Parece mentira que Enrique Múgica se cabree con Jordi Pujol por recordar en sus memorias lo que todo quisque conoce: que el actual Defensor del Pueblo coqueteó con el general Armada en vísperas del 23-F. Pujol lo cita con nombres y apellidos, y en cambio, por respeto y por amistad, se olvida de mencionar a Joan Reventós, por aquel entonces líder del PSC, que almorzó con Múgica y Armada en la casa leridana de Antoni Siurana, en una larga sobremesa en la que ese De Gaulle de pacotilla casi empezó a repartir ministerios (y a lo mejor ya propuso una Loapa). Por cierto, contrasta esta polémica con la nula repercusión de la entrevista que Sílvia Cóppulo le hizo a Heribert Barrera en el programa (S) avis,del Canal 33, en la que el veterano republicano, aparte de defender la pena de muerte (excepto en el caso de los gudaris de ETA), criticó el papel del Rey en el 23-F. Según Barrera, por entonces presidente del Parlament, el Monarca reaccionó tarde y sólo se opuso firmemente a los golpistas cuando su fracaso era más que previsible. El desparpajo de Pujol y Barrera permite aventurar que Javier Cercas, con su Anatomía de un instante,ha abierto una puerta que parecía blindada, y a través de ella vamos a empezar a releer la transición con una aproximación más realista, y por tanto más deprimente.
11-X-09, Toni Soler, lavanguardia