´Decadencia´, Germà Bel

Entre los motivos que explican por qué el sur de Europa (que había prevalecido antes) quedó retrasado en la etapa de cambios de los siglos XVII a XIX, uno tiene especial relevancia: las estructuras creadas en la edad media para la defensa de intereses particulares consiguieron mantenerse más tiempo y con mayor poder en el sur. Los gremios de oficios son un ejemplo de estructuras corporativas que evolucionaron en máquinas de defender ventajas y privilegios ("intereses creados"), con instrumentos como la restricción de entrada al oficio, o la creación de mercados duales en los que los extraños obtenían las sobras. Esto asfixiaba la renovación por aporte externo y había pocos incentivos a la mejora y a la innovación. Pues bien, las sociedades que reformaron antes la situación desplegaron mejora e innovación, y tomaron delantera en desarrollo económico y social.

La lección que nos da la historia es que cuando los defensores de los intereses creados logran bloquear de forma absoluta las reformas que afectan a sus privilegios, la sociedad entra en fase de decadencia. Creo que en esta senda se halla Italia, país muy interesante, y cuyos habitantes son inteligentes y amables. Un lugar excepcional para pasar una temporada, pero un país en decadencia. No me refiero con esto al hecho de que un personaje como Berlusconi sea primer ministro; aunque desde luego comprender por qué se elige a alguien así nos vendría muy bien. El punto crucial es que el imperio de los intereses creados ha esclerotizado las estructuras sociales. Los grupos instalados se han atrincherado con éxito para defender sus privilegios, y esto reprime la competencia, y deteriora la mejora y la innovación. El sistema político no quiere o no puede suministrar reformas estructurales que el país necesita y, por el contrario, el reglamentismo y la burocratización campan por sus anchas. La meritocracia (valorar según méritos) tiene relevancia marginal en muchos procesos de promoción, y la endogamia grupal y la fidelidad como valor están a la orden del día.

¿Está España siguiendo los pasos de Italia? Temo que sí. Hicimos grandes reformas políticas y económicas entre finales de los setenta y finales de los noventa. Sí, pudimos. Pero en la última década - sobre todo a partir de 1998-los intereses creados han conseguido un nivel de poder sin precedentes cercanos, y las políticas reformistas están estranguladas (con excepción del ámbito de libertades sexuales). Esto sí, en medio de una resurgencia de la burocratización y un prohibicionismo y reglamentismo que se están haciendo asfixiantes en las cosas cotidianas. En un contexto en que no cesa de crecer la distancia entre lo que se dice y lo que se hace, que es el principal motivo de pérdida de crédito de la política, y de creciente desafecto de los ciudadanos hacia la misma. Este es el camino de la decadencia… y además, por cierto, terreno abonado para el populismo.

31-VIII-09, Germà Bel, lavanguardia