´Opositar frente a la crisis´, Alfredo Abián

Las encuestas revelan que la mayoría de los parados y universitarios aspiran a ser funcionarios. Opositar puede ser el sueño para no despertar nunca. El objetivo mayoritario es lograr una plaza y sumarse a los tres millones de personas que tienen en nómina el Estado benefactor y sus múltiples administraciones. No en vano, el Estado es el único ente sobrenatural que sigue realizando contrataciones e incrementando la nómina de altos cargos, frente a una iniciativa privada en la que impacta de lleno la crisis económica. Así, mientras unos sueñan, otros padecen pesadillas dantescas. En España, una de cada seis personas que conservan su trabajo cobra de los presupuestos públicos. Hay comunidades, como Extremadura, donde la proporción se eleva: de cada cien empleados, al menos 22 son funcionarios. Y otras, como Catalunya, en la que los contribuyentes sólo sufragan el salario del 8% de los trabajadores en activo. Pocos gobernantes resisten a la tentación de contar con enormes enjambres burocráticos. Les anima una mezcla de pretendida eficacia y de oculto clientelismo. Hasta los comunistas primigenios, que abogaban por aniquilar de raíz "las maquinarias funcionariales burguesas", acabaron creando monstruos ineficaces, eso sí, con pleno empleo y dentro de "una organización emanada del conjunto del pueblo". Bonito camuflaje semántico para un rotundo fracaso. Ahora bien, no crean que el vigor administrativo constituye nuestra principal divisa. El secretario de Estado de la Seguridad Social ha admitido que se están cubriendo plazas a jornada completa cuando, en realidad, sólo serían necesarias cuatro horas de trabajo. Octavio Granado fue así de elocuente: "Contratamos para ocho horas sabiendo que van a estar cuatro tocándose las narices". Ya saben: preparen una oposición.

13-VIII-09, Alfredo Abián, lavanguardia