inici de l´ofensiva pakistanesa sobre Waziristan del Sud

El ejército de Pakistán lanzó ayer una gran ofensiva terrestre contra el principal refugio de los talibanes y Al Qaeda, en Waziristán del Sur. Tras cuatro meses de titubeos, parte de un contingente de treinta mil soldados entabló al alba los primeros combates contra los milicianos del Tehrike-Taliban Pakistán, con artillería pesada, tanques y apoyo aéreo. De momento se están encontrando con una fiera resistencia por parte de los hombres capitaneados por Hakimulah Mehsud, al que se acusa de estar detrás del rosario de atentados terroristas de los últimos doce días en Punyab y Peshawar. El asalto al cuartel general del ejército y a otros centros neurálgicos de la lucha antiterrorista no sólo ha causado 175 muertos, sino que ha vuelto a poner en entredicho la capacidad de este Estado dotado con armas atómicas para contener la talibanización.

La ofensiva fue decidida tras una reunión, el viernes, del Gobierno pakistaní y de la jefatura del ejército, y fue precedida por el anuncio del toque de queda en Waziristán. Desde hacía días helicópteros y aviones de combate venían peinando las posiciones enemigas. Algo facilitado por el éxodo previo de un mínimo de 80.000 civiles, en un territorio con una población de medio millón. A diferencia de lo que ocurría hasta no hace mucho, gran parte de la opinión pública - sobrecogida por la ola terrorista-apoya de momento la iniciativa militar. Baste decir que los atentados suicidas eran prácticamente desconocidos en Pakistán antes del 2006, pero en el 2007 ya fueron más de cincuenta y en el 2008 superaron los sesenta, con el resultado de miles de muertos. Fuentes oficiales estiman que el 80% de dichos terroristas habían sido entrenados en el reducto de los Mehsud.

No obstante, está por ver si la oportuna ofensiva - EE. UU. acaba de desbloquear una ayuda de más de cinco mil millones de euros, renunciando a exigir la supremacía del poder civil sobre el militar en una semana de martirio para los uniformados-no pierde fuelle a medida que las víctimas civiles erosionen el apoyo popular y el invierno avance. Las propias fuentes militares hablan de un mínimo de seis u ocho semanas para doblegar a los talibanes de Mehsud - más de diez mil combatientes bregados y fuertemente armados, entre los cuales hay hasta cuatro mil extranjeros-.

Aunque la preparación y el armamento del ejército pakistaní están más encarados a combatir al ejército indio en las llanuras que a guerrilleros en las montañas, sus hombres tienen la moral alta tras derrotar a los talibanes en Swat, una región más complicada - por boscosa-y densamente poblada que Waziristán.

No es la primera vez que el ejército se mete en el avispero de Waziristán. En la primavera del 2004, bajo presión de EE. UU., el ejército lanzó la primera de sus tres ofensivas, que nunca lograron el control. La mayor humillación la sufrió en el 2007, cuando 250 soldados fueron tomados como rehenes. Consecutivamente, el ejército ha hecho y deshecho treguas con distintos cabecillas tribales. Ahora mismo es clave la neutralidad de la segunda tribu de Waziristán del Sur, encabezada por el mulá Nazir, que ya en en el 2007 rompió con los uzbekos - los más fervientes partidarios de combatir al ejército pakistaní-mientras seguía albergando a los árabes.

Durante dos años, tras la caída talibán en Afganistán, el ejército pakistaní había hecho la vista gorda a la infiltración de miles de combatientes de Al Qaeda: sobre todo árabes y uzbekos, aunque también chechenos o uigures. La inteligencia pakistaní - en su objetivo de volver a convertir Afganistán en un Estado satélite-incluso ofreció protección al mulá Omar en Quetta.

Ya en el 2004 se había hecho evidente que miles de familias locales acogían a combatientes extranjeros por el código pastún de hospitalidad, por simpatía por su celo religioso y por la pingüe compensación económica. Sin embargo, las víctimas civiles robustecieron la alianza entre pastunes - cuyo objetivo inicial no era otro que defender el terruño-y Al Qaeda, con un programa de talibanización de todo Pakistán y de combate contra cruzados y sionistas.Desde entonces, los talibanes pakistaníes han asesinado a más de un millar de funcionarios y militares en la zona, además de a cientos de pastunes, acusados de colaboracionistas o espías. Y han extendido sus tentáculos hasta las ciudades del Punyab, semillero del ejército.

18-X-09, J.J. Baños, lavanguardia