malinterpretable tracte dŽObama al Dalai Lama

Era casi una costumbre. Desde 1991, cada vez que el Dalái Lama visitaba Washington se reunía con el presidente de Estados Unidos. En 2007, su antecesor, George W. Bush, participó en la entrega de una condecoración al líder espiritual de los tibetanos, lo que irritó a Pekín.

La costumbre puede estar a punto de terminar. El Dalái Lama se encuentra esta semana en Washington, y el presidente Barack Obama, interesado en potenciar las relaciones con China sin que los derechos humanos representen un obstáculo, tiene previsto evitarlo.

La Casa Blanca ha aplazado el encuentro con el Dalái Lama, probablemente hasta diciembre, después de que el presidente se haya reunido con su homólogo chino, Hu Jintao. La decisión refleja el nuevo talante de la diplomacia estadounidense, menos dada a la retórica favorable a los derechos humanos y a la democracia que en la época de Bush.

Antes de visitar China, en febrero, la secretaria de Estado Hillary Clinton dijo que los derechos humanos no podían "interferir" en las negociaciones en materia económica o medioambiental. Y en julio, en una reunión de alto nivel entre China y Estados Unidos sobre economía y seguridad en Washington, los derechos humanos apenas merecieron menciones de pasada.

Estados Unidos y China dependen mutuamente el uno del otro. Sin las exportaciones a Estados Unidos, la economía china se resentiría; al mismo tiempo, China financia la creciente deuda estadounidense. En cuestiones como el programa nuclear de Irán y de Corea del Norte, Washington necesita a Pekín.

El Tíbet, ocupado desde 1950, no es una prioridad para Estados Unidos. El régimen chino considera al Dalái Lama un agitador.

Un funcionario anónimo de la Casa Blanca citado ayer por The Washington Post dijo que afirmar que la reunión de Obama con el Dalái Lama se ha aplazado es "contrafactual". La misma fuente negó que el Dalái Lama hubiese intentado reunirse con el presidente en octubre.

El argumento en la Casa Blanca para justificar que la reunión no se celebre ahora es que en la cumbre de Estados Unidos y China en noviembre Obama puede presionar a Hu para retomar las negociaciones con el Dalái Lama, interrumpidas en 2008. Aplazar la reunión allanaría así el camino para el diálogo.

La administración Obama cree que la gesticulación de Bush - fotos, medallas, declaraciones-apenas hizo prosperar la causa tibetana, y que la diplomacia puede ser más fructífera.

"Aunque la diplomacia [ con China] sea más difícil, tiene el potencial de ser mucho más efectiva que la inmediata gratificación de una foto [ con el Dalái Lama]", escribía el domingo, en The Boston Globe,David Phillips, director del Programa de Prevención de Conflictos y Pacificación de la American University.

Phillips, sin embargo, también subraya que la decisión de no reunirse con el Dalái Lama entraña riesgos para Obama. "China podría rechazar la sugerencia de reiniciar las negociaciones", opina. "China también podría jactarse de haber intimidado a la administración Obama, lo que haría más difícil a otros jefes de Estado resistir a sus presiones".

El aplazamiento de la reunión llega tras meses de negociaciones entre diplomáticos estadounidenses y representantes tibetanos. A menos que haya una sorpresa de última hora y Obama decida recibir al Dalái Lama, éste solo participará en Washington en actos religiosos y se reunirá con líderes del Congreso, entre ellos la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, que se ha destacado por su activismo protibetano.

Lo llamativo del caso es que, según fuentes citadas por The Washington Post,China ya había dado por hecho que Obama recibiría al Dalái Lama en octubre. Si esto es así, Estados Unidos habría regalado a China una victoria propagandística.

6-X-09, M. Bassets, lavanguardia