ŽLa toalla o la almejaŽ, Enric Sierra

En la costa norte de Barcelona se está realizando la enésima regeneración de playas. Esto es, se extrae arena del fondo del mar destruyendo todo lo que allí vive y se arroja al litoral donde los temporales se la vuelven a llevar. Un círculo vicioso que cuesta millones de euros y que no sirve para nada. Hace ya 23 años que estamos tirando el dinero al mar y nadie frena este disparate. Este año se extrae un millón de m3para rehacer las playas entre Vilassar de Mar y El Masnou. La operación cuesta 9,8 millones de euros y ya se aceptan apuestas sobre cuánto durará esta vez la nueva playa.

Los pescadores están muy enfadados y hace unos días llegaron a rodear y bloquear al barco draga que está arrasando el hábitat natural de las especies que pesca un sector cada vez más castigado. Están cabreados porque esta absurda operación la realiza el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, el negociado del Gobierno que debe velar por los intereses pesqueros y por la conservación del medio natural.

La semana pasada pescadores y representantes de ese ministerio se reunieron para analizar la situación. No hubo acuerdo y esta tarde en Tarragona lo volverán a intentar con el secretario de Estado del Mar. No obstante, la razonable petición del sector pesquero de acabar con este inútil modelo de regeneraciones de playas no va a ser atendida. El ministerio ya ha trasladado que en este caso es más importante el impacto turístico negativo de no tener playa al daño medioambiental. Es decir, antes la toalla que la almeja. Los pescadores han amenazado con denunciar al Ministerio de Medio Ambiente por un delito ecológico, cosa que tendría mucha guasa. Quizá por eso, el Gobierno va a intentar contentar con compensaciones al colectivo afectado por su impropia actuación. Estas ayudas deberían servir para apoyar al sector con medidas para la recuperación de los espacios dañados o la financiación de paradas biológicas de pesca.

Además, ese dinero (se habla del 10% de los euros que tiramos cada año al mar) habría que usarlo en medidas de mantenimiento de la arena en las playas, o para que los puertos cumplieran la ley y habilitaran los pasos de arena de norte a sur, o bien para ayudar a la regeneración natural, como la idea de desviar la desembocadura de la Tordera para que deje de enviar la arena a una especie de sima de más de 50 metros de profundidad y la derive a zonas menos profundas para facilitar así la dinámica litoral.

Todo ello mostraría una visión más allá de la toalla. En caso contrario, cualquier día oiremos hablar del problema que ya se ha detectado en Badalona, donde la profundidad del mar ha disminuido de forma preocupante porque las montañas de arena arrojadas en el último cuarto de siglo se han acumulado allí. Un desastre absoluto perpetrado por los mismos que deberían evitarlo.

13-VII-09, Enric Sierra, lavanguardia