entrevista a Joost Smiers, politólogo, por la abolición del ´copyright´

Tengo 65 años. Nací y vivo en Amsterdam, en una casona del siglo XVII. Soy profesor de ciencia política. No estoy casado. No tengo hijos. Soy de izquierdas y admiro a las personas emprendedoras y creativas. Soy agnóstico. Toco la flauta. Hay que trocear la industria cultural.

¿Qué propone?

Un mundo con libertad para leer, ver y escuchar todo lo que nos apetezca sin pagar nada en concepto de copyright,de derechos de reproducción.

Pero el
copyright hace rentables las obras de los creadores...

El copyright no reporta ni un solo céntimo a la gran mayoría de los creadores. Esos derechos devengan beneficios sólo a los grandes grupos de edición y reproducción: ¡sólo sirven para engordar más y más a grandes conglomerados industriales!

¿A qué tipo de conglomerados alude?

Bertelsmann, Sony, Windows, las grandes productoras de Hollywood, Disney, YouTube, Amazon..., entre otros.

¿Y qué tiene de malo que haya grupos robustos y prósperos?

Es muy peligroso que toda la creación acabe pasando por las manos de unos pocos.

¿Peligroso para quién?

Para el pluralismo de las ideas, de las propuestas, de los proyectos, para la pluralidad de creadores, para la diversidad creativa, para la proliferación de voces minoritarias... ¡Todo eso, hoy, corre grave peligro!

¿Seguro? ¿Por qué? No acabo de verlo.

¡Es obvio!: si pocos amos controlan todos los medios, al final muy pocas personas estarán controlando todos los mensajes. ¡Y eso se parece mucho a un modelo casi perfecto de censura!, ¿no le parece?

No creo que estemos ahí.

Yo creo que cada día estamos acercándonos más a eso yque la democracia está seriamente amenazada. Creo que la democracia del espíritu peligra: cada nueva fusión entre grandes grupos de la edición, del entretenimiento, de las industrias culturales... supone un golpe letal a la democracia.

Sólo se trata de vender más y más: es la lógica del capitalismo, simplemente.

Yo también abogo por la libertad de los creadores y por el mercado libre... Pero para preservar la libertad necesitamos límites: si permitiésemos que uno o dos conglomerados culturales acabasen dominando todo el mercado, ¿seguiría siendo un mercado libre?

En la práctica, pues, lo que pide usted son buenas leyes antimonopolio, y punto.

Ya hay leyes antimonopolio..., pero inoperantes. Deberíamos reforzar esa legislación y aplicarla de verdad, ¡afecte a quien afecte! Pero antes habría que hacer algo mejor.

¿El qué?

Trocear los grandes conglomerados culturales. Fragmentar esas grandes empresas en pequeñas partes, más modestas. Eso habría que hacerlo ya, mientras preparamos políticas de competencia garantes de la pluralidad. ¡Es imprescindible para crear un escenario de igualdad de condiciones!

¿Y quién decide esas políticas, y quién dicta el troceamiento? Peliagudo...

Una comisión especial que haría cumplir las leyes de competencia de la UE y que frenaría las concentraciones empresariales.

Las grandes empresas culturales presentarían resistencia.

Ya sé que no les convenceré con buenas palabras. ¡Pero en eso consisten las apuestas políticas! Y los ministros de Economía deberían estar preocupados ¡y actuar ya!

¿Por qué?

Porque con la industria cultural podría suceder lo que ha sucedido con la crisis hipotecaria: siguen haciéndose apuestas superestelares, sobredimensionadas..., yundía pueden fracasar y arrastrar a toda la industria.

¿Cuánto dinero mueve hoy la industria cultural en el mundo?

Más de 100 billones de dólares anuales.

Pero la diversidad que anhela ¿no está fluyendo ya por la red internáutica?

Ya no: ahora hasta YouTube paga centenares de millones de dólares a los conglomerados, en concepto de derechos.

¿Qué me dice de la piratería digital?

Hablar de piratería es querer criminalizar a los usuarios. La grotesca legislación del copyright es la que genera esos denominados piratas:¡acabemos con el copyright y se acabará la piratería!

¿Y cómo ganarán dinero los artistas?

Mediante conciertos, exposiciones, ventas de CD tras el concierto… Sin copyright,se acabarán las estrellas diseñadas y programadas por las multinacionales.

Pero los artistas seguirían deseando ser ricos y famosos, como es natural.

¡No crea que todos los artistas persiguen eso! No todos quieren ser Madonna. No: la inmensa mayoría sólo quiere expresarse y vivir dignamente, sin aspirar a ser multimillonarios. ¿No lo cree? ¿Por qué cree que hay tantos suicidios entre astros del pop?

Ni idea. ¿Tantos hay?

Sí, y se debe a la presión que la industria - y ellos mismos-ejercen sobre el artista para que su trabajo tenga más éxito que el anterior. Y tanta expectativa acaba por verse frustrada, claro. Lo satisfactorio sería ralentizar el ritmo, controlar más lo que haces: miles de artistas ya lo hacen.

Si tuviese usted el poder para modificar lo que quisiera, ¿qué más haría?

Las patentes farmacéuticas: es muy obsceno que los laboratorios congelen conocimientos científicos ¡sólo porque no son rentables comercialmente!, y que persigan el máximo lucro a costa del dolor de la gente.

Si yo fuese Bill Gates, ¿qué me diría?

Sigue con tus fundaciones benéficas, Bill, eso está muy bien, pero abre tu baúl de imágenes hoy protegidas: deja que sean un bien común y que todos las disfrutemos.

Joost, con suave aire de viejo hippy holandés, llega a Barcelona en tren ("me gusta ver los paisajes") para contarnos que el sistema del copyright esclerotiza nuestra cultura al dificultar que le metamos mano alegremente para jugar con ella y oxigenarla. Joost argumenta en Imagine... no copyright (Gedisa) que la supresión del copyright y la desmembración de grandes conglomerados de la industria cultural propiciarían un florecimiento de las artes y la creatividad... Me queda la duda de si su radical defensa de la igualdad de oportunidades no encierra otro dirigismo cultural comparable al que puedan imponer los conglomerados que debela. (Su libro, por cierto, lleva copyright.)

24-IX-09, Víctor-M. Amela, lacontra/lavanguardia