´No´, Cristina Sánchez Miret

No estoy contenta con el acuerdo al que se ha llegado. Me refiero al nuevo modelo de financiación autonómica, y eso que no he entendido la mitad de lo que se ha dicho o se sigue diciendo sobre él. Puede que piensen que en ese caso no estoy autorizada a decir nada; no les quito la razón. No por ello me quedo sin argumentos.

Evidentemente, los económicos son los más importantes y estos, para mí, siguen sin estar claros. Y si lo están, no han sido explicados de esa manera. Incluso a mí, que sé poco de economía, contabilidad o matemáticas - tres ciencias que podrían ayudarme en la tarea-,no se me escapa que hay demasiadas incongruencias, flecos que no se han resuelto y todavía demasiados intangibles después de un pacto tan largo y tan difícil como este, como para decir ya cuál va a ser su resultado.

Todo ello me hace pensar que no es suficientemente bueno para lo que necesito como ciudadana de mi país. Este pacto representa la mayor o menor posibilidad de bienestar para mí y los míos - entiéndase por estos míos todos aquellos que comparten el mismo territorio en el que yo vivo-,no como regalo venido del cielo, sino como contraprestación a la aportación generada por nuestro propio esfuerzo.

Leo entre líneas que el quid de la cuestión que era la redistribución entre comunidades se ha soslayado para no afrontar la problemática central y además se ha seguido poniendo el punto de mira en lo que quieren los catalanes y lo que se quieren llevar, sin poner en entredicho a ninguna comunidad más ni por lo que aporta ni por lo que recibe por su contribución.

De manera que como catalana no sólo soy explotada en lo económico, sino que además soy acusada de robar a los demás. No puedo estar contenta con eso, ni siquiera si el pacto se demuestra que es bueno para nosotros o para cualquier otro.

Los políticos están mucho más contentos - todos no, y creo, por su lenguaje corporal y su expresión al margen de la verbalizada, menos de los que en un principio parece-de lo que lo está la ciudadanía en Catalunya, cansada de un proceso tan largo, de tantas fechas incumplidas y de tantas verdades a medias o, si lo quieren más claro, de tantas mentiras que se han dicho y que no puede saber si siguen diciéndose puesto que cuando se empieza con una se abre una veda que cuesta mucho cerrar.

19-VII-09, Cristina Sánchez Miret, socióloga, lavanguardia