town hall meeting, la democrącia (no cada 4 anys, sinó) permanent

El martes por la noche, centenares de americanos airados acudieron al gimnasio de la North Point High School, el instituto de Waldorf, un pueblo a 40 kilómetros del centro de Washington. Allí se celebraba un town hall meeting, una encuentro del congresista local, el demócrata Steny Hoyer, con los ciudadanos de su circunscripción. Hoyer quería explicarles los motivos de la controvertida reforma sanitaria. Pese a la presencia entre el público de centenares de partidarios de la reforma, no le resultó fácil.

Los town hall meetings -un ejercicio de civismo inusual en otras latitudes- han definido la agenda política del verano. Movilizados por internet, al puro estilo Obama, los conservadores han tomado estos mítines con preguntas incómodas y, con frecuencia, a gritos contra los demócratas que los organizaban. Los tumultos reflejan la hostilidad hacia el presidente, y el rechazo a una reforma que pretende ampliar la cobertura en el único país rico sin cobertura universal.

En Waldorf, Hoyer, que es el líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, tuvo dificultades para pronunciar su discurso introductorio sin que le interrumpieran. "Nunca, en mis 29 años en el Congreso, he visto un town hall meeting tan concurrido como este", dijo el veterano congresista. "¡Cállate! ¡Queremos preguntar!", gritaban algunos de los 1.500 asistentes. En el turno de preguntas, afloraron algunos de los eslóganes recurrentes de los adversarios de la reforma. "No queremos que el Gobierno se meta en nuestras cosas", dijo una mujer. Otro protestó porque la reforma cubriría a los inmigrantes ilegales. Otro, porque Obama subvencionaría el aborto. El debate sobre la sanidad, envuelto en una nebulosa de rumores y falsedades, convoca los fantasmas recurrentes de las batallas entre la izquierda y la derecha de las última décadas.

Deborah Clark pasó buena parte de la sesión increpando al congresista. Un policía le llamó la atención. Sus argumentos: la reforma es inconstitucional, y en países como Gran Bretaña y Canadá la medicina socializada -pública, en el lenguaje de la derecha estadounidense- ha fracasado. "Tengo miedo de perder mi seguro", dijo. Este es uno de los miedos más extendidos entre el 85% de ciudadanos que disponen de seguro médico en Estados Unidos y desconfían del salto al vacío que supondría la reforma.

"Los americanos tienen miedo de lo que pueda costar. No quieren pagar ni un centavo más", explicó Ana Rosado, de 55 años, una sindicalista que acudió al encuentro en Waldorf. Rosado, de origen puertorriqueño, cree que la oposición a la reforma es ruidosa, pero confía en el apoyo mayoritario de los estadounidenses. En Waldorf, de hecho, hubo más preguntas de partidarios de la reforma -muchos de ellos afroamericanos- que de opositores. Las tropas de Obama, desaparecidas durante el verano, se movilizan.

3-IX-09, M. Bassets, lavanguardia