos crear buenas condiciones para que el sector privado invierta en Kosovo si no estamos reconocidos por la UE. Yo pediría a España que al menos no frene nuestra admisión en el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo. He vivido en Catalunya (donde estudió) y les aseguro que no hay ningún paralelismo posible".

La activista pro derechos humanos y ex directora de la televisión estatal Vjosa Dobruna es apasionada: "España es muy importante para nosotros. Nuestra existencia, nuestro desarrollo dependen del reconocimiento internacional. Yo soy europea...".

22-XI-09, J. Luna, lavanguardia