´Claves del conflicto en Xinjiang´, Nicolás de Pedro

¿QUÉ PASA EN XINJIANG?

(Desde Kazajstán) EN XINJIANG EXISTE un conflicto latente motivado por el malestar de la minoría uigur con respecto a su situación y lo que considera como su estatus de ciudadanos de segunda clase dentro de la República Popular China.

Su malestar se deriva en primera lugar de la constante afluencia de chinos de la etnia Han, cuyo número total se ha multiplicado por 25 en los últimos cincuenta años, y han pasado de unos trescientos mil individuos en 1949 a los cerca de ocho millones actuales. Esto ha supuesto una completa transformación del panorama demográfico regional y ha provocado el progresivo desplazamiento de los propios uigures.

La proporción actual entre uigures y chinos está próxima al 45-40 por ciento, lo que supone una polarización muy fuerte. Además la creciente presencia de chinos han en las zonas meridionales de Xinjiang, donde nunca habían estado, complica la situación y los recelos entre dos comunidades que comparten un mismo espacio, pero que no se mezclan y entre las que existen unas barreras muy fuertes. Todo lo cual agrava progresivamente la conflictividad existente.

Desde principios de los años noventa el irredentismo uigur se ha revitalizado y con él, sus sueños de constitución de un Uigurstán o Turkestán oriental independiente. No obstante, en la situación actual el dominio chino y la integridad territorial de la república Popular no parecen en peligro. Si bien este conflicto puede provocar una grave desestabilización del Oeste de China.

¿QUIÉN SON LOS UIGURES?

Los uigures son una de las cincuenta y cinco minorías étnicas reconocidas por el Estado chino y son, junto con los tibetanos los que muestran una mayor oposición al dominio de Pekín. Son un pueblo de lengua y cultura túrquica, tradición sedentaria y religión musulmana sunita. Por este motivo están muy próximos, por ejemplo a los uzbekos, pero no presentan ninguna afinidad con los chinos han.

Por otro lado, con respecto al empleo del término “minoría” para referirse a los uigures, conviene no perder de vista que se trata de un colectivo de unos nueve millones de personas y que en el contexto de Xinjiang, a pesar de la inmigración china aún son el grupo mayoritario. Por ello el concepto de “minoría” debe entenderse no tanto en un sentido cuantitativo, sino cualitativo ya que es su adscripción a un grupo étnico diferente del mayoritario y dominante en la República Popular China lo que incide en sus posibilidades de participación política y merma sus oportunidades y expectativas socioeconómicas.

Además existen importantes comunidades uigures en Kazajstán (unos trescientos mil), Kirguistán (unos cuarenta mil), Uzbekistán (unos treinta y cinco mil), Turquía (unos quince mil) y menos numerosas, pero relevantes en Alemania, Australia, EEUU, Suecia y en algunos países del Golfo.

¿QUÉ POLÍTICAS IMPLEMENTA CHINA EN XINJIANG Y CUÁLES SON LOS RESULTADOS?

Pekín combina tres tipos de políticas en Xinjiang:

1. Represión sistemática contra cualquier actividad al margen del Estado:
Las autoridades chinas han respondido de forma contundente contra la revitalización del irredentismo uigur durante los primeros años 90 y que Pekín considera, entre otros, como un resultado indeseado de su política de apertura durante los años 80.

La dura represión china tiene su marco contextual en la campaña de descriptivo nombre, “Golpear duro”, lanzada durante la segunda mitad de los años 90 y a través de la cual, Pekín conceptualiza lo que denomina la lucha contra las “tres fuerzas maléficas”: el separatismo, el extremismo y el terrorismo. Desde esta perspectiva, el irredentismo uigur cubre estas tres categorías ya que busca la secesión de Xinjiang, inspirado por sentimientos religiosos extremistas y por medio de acciones terroristas. Como resultado de esta campaña, y aunque es difícil establecer cifras exactas, se han producido vulneraciones masivas de los derechos humanos y se suponen en cientos las personas ejecutadas y en decenas de miles las detenidas y encarceladas.

2. Asimilación y disolución de la identidad uigur:
Las autoridades chinas con respecto a los uigures (y otras minorías) se arrogan el papel de civilizadores e impulsores de la modernización. Para ello entre otros, se imponen programas como el del eufemísticamente denominado de “educación bilingüe” que además de fomentar el uso del mandarín (objetivo explícito) promueve la desaparición del uigur (objetivo implícito) al reducir su uso a la esfera familiar y negarlo, por ejemplo en instancias educativas más allá de la educación básica.

Al mismo tiempo la disolución de la identidad uigur se promueve por medio de una redefinición o sinificación imparable del espacio público y simbólico, lo que arrincona lo uigur (evidente a simple vista en Xinjiang desde un punto de vista arquitectónico) y además lo reduce a sus aspectos más folclóricos y caricaturescos.

Por otro lado, las autoridades chinas también aplican eficazmente la máxima de divide et impera promocionando (y privilegiando) a otras minorías étnicas para alejarlos de las reivindicaciones uigures. En este sentido destaca la política seguida con los hui o dunganos, de lengua y cultura china, pero religión musulmana y cuya promoción desde la creación de la República Popular China ha contribuido a evitar la constitución de un frente islámico unido en Xinjiang. Asimismo hay que indicar que el resto de minorías que viven en Xinjiang como kazajos, kirguises, xibes, etc. y que constituyen alrededor de un 15% del total de la población de esta región, sienten escasas o nulas simpatías por el irredentismo uigur.

3. Implementación de grandes planes de desarrollo:
En 2001 se puso un marcha el plan de “Desarrollo del Oeste” que tiene dos objetivos fundamentales: reducir los desequilibrios regionales en China y al mismo tiempo, fortalecer la integración económica de las regiones del Oeste con las zonas más dinámicas de la costa. Un efecto colateral del plan es el incremento de la afluencia de inmigrantes chinos hacia Xinjiang y el desplazamiento de los propios uigures que ven como este desarrollo repercute de forma muy desigual en ambas comunidades.

En el caso específico de Xinjiang, el Plan se ha concretado de momento en la explotación de las riquezas minerales y es que el subsuelo de la región además de oro y uranio podría albergar hasta 40.000 millones de barriles de petróleo, con los que Pekín quiere fortalecer su seguridad energética. Al mismo tiempo, y para optimizar los esfuerzos implementados en Xinjiang, China ha alcanzado importantes acuerdos de suministro y construcción de infraestructuras con Kazajstán y Turkmenistán. Así, la tercera fase del oleoducto que conecta el mar Caspio con Xinjiang es ya una realidad y el gasoducto que conecte con los yacimientos turkmenos de gas natural lo será dentro de poco.

Además, las autoridades chinas aspiran a hacer de Xinjiang el motor del desarrollo de Eurasia interior y el eje de una hipotética nueva ruta de la seda que conecte Europa y Asia.

La combinación de estas tres políticas contribuye a solidificar el dominio chino de Xinjiang, pero al mismo tiempo contribuyen al malestar uigur y alimentan la conflictividad latente. Así, la caricaturización cultural y el desplazamiento provocan la exacerbación de los signos de identidad propios y la represión y la falta de expectativas contribuyen a la radicalización.

¿UTILIZA LA VIOLENCIA Y TIENE VÍNCULOS CON EL TERRORISMO INTERNACIONAL EL ACTIVISMO UIGUR?

En abril de 1990 se produjo en Baren, una localidad próxima Kashgar, una sublevación armada de algo más de un centenar de uigures inspirada en la lucha de los muyahidín afganos y liderada por el uigur Zahideen Yusuf. Al igual que sucede con la mayor parte de los episodios de la crónica negra de Xinjiang de los años noventa, no se conoce con demasiado detalle lo sucedido en Baren, pero se supone que la sublevación costó la vida de alrededor de una decena de policías y la práctica totalidad de los sublevados como consecuencia del bombardeo llevado a cabo por el ejército chino sobre las posiciones montañosas en las que se habían refugiado.

El 5 de febrero de 1992 se produjo un atentado con bomba contra dos autobuses en Urumqi, con el resultado de al menos tres muertos y más de veinte heridos. Y el 25 de febrero de 1997, se produjo el atentado terrorista más grave de la historia de la región con la explosión de tres bombas en sendos autobuses urbanos de nuevo en Urumqi, que causaron la muerte de nueve personas e hirieron gravemente a otras setenta. Desde entonces y hasta los oscuros sucesos de Kashgar en la semana previa a los juegos Olímpicos de Pekín de agosto de 2008 no se han producido atentados de esta naturaleza que puedan ser vinculados sólidamente con el activismo uigur.

LAS CONSECUENCIAS

Por otro lado, los sucesos que han costado más víctimas han sido manifestaciones uigures reprimidas por las fuerzas de seguridad chinas, tal y como ha sucedido estos días en Urumqi. Así, del 5 al 8 de febrero de 1997 se produjeron una serie de manifestaciones y disturbios en Guljá (Yining) como respuesta por la detención de unos jóvenes uigures acusados de participar en un mäshräp (rito de paso). La aparente utilización de armas de fuego por parte de las fuerzas de seguridad chinas para aplacar las manifestaciones se saldó con al menos dieciséis muertos y más de ciento cincuenta heridos entre los uigures. Al igual que es previsible que suceda ahora, los días posteriores se produjeron cientos de detenciones y numerosas ejecuciones sumarias. Menos de tres semanas después se produjeron los atentados terroristas en Urumqi referidos arriba, y que contribuyeron a la vinculación de la causa uigur con el terrorismo por parte de las autoridades chinas.

Además, la presencia de unos doscientos uigures combatiendo en Afganistán (con unos 20 de ellos retenidos en Guantánamo) y la participación de algunos de ellos en el conflicto de Chechenia fortalecen la argumentación de Pekín. Asimismo, el visible proceso de fuerte reislamización social en la zona meridional de Xinjiang como reacción ante las políticas chinas y el auge de las relaciones con Pakistán como consecuencia de la apertura de la carretera del Karakorum (más allá del apoyo de Islamabad a las posiciones de Pekín en Xinjiang), facilitan la radicalización de crecientes segmentos de la población uigur. No obstante, las posiciones moderadas siguen predominando; y por otro lado, el aparente carácter espontáneo de sus acciones, así como las armas utilizadas en sus enfrentamientos con la policía hasta el momento (cuchillos y cócteles molotov) no sugieren en la fecha actual fuertes conexiones con las redes del terrorismo internacional y sus métodos más sofisticados.

Por otro lado, conviene destacar que la diáspora uigur organizada políticamente, fundamentalmente a través del Congreso Uigur Mundial con sede en Munich y la Asociación Uigur Americana con sede en Washington, hacen de la defensa de los derechos humanos, el respeto de su especificidad cultural y la mejora de las expectativas socieconómicas de los uigures el eje de su discurso. Y además toman a los tibetanos y el Dalai Lama y no a Al Qaeda y Bin Laden como los referentes a emular para elevar su visibilidad y legitimidad internacional. Así, han hecho de Rebiya Kadeer, la cabeza visible de ambas organizaciones con el objetivo de facilitar su visibilidad creando un símbolo que se pueda equiparar (aunque en mucha menor escala) a la figura del Dalai Lama y contrarrestar al mismo tiempo la discursiva china que los vincula con el extremismo, mediante el liderazgo de una mujer que aparece en público con la tradicional tiubeteika uigur como único tocado.

¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR?

En las próximas semanas, las autoridades chinas conseguirán calmar la situación por medio de la represión contundente y sistemática. No obstante, los factores que alimentan el conflicto no sólo no desaparecerán sino que se agravarán por lo que probablemente , éste reaparecerá de nuevo de forma violenta en el futuro.

16-VII-09, Nicolás de Pedro, safe-democracy