´Barcelona después de la crisis´, Fernando Aleu

El colapso financiero del 2008 ya se vislumbraba en noviembre del 2007, cuando se organizó en Nueva York el seminario: Barcelona at the tipping point.El tipping se decantó hacia la crisis que todavía colea, y coleará. Entonces se dijo que el sector tangible de la economía: manufactura, construcción, transporte y finanzas podría tener mas problemas que el intangible: tecnológico, médico y científico dejando la incógnita para el sector turístico. También se dijo que la crisis sería de ámbito global y duradera.

Así ha sido. Lo que no se predijo fue que Estados Unidos elegiría a un presidente sorpresa que en pocos meses cambiaría muchos conceptos básicos de su economía para atajar el desempleo y recuperar una escurridiza prosperidad.

La apuesta de Obama empieza a dar tímidos resultados, y el rigor mortis financiero con que acabó el 2008, está dando paso a un cierto desentumecimiento.

A pesar de ello, en Estados Unidos se presagian tiempos difíciles para algunas ciudades como Pittsburgh, Detroit, Cleveland y Saint Louis, pues el nuevo orden de la poscrisis no irá con ellas. En cambio otras: Nueva York, Los Ángeles,Chicago, Dallas y Atlanta, se defenderán mucho mejor, llamémoslas del grupo A. Nueva York, epicentro de la crisis, después de haber perdido más de sesenta mil puestos de trabajo en el sector financiero, se está reinventando ya.

Ha sufrido una modesta fuga de cerebros, pero su enorme capital humano se mantiene, casi intacto.

Barcelona, la flamante capital euromediterránea, tiene el potencial de vencer a la crisis como sus hermanas americanas del grupo A, si mantiene el alto metabolismo urbano imprescindible para llenar con "núcleos creativos" (gente lista) los rascacielos del 22@, la plaza de Europa, el Fòrum, la Sagrera y las cien puertas de embarque de la T1. Sus colegios, institutos y universidades tendrán que funcionar a toda máquina produciendo cerebros de calidad, en cantidad. A pesar de ello es posible que también haya que importarlos de Bangalore, Bilbao, Boston, Madrid o Munich. El Barcelona cool es marca que vende, y atrae a profesionales jóvenes, creativos e innovadores, pero como toda buena marca hay que promocionarla, y sobre todo no obstaculizar su desarrollo. La competencia mundial será feroz, y la bienvenida a los profesionales no catalanes tendrá que ser, de acuerdo con su tradición, auténtica y generosa. Habrá que intensificar la relación entre el mundo empresarial y el universitario, pues una relación más íntima, entre ambos, agilizará la aplicación práctica de las ideas creadas en los laboratorios.

La gran Barcelona metropolitana deberá exigir de sus líderes un debate político con más visión, más grandeur,con proyectos que motiven y estimulen. Hay que ir a por una Barcelona inteligente, potente e interesante. Sin ella, Catalunya no lo será. Crear mentes que funcionen es caro, la investigación es cara y el progreso es caro. Jamás habrá bastante dinero para financiar todo lo que hay que financiar, pero lo que sí puede haber es otra lista de prioridades para invertir el dinero que hay, afinando la gestión y aumentando el rigor administrativo. Catalunya gasta muchos millones en conceptos de dudosa utilidad, nula rentabilidad y frecuentemente ridículos. No los nombro, pues los lectores saben cuales son.

Barcelona tendrá que llenar con visitantes "de calidad" los nuevos palacios hoteleros que entrarán en servicio en pocos meses, además de los ya existentes, que son abundantes. Este no es el mejor momento para aumentar la oferta hotelera, pero es en periodos de crisis cuando se presentan las mejores oportunidades que los gestores astutos saben aprovechar. El turismo internacional decrece, pero turistas de Sevilla, Zaragoza o San Sebastián pueden llenar muchas habitaciones de hotel, muchos restaurantes y muchas plateas de teatro, pero recordemos que la mayoría de ellos no habla catalán.

Para asegurar el futuro que Catalunya merece, quizás habría que modificar la manera de amarla. Los retos futuros serán distintos y requerirán más eficacia, más imaginación, más esfuerzo y menos políticas del no, menos ismos, menos inmersiones y más salidas a la superficie para respirar aire fresco.

Amemos a Catalunya de una manera más de hoy, y más de mañana. Cesemos de mirar hacia atrás con ira, y miremos al futuro con confianza, sin olvidar que la obsesión por ser diferentes cuesta cara y sirve para poco. Lo importante es ser mejores.

Lo demás, a su debido tiempo, ya llegará...

15-VIII-09, Fernando Aleu, Queen Sofia Spanish Institute, Nueva York, lavanguardia